El olor al agua del río le embriagaba, el clima húmedo y caluroso la deshidrataba; sin embargo llevaba consigo una botella con agua. El bosque llenó de vida la invitaba a explorar su belleza, sí veía un árbol que le agradará se acercaba a él y lo abrazaba.
—"Hola"—decía y después lo abrazaba para sentir su energía natural.
Llena de vida, después de tomar unos tragos de agua caliente, con piquetes de mosquitos, arañas y otros tipos de bichos, se detuvo al darse cuenta que una gran nube cubrió la luz del sol. Contempló el cielo y suspiró. «Debo encontrar el camino de regreso.»
—Ayúdame—se giró.
Al darse cuenta que no había nadie cerca, siguió su camino esperando llegar al campamento.
—Por favor—, escuchó un aullido débil al terminó de la voz en su cabeza.
Así pues detuvo el paso y buscó alrededor al animal dueño de aquel lamento. Caminó hasta el risco, (aquel bosque estaba conformado por muchas colinas) bajó por las rocas al ver un hermoso lobo color gris en el lomo y con las patas color blanco; dudó ¿por qué había un lobo en un lugar con semejante clima?
—¿Aisu?—preguntó.
No podía ocurrirsele otro ser, más que su amado lobo; sin embargo se percató que este era más pequeño. El lobo la vio mientras se lamia la nariz.
—No—, respondió—mi pata se ha atorado en la roca.
La joven frunció los labios y bajó hasta el canino, luego buscó el orificio dónde su pata estaba atrapada.
—¿Estás lastimado?
—Sí, pero no es la pata la que me duele—, el lobo hizo sus orejas hacia atrás.
—¿Cómo sabías que te iba a escuchar?—preguntó confundida, pensaba que aquella habilidad había desaparecido.
—Instinto...—alegó el lobo,—sé cuando alguien especial anda cerca, omitiendo tu humanidad.
Suspiró, movió la roca con la energía que había acumulado en sus manos para poder moverla, era un poco grande y por ser débil físicamente no iba a poder ella sola ayudar a la bestia. Cuando él estuvo libre se miraron, los ojos oscuros de aquel lobo le estremecieron, provocando que su corazón comenzará a palpitar muy rápido; su mirada infinita le penetraba el alma.
—¿Aram?—cuestionó ruborizada y con voz temblorosa.
—Hemos cambiado mucho, mi amor—dijo.
Se acercó a ella y lamió su rostro. Embriagada de angustia lo abrazó, rozando su rostro entre el pelaje que cubría su cuello, aspirando el aroma a canino y el olor a tierra.
—¿Por qué no me dijiste que eras tú?
—No me reconocerías...—, rezongó—en realidad han pasado muchas cosas...los dos nos hemos perdido el uno al otro y el destino decidió reencontrarnos aquí.
—Lo siento tanto...—habló, separándose de él, miró su pata ensangrentada.—No te has curado. —Aram gruño, alzó su pata herida y comenzó a lamerla sin perderla de vista.
—Me persiguen, por favor ayúdame, estoy indefenso y hoy...ya no puedo más, no puedo regresar a mi forma humana desde hace tiempo. Este es mi verdadero cuerpo...
El galopar de unos caballos alertó al lobo que se pegó en el cuerpo de Lyla, provocando que su espalda quedará tras las rocas encajándose el pico de una.
—Ahí vienen.
—Aram...nunca te he visto así—, comentó preocupada.
—Ni yo, lamento involucrarte.
—Te has arriesgado por mí tantas veces...por eso te protegeré cómo tú lo has hecho.
Terminado su discurso, se colocó delante de la bestia con mucho cuidado, sin llegaba a hacer el menor ruido, ambos tendrían problemas, porque no le han dicho a que se están enfrentando.
Aguantó la respiración, miró hacia arriba e intentó ver quien estaba persiguiendo a su amado apiñonado. Subió por las rocas en silencio, observó un corcel muy grande y color negro, su jinete era alto, encapuchado por aquellas capas que son tan conocidas por ella y más que nada, tan usadas por ciertos vampiros conocidos.
Se alteró al darse cuenta de aquella criatura que era su amigo en ocasiones, su tío en otras y su enemigo en esta situación.
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Editado: 24.01.2020