Crónicas de Sauce y Acacio

Noche Seis

Las Hadas vienen llegando. Y ya comienzan a hacer lo mejor que saben hacer, pintar de colores.

Todo parece estar marchando muy bien.

Pero, ¿cómo es que se les ocurrió esta nueva idea, la del Pangolín y Madame Corona?

Adhara también está intrigada y le pregunta a Murzim:

— ¿Quién les dijo lo del Pangolín?

—Leímos el Manual de Emergencias Planetarias, porque no sabíamos qué hacer.

—Pero, ¿cómo van a lograrlo el Pangolín y Madame?

—No te preocupes.

— ¡Son muchos! ¡Y ellos son solo dos!

—No te olvides que los Humanos son especialistas en multiplicar errores. Lo único que tenemos que hacer es mostrarles cuando se equivocan, seguro lo van a entender.

Se queda pensativa. ¿Los Humanos multiplican errores? ¿Podían multiplicar a Madame? ¿Al Pangolín? ¿Ellos eran errores?

Murzim se aleja, ya no quiere hablar.

Adhara sigue haciendo preguntas al aire. ¿De qué color serán los errores multiplicados? ¿Habrá suficiente para pintarlos? ¿O tal vez no se pinten? Ese manual, ¿quién lo tiene? ¿Quién se los dio? ¿Hay un plan para todo?

Murzim ya no la oye. Se va a trabajar. La noche es corta y las respuestas para Adhara son muy largas.

— ¡Adhara!

— ¿Quién es?

Adhara ilumina hacia abajo, desde donde oye la voz que la llama. Y allí está, a los pies del Acacio cortado, un Hongo blanco con puntitos de color marrón.

Muy interesada, se acomoda a su lado. Tiene el presentimiento de que van a tener una charla muy interesante.

—Por favor señor Hongo, ¡cuénteme lo que sabe!

— ¡Cómo no! Yo conozco todas las respuestas a sus preguntas. Póngase cómoda. La noche es joven para conversar y corta para trabajar.

Adhara se ríe, cómplice con su nuevo amigo. Es todo oídos.

Pero esta conversación es privada, así que no vamos a escucharla.

Hasta mañana.




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