Obsequio

Una persona le tenía un regalo. El simple hecho de tener un regalo por esa persona le agradó. Iba a recibirlo de la manera que es aceptado un obsequio. No era su cumpleaños, ya había pasado unos meses atrás, era una especie de compensación porqué esa fémina no había estado aquel día.

El obsequio, estaba en una habitación muy grande dónde había una cama matrimonial con una hermosa colcha con adornos de color marrón y verde seco. Las paredes eran azul marino y pareciera que ese cuarto era ocupado por una mujer mayor.

La guío hasta la orilla de la cama y con su mano, le señaló que podía abrirlo; así pues, miró la caja de color blanco con un listón rojo que adornaba toda la caja y un moño del mismo color en la tapa. Quitó la tapa de la caja. Vio un fondo azul oscuro de terciopelo, tres secciones separadas y, lo que siguió, le dio horror; su regalo consistía de tres dedos. Tres dedos que pertenecieron a tres personas importantes en su vida y, cada uno, tenía una etiqueta con una inicial; fue por eso que de inmediato reconoció aquellos dedos que eran los anular.

Los primeros dos dedos eran del mismo tono de piel morena; uno tenía esmalte de color rojo, con un anillo pequeño de oro y la inicial A. El segundo tenía otra A y, por último el tercero...cuya inicial no hizo falta, mas provocó que comenzará a llorar.

Mientras tanto, la fémina que le había dado aquel regalo, reía. Su carcajada era tan fuerte y macabra que retumbaba en su cabeza; le provocaban temblor. Entre lágrimas de tristeza, se llenó de coraje. Pudo observar a su interlocutora entre una pantalla de agua salada y con la voz titubeante preguntó:

—¿Qué les hiciste?—Tenía miedo. Miedo de esa mujer que había llegado al límite de su locura. Terror al pensar que quizá próximamente no fueran unos dedos.

Tal vez era un engaño; sin embargo, pudo mirar qué dónde estaba el corte había sangre seca y además, podía olerla.