Tocaron la puerta del departamento, fue y abrió. Grata sorpresa que se llevó al ver de quien se trataba, esa sonrisa no la iba a olvidar nunca; se ruborizo y sonrió de lado a lado.
—Hola—dijo travieso. No contestó porque alguien más la saludó.
—¡Hola! —Ryu, reía a la par con su amigo.
—¿Por qué se ríen?
—Del camino. —Respondió su amado entre risas; le enseñó unas bolsas que colgaban de sus manos. Se hizo a un lado para dejarlos pasar, ambos llevaban bolsas de plástico con mandado. Las dejaron en el suelo a lado del sofá de piel sintética color negro, dónde se sentaron.
Los dos hombres se dejaron caer en los cojines con un suspiro de cansancio. Cerró la puerta antes de interrogarlos. Los dos estaban abrigados y de negro, el apiñonado llevaba lentes de sol, a pesar qué el día estaba nublado y aún no se quitaba la gorra gris de su cabeza. Ryu por otro lado, llevaba un saco negro, y acomodó su cabello hacia atrás.
—¿Y eso? —, señaló las bolsas.
—Las trajimos para ti —contestó Ryu.
Levantó la ceja. Era la visita más extraña que ha tenido. Pensó que tal vez esos dos irían con Abed; él se mudó al piso de abajo hace unos pocos días.
—¿Para mí? —Estaba incrédula—¿Acaso se van a quedar aquí?
—No. Venimos a visitarte nada más…No encontrábamos la dirección—, se burló.
Ella le sonrió, su risa le taladraba los oídos; podría acompañarlo, sin embargo decidió contemplarlo.
—¿Estás sola? —Ryu se cruzó de brazos.
—Sí—, torció la boca. —Ya casi me voy.
—¿Has visto Abed? —preguntó su pareja muy serio.
—No.
—Aléjate de él.
—¿Por qué? —Frunció el ceño.
Él torció los labios y se cruzó de brazos. Las gafas de sol le impedían ver su mirada.
—Es peligroso—, rezongó.
—¿Celoso?
—No—, bufó.
—Entiendo—, sonrió.
***
Como le habían dicho, solo iban de visita y antes de que se fuera, los había acompañado a tomar un taxi. Apenas y pudo intercambiar una caricia con el mayor, solo lo abrazó al despedirse. De regreso a su casa, se percató que la puerta del departamento de Abed estaba abierta; ella vivía en el segundo piso y tenía que pasar a fuerza en frente de la puerta para poder tomar las escaleras; estaba cerca de la entrada y al mirarla le dedicó una sonrisa. Saludó y corrió a su casa porqué se le hacía tarde para irse a clases.
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Editado: 05.04.2018