Acompañaba a su madre en la plaza comercial, ambas andaban de viaje en otra ciudad; no conocía el lugar en dónde estaban por lo que, no se separaba mucho de su mamá. Durante el tiempo que pasaron viendo las tiendas de la plaza, llegó el momento de ver la tienda que más llamaba su atención, había películas, videojuegos, cd’s de música y libros. Los estantes negros y las paredes de color rojo y blanco, eran demasiado llamativos, además que el suelo era de un piso gris oscuro, e dónde podías verte reflejado cómo en un espejo, también en algunos pasillos había alfombra de color rojo.
Merodeaba por los pasillos en dónde estaban las películas, iba tan distraída caminando que topó con una persona, la cual no dijo ni una palabra cuando la joven se impactó en su cuerpo. Dio un paso hacia atrás y cuando levantó la vista, no pudo disimular la reacción de todo su cuerpo.
Primero, abrió los ojos tan grandes qué era notorio la sorpresa que la invadió, después el rubor de su rostro era intenso, por lo cual comenzó a sentir el hormigueo en su cara y que la temperatura de su cuerpo comenzó a subir, acompañado por el temblor de sus rodillas, las náuseas en su estómago, la taquicardia en su corazón y por último el titubeo en su voz. Las palabras ni siquiera podían presentarse en sus labios; frente a ella, estaba Rhys.
—“¡Rhys!” —Quiso gritar. —“¡Mamá! ¡Aquí esta Rhys!”
Tras él, pudo observar que Corín la miro incrédulo, quería salir corriendo de allí. Rhys ni siquiera dijo una palabra, sólo clavó su mirada oscura en ella y por lo general, cuando el mayor opta por esa actitud, le derrumba el mundo. En pocas palabras, no sintió aquella sensación de enamoramiento, sino, todo lo contrario; porque el mayor la observaba con esa mirada que le provocaba pavor y cuando reaccionó que, frente a ella estaba Rhys…se dio media vuelta y corrió despavorida en busca de su madre.
Por otro lado, Rhys y Corín la miraron extrañados, ambos tenían el ceño fruncido y veían cómo resbalaba y pasaba de un pasillo a otro buscando a alguien. Decidieron seguir su camino, aún con la imagen graciosa de la chica, porque no podía encontrar a la persona que buscaba. Resbaló unas cuantas veces sin caer al suelo en aquel piso tan liso…encontró a su madre, que se alteró al verla agitada.
—¿Qué te pasó?
—Es…que…es que…
— ¿Sí? —Preguntó su mamá. — ¿A quién viste?
—Rhy…Rhys…y Co…Corín…
—Te reconocieron ¿verdad? —Su madre la veía con el ceño fruncido.
— ¡No…sé! ¡Vayámonos!
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Editado: 14.04.2018