Cuando entró vio a sus amigos Lara, Akemi, Aelion, Pendragón y Rick comiendo pizza sobre la mesa. El olor a la masa caliente y el queso derretido, provocó que la boca se le hiciera agua y su estómago rugiera.
– ¡Hola! –Dijo a todos con una sonrisa, los demás contestaron entre pausas pues traían la boca llena.
Fue hasta la mesa, en dónde se sentó a lado de Akemi; dispuesta a sesear su antojo, agarró un enorme trozo de pizza con salami de la caja y se lo llevó a la boca; probó aquella deliciosa cena sin dudarlo. Tenían meses que no se reunían, por lo cual la pizza fue la mejor excusa para juntarse.
Mientras comían y bebían refresco, reían de sus anécdotas, siempre había una que contar a pesar de ya haberla dicho en otras reuniones; siempre y cuando fuera graciosa valía la pena recordarla. La cena se terminó, cada quien había probado dos trozos y todos aún tenían hambre.
–Vamos por otra. –Sugirió Akemi.
–No vamos a caber en ese auto. –Comentó Lara.
–Será divertido. –Akemi guiñó el ojo a todos.
–No quiero pasar por ahí. –Pensó Lyla, recordando la carretera que llevaba a la ciudad. –Y menos en ese coche.
La mayoría estuvo de acuerdo en ir por más pizza y Lyla debatió entre quedarse sola en esa cabaña o acompañar al grupo a la ciudad; optó por la segunda opción.
– ¿Tiene luces ese auto?
–Sí, no pasará nada. –Alegó Akemi. –No pasan muchos vehículos por esta carretera.
–Por eso no me gusta. –Dijo Lyla rendida, mirando el coche para campo de golf.
– ¿Está cargado? –Cuestionó Lara.
–Sí, no sean exageradas. –Pendragón tomó las llaves del coche y se las dio a su hermana.
–Una aventura y pizza nos espera. –Comentó Aelion.
***
Lyla iba en medio de Akemi y Lara; Aelion, Pendragón y Rick yacían en el espacio para poner los palos de golf. Seguían platicando, aunque, cuando llegaron al camino donde hay rocas del lado derecho y árboles del lado izquierdo, su charla comenzó a disminuir. Dejaron de reír, de cantar y de hablar, y el silencio invadió su entorno.
–No tengo señal. –Comentó Aelion.
–Nunca hay señal en está zona. –Pendragón miró la hora en la pantalla de su móvil.
Lyla iba muy callada desde que emprendieron el viaje. Tenía miedo, no era supersticiosa, pero siempre le ganaba su imaginación. Se imaginaba que en cualquier momento, en el camino se les atravesaría un fantasma, luego se pondría frente al auto en donde las luces iluminaran su espalda y al girar, gritaría.
Así que tenía los ojos fijos en el camino, sus manos juntas y movía su pie derecho; la ansiedad la envolvió. Su temor se cumplió, sin embargo no era el espectro que en su imaginación creó. El auto se detuvo y avanzó muy despacio hacía la niña rubia, que llevaba gorra roja. Su sonrisa volvió a destacar por sus dientes de tiburón, sin perder de vista, sus ojos negros, su piel pálida amoratada, que causó qué Eckzahn ahogara un grito. Se aferró al brazo de Lara buscando protección.
– ¿Qué tienes, Lyla? No pasa nada…Se agotó la batería.
– ¡Te dije que pusieras el switch en apagado cuando no usaras el coche! –Reclamó Akemi a su hermano.
Pendragón se disculpó encogiéndose de hombros; Lyla por otro lado, temblaba y sudaba frío, seguía junto a Lara fijándose en su brazo y ella, intentaba calmarla sin éxito.
– ¿No la ves? –Le preguntó en un susurro.
– ¿A quién?
–A esa niña…
–Sí, no asustes a los otros. –Murmuró.
–Viene por mí. –Dijo Lyla disminuyendo más la voz.
Akemi bajó del coche, sacó del bolsillo su móvil y comenzó a buscar señal caminando de un lado a otro.
– ¡Cómo en las películas! –Exclamó Aelion. Pendragón y Rick, rieron.
–Sólo falta que las luces del coche se apaguen. –Dijo Rick.
Quedaron en penumbras. No escuchaban el ruido de la naturaleza, los móviles no encendían y, lo peor de todo, era que yacían varados en el bosque a las nueve de la noche.
Akemi gritó, luego oyeron cómo su aparato se caía al suelo; además la pila se desprendió porqué rebotó a unos centímetros del coche. Lyla sintió que Lara le apretó el hombro.
Pendragón le pidió preocupado a su hermana que dejara de jugar, sin embargo, al hacerlo, él también gritó para el infortunio de los demás, dándose un buen golpe en el pequeño auto.
–Se lo llevaron. –Habló Rick con la voz temblando.
–Lo sentí. –Contestó Aelion, asustado.
–Es ella…–Murmuró Lyla.
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Editado: 14.04.2018