Rota armonía

Abrió el closet y encontró un bajo eléctrico de color blanco y cinco cuerdas; aunque la sorpresa no duró mucho, pues estaba roto. Se preguntó quién podría haber dejado semejante objeto en su territorio. Esperaba encontrar más sorpresas así allí dentro cada que abriera la puerta corrediza. Lo sacó y se dispuso a practicar con él a pesar, que no sabía cómo colocar los dedos en las cuerdas y trastes para hacerlo sonar correctamente. Ya estaba jugando con el instrumento cuando su "querido" Jafet entró cómo una bala a la habitación; rezongó igual que un pequeño envidioso:

—Es mío—Lyla lo miró de reojo.

—No, estaba en mi closet.

—Es mío—, exclamó el pelinegro. —Y lo has roto...

—No. Lo encontré roto y no es tuyo. Ya es mío—, alegó la joven.

—No. Dámelo.

—Es mío...

Lector, no te imagines a estos personajes jalando el instrumento de un lado a otro; Jafet tomó asiento al lado de su hermana menor que yacía en su cama y sólo estiró la mano para recibir su preciado tesoro. (Aún desconozco porque es tan importante.) Su hermana menor le vio a los ojos torciendo los labios, paró de "tocar" y negó con la cabeza. Así duraron por lo menos diez minutos hasta que Jafet recordó que Lyla tenía deberes asignados por Eckhart. A esta chica le gustaba tocar la percusión igual que su hermano, quien le enseñaba sus conocimientos. El ejercicio tenía que ser presentado el día de mañana y Jafet observó que en el transcurso de esa semana no podía ejecutarlo.

—¿Ya te salió el ejercicio? —, preguntó apuntando las baquetas que reposaban en el escritorio.

La joven frunció los labios.

—No.

—Vamos a practicarlo. Te ayudo.

—¿De verdad? —, preguntó.

—Si.—Jafet puso los ojos en blanco. —Empecemos.

Los hermanos comenzaron hacer el ejercicio simulando los tambores golpeando sus piernas con sus manos y al momento de usar la percusión, ambos lograron realizarlo con el tiempo adecuado. El bajo eléctrico pasó al olvidó porque ninguno volvió a mencionarlo.