Crónicas de un soñador lv

¿Qué hacen aquí?

Lyla y Micaela paseaban en coche por la ciudad. Micaela estaba enseñando a su prima a manejar transmisión estándar, cosa que a la pelinegra le resultaba divertida porqué ya podía manejar sin que se le apagará el motor. Discutieron por minutos los lugares hacia dónde conduciría, luego de ponerse de acuerdo, se dispusieron a ir con una persona ya que Micaela tenía que cobrar unos pagos.

Lyla iba muy entusiasmada porque ya podía conducir sin problemas, incluso fantaseaba con poder estar en una persecución y hacer todas esas maniobras que, cómo toda espectadora de películas y televisión, se puede hacer con esos autos, sólo le faltaba tener ‘nitro’ aunque no hacía falta tanto. En esa ciudad no se podía huir de una persecución de película, ni intentarla.

Llegaron pues al edificio cerca del bosque dónde a Lyla le gusta pasar el tiempo sola para despejar sus pensamientos y tranquilizarse. Apagaron el coche, salieron de él, vieron el panorama y se aseguraron qué el edificio aún estuviera abierto. Luego se encaminaron dentro, Lyla sólo tuvo que seguir a lado de Micaela porque no tenía idea de dónde y a quien le iba a cobrar. Pasaron por pasillos oscuros que eran adornados por las puertas viejas de madera que estaba  astillada, el piso se veía viejo y mohoso, además el aspecto en general causaba escalofríos a Lyla, la luz del sol ya no daba en aquella zona y se veía un poco oscuro pues las luces del techo estaban fundidas.

En la última puerta del tercer pasillo por el que habían caminado, Micaela hizo la seña con una sonrisa, la cual provocó un poco de alivio a la mayor. Cuando Micaela abrió la puerta Lyla iba tras ella; sin embargo, al entrar las dos jóvenes se quedaron pasmadas al igual que los sujetos que estaban dentro teniendo una conversación muy animosa.

—¿Qué hacen aquí? —dijeron todos al mismo tiempo.

Se miraban con sorpresa y uno que otro sonreía.

Micaela, tenía la nariz arrugada y miraba con incredulidad a los tipos frente a ella, bufó y miró a su prima que se veía roja hasta las orejas y tartamudeaba; Corín, Eckhart y Jafet no eran sus primos pero Lyla los quería como sus hermanos. Así que pensaba que eso los hacia parientes, aunque nunca los ha considerado como tal, para ella son unos conocidos que aprecian a su prima de una forma inusual. Y no sé diga de Rhys, que está acercándose a Lyla con tanta efusividad que no cree lo que acaba de pasar ante sus ojos.

Rhys ha tomado a su prima del rostro y le ha plantado un beso cómo aquellos que ha visto tantas veces en las películas románticas. Micaela con recelo desvía la mirada y observa a los cuatro jóvenes que por su parte, hacen gesto de sorpresa y disgusto. Corín bufa y se cruza de brazos a la vez que frunce los labios, Eckhart da un suspiro vencido, Jafet se muerde el labio inferior vencido, Dabir pone los ojos en blanco y sonríe, y por último Lyla ve a Rhys en estado de shock y sigue más roja que un tomate, mientras el peli ondulado sonríe.

Lyla le ha platicado a Micaela, que le fascina ese hoyuelo que se forma en la mejilla derecha de Rhys, por culpa de una cicatriz que tiene. Por lo tanto no duda en mirar y sonríe incrédula al darse cuenta de las cosas tan pequeñas que a Lyla pueden llegar a gustarle de una persona, por ejemplo los colmillos que Micaela tiene.

—¡Hola! —, dijo Rhys rompiendo el silencio—¿Cómo han estado?

—¡Ja, ja, ja! —Rió sarcástica Micaela. —Hemos estado muy bien…demasiado bien…y creo que nos equivocamos de puerta…Vámonos Lyla…

Jaló a su prima esperando que se saliera de ese trance inoportuno.

—Eeeh…Nos vemos...

Contestó Lyla sonriendo tímidamente a Rhys y después, les hizo la seña de adiós a los demás.

 



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 24.01.2020

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