Crónicas de un soñador Ill

Compromiso

 

Se preparaba para ir a una cena; su amiga del bachillerato iba a contraer matrimonio al día siguiente, sin embargo, la novia quería festejar antes con amigos. Se llevó un vestido negro y tacones y su cabello, lo arregló en media coleta.

Llegó sola al salón; fue en busca de su amiga Anahí y ella le presentó a su prometido, el cual, ya lo conocía porque había sido su pretendiente; no sabía porque aquellos dos se habían conocido, pero sintió felicidad por ambos.

Buscó un lugar en la enorme mesa rectangular y tomó asiento. Suspiró, todo aquel que venía estaba acompañado, de verdad deseo tener un acompañante en ese momento. Vencida bebió de su copa un poco de vino y no le gustó. Dejó la copa dónde estaba y se dispuso a mirar a las parejas bailar. La música era calmada y linda. Se relajó un poco y cerró los ojos dejándose llevar por la melodía. Pasó un tiempo y una voz la sacó de su mundo.

—¡Lyla! —, abrió los ojos.

—¡Eckhart! —, se sorprendió. El apiñonado otra vez tenía el cabello corto.

—¡Hola! —, sonrió.

—¿Cómo llegaste aquí? —, lo abrazó.

—Vine hacerte compañía.

—¿De verdad? —Su deseo se cumplió muy rápido—¿Cómo supiste dónde estaba?

—Tu amiga me invitó—, volvió a sonreír—¿Quieres bailar? —Le tendió la mano.

Lyla no tuvo tiempo de preguntarle cómo fue que conocía a Anahí. La propuesta provocó un sonrojo en su rostro, aunque no la rechazó; aceptó la mano de Eckhart. Él a pesar que conocía que no sabía bailar, la guío y le enseñó algunos pasos de baile; agradeció que eran baladas.

Se cansaron luego de cuatro o cinco canciones. Salieron de la pista de baile y bajaron por las escaleras de madera, dónde se toparon a los novios. Lyla le dio las gracias a su amiga por invitar a Eckhart, y ella comentó que no era nada, ya que sabía que ambos se llevaban muy bien; conversaron un poco con los novios y después salieron a tomar aire.

—¿Cuándo llegaste? —, preguntó la fémina.

—Hace un par de horas.

—Debes estar exhausto—, afirmó.

—No—, rio viéndola a los ojos.—Estoy hambriento.

—Vamos a ver si ya sirvieron la cena.

 

***

 

En la pista de patinaje hacía frío; pero a ella le encantaba ver el patinaje artístico y ahora tenía la oportunidad de disfrutar una competencia. Veía a las competidoras calentar sus músculos y practicar sus giros; sentóse en la barra de la división del público y la pista de hielo. Se colocó las manos debajo de sus piernas porque estaban heladas. Vio la pantalla y pusieron las puntuaciones acumuladas de las patinadoras. Mientras se perdió viendo la pantalla, llegó Eckhart.

—Lyla—, dijo y colocó sus manos en sus rodillas.

—¿Sí? —, preguntó mirando a los ojos al joven.

—¿Te casarías conmigo?

—¿Qué? —, cuestionó incrédula.

Eckhart por su parte, esculcó la bolsa de su chamarra y sacó una pequeña caja de color negro, la abrió y miró el anillo de plata con un diamante pequeño. Al principio creyó que era una broma, deseo que lo fuera, mas al ver el anillo supo que iba en serio.

Sus ojos se agrandaron, titubeó; sintió que su presión sanguínea disminuía y la sangre se le iba a los pies, además en su estómago comenzó a formarse un hueco.

—¿Te casarías conmigo? —Eckhart se hincó.

No sabía que decir. En su cabeza se formó un remolino de palabras.

— —, pensó. —No —Deglutió.— ¿Por qué?, ¿Lo amo?, ¿Me ama?, ¿Qué me pasa?, Quiero llorar ¿Qué le digo?

—Eckhart…yo…—Despertó.

Se burló, otra vez volvió a soñar que su hermano Eckhart le pedía matrimonio. La ventaja era que él pensaba igual que Corín, sólo se decían hermanos.




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