Yacía acostada en su cama, su cuarto estaba inundado de oscuridad, el calor de las cobijas era reconfortante y cálido, su ciclo de sueño había llegado a su fin; sólo abrió los ojos para ver que se daba la media vuelta, volvió a cerrar los ojos dejándose adentrar una vez más a la primera etapa del sueño; sin embargo, aquel fue interrumpido cuando sintió que alguien se metió en su cama.
Abrió los ojos al instante, a pesar de la oscuridad, pudo ver quien era la persona que había llegado mágicamente a su lugar de descanso, se trataba nada más y nada menos que la persona de sus pesadillas. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, al mirar la sonrisa que le dedicaba esa persona mientras estaba encima de su cuerpo; más impactante aún que andaba en ropa interior.
— ¡Quítate! —Gritó asustada.
—Tranquila. —Dijo. —No voy hacerte daño.
— ¡No quiero! ¡Déjame en paz! —Atrapada bajo el cuerpo de esa persona, cerró los ojos para que nada más le fuera a pasar; por un momento recordó a ese hombre de cabellos ondulados que tanto le gustaba, y al abrir los ojos, se encontraba fuera de su cama. Sus ojos le mostraban un enorme parque llenó de árboles y juegos abandonados. Agradecía que estaba vestida, era de noche, traía una chamarra gruesa, pantalón de mezclilla y sus cómodos tenis.
—Tengo que buscar a Rhys. —Corrió por el parque en medio de la noche, no tenía idea de cómo había llegado allí, y lo agradecía porque estar en un parque de noche, abandonado y que los columpios se mecían solos por la brisa nocturna, era mejor que estar en casa viviendo aquella pesadilla.
Vio a Rhys detrás de la reja que dividía el parque de la calle. Sintió que el corazón le latió con fuerza, podía reconocer ese suéter color azul grisáceo, con ese diseño que parecía estar roto. Saltó la reja mientras Rhys terminaba su cigarrillo.
—Pensé que no vendrías.
—¿Por qué?
—Tardaste mucho, tu sueles ser más puntual…—Tiró la colilla de cigarro al suelo y lo piso para apagarlo.
Se tapó el rostro con la mano y la movió hasta su barbilla; no recordaba que habían quedado de verse, pero sí que debía buscarlo, así que dedujo que llegar a ese parque no fue por arte de magia, tal vez estaba aún dormida cuando llegó. Miró a Rhys por unos momentos antes de contarle que una persona había entrado a su casa sin aviso.
—Rhys…pasó algo extraño…Y tengo miedo…
— ¿Sí? —El mayor la miró de soslayo. — ¿Ahora que te pasó?
—Viene siguiéndome…—Comentó al mismo tiempo que se mordía las uñas.
— ¿Quién?
—Ahí viene…—Apuntó hacia el otro lado de la calle frente a ellos. Rhys abrió tanto los ojos de la sorpresa que se quedó pasmado unos segundos en su lugar, mientras que Lyla volvió a brincar la reja y empezó a correr. El mayor la imitó; sin embargo, pudo alcanzarla con facilidad.
— ¿Estás bien? —Preguntó agitado.
— ¡No! ¡Intentó violarme! —Rhys la detuvo de golpe tomándola del brazo.
— ¿Estás segura? —Preguntó preocupado.
— ¡Sí! ¡Sólo vámonos de aquí, por favor!
Los dos comenzaron a correr, aquella pesadilla iba tras sus pasos a la misma velocidad que ellos, ambos estaban incómodos, corrían de un lado a otro intentando perderla de vista, pero cada intento era en vano; los encontraba. Subieron por techos de casas, fábricas abandonadas, calle tras calle, callejones, azoteas de casas, edificios y no podían perderse; era casi el amanecer y ya estaban agotados.
Rhys tuvo una idea mientras Lyla le ayudaba a subir por una ventana que llevaba a un lugar abandonado, aquella persona que les perseguía quería algo de ambos, siempre lo ha sabido, y hoy fue el momento preciso para tratar de fastidiar a los dos, sin embargo, había otras personas a las cuales ya no podía ver, o por lo menos, ellos no podían tenerla cerca. Tomó a la joven pelinegra de la mano, porque sabía que ya estaba muy cansada, comenzó a guiarla por el inmueble abandonado hasta la salida, le aconsejaba que no mirara atrás porqué de eso él se encargaría.
Su persecutor seguía pisándole los talones, no se notaba cansada, al contrario, una sonrisa iluminaba su rostro; Rhys sintió incomodidad ¿A qué extremo podría llegar con tal de obtener lo que quería? Está consciente que en este mundo hay ambiciones y estas se dividen en buenas y malas. Y sí pedían su opinión, aquella persona siempre escogía hacer las cosas más difícil por las malas. Apretó la mano de la joven que corría a su lado porqué temía que se la arrebataran, no iba a perderla, no después de estar pasando momentos agradables a su lado desde hace pocos días; era algo que ya esperaba desde hace años.
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Editado: 14.04.2018