Crónicas de un soñador lv

Tsunami

Veía hacia los edificios que conformaban la enorme ciudad costera, era especial porque desde su lugar los edificios se contemplaban abajo del mar. Se preguntaba, además, qué clase de ritual cultural se realizaba, puesto que la mitad de la población caminaba eufórica por la playa. Si no le fallaba la percepción espacial, podía deducir que se encontraba a veinte metros de distancia del mar, cuando hace un momento el agua le mojaba los pies. Observó su entorno mientras la muchedumbre gritaba de felicidad al poner atención a la persona que hablaba en el escenario, había música, disfraces, dulces, vendedores ambulantes, cervezas, refresco, agua, ruido. Mucho ruido.

  Viro al mar otra vez, el agua se encontraba más lejos. El estómago se le estrujo. «Vendrá un tsunami…habrá un tsunami. Tengo que salir de aquí.» Corrió sintiendo cómo sus pies descalzos eran absorbidos por la arena mojada, que se hundía cada vez que daba un paso, retrasándola en su escape. El ligero temblor que se presentó en el suelo sólo hizo que se alterara más y más, pues las personas que celebraban en la playa no se habían percatado del mar.     

—¡Viene un tsunami! —, gritó lo más fuerte que pudo. —¡Corran!

Las personas que lograron escuchar su advertencia, se giraron hacia el mar y comenzaron a correr advirtiendo a más gente.

  Posteriormente la joven llegó a sentirse en un desierto costero, porqué la ciudad estaba más lejos de lo que había visto antes, sin embargo, frente a sus ojos un montón de personas le obstruían el paso a todos los que querían salvar sus vidas y por si fuera poco, corrieron hasta ellos con los puños en alto algo que la sorprendió más, ya qué niños, mujeres, jóvenes y adultos empezaron a golpear a las personas que venían a la par que ella.

  Esquivó golpes y personas que querían detenerla con su agresividad, pero no se dejó y siguió corriendo. Imaginaba que una enorme ola se iba a llevar todo a su paso y nadie podría salir vivo de aquella atrocidad.

  Pasaron unos minutos cuando se vio a salvo y tomó un ligero respiro. Ya a lo lejos se veía la enorme ola que se formaba en el mar, volteó hacia los enormes edificios qué aún estaban lejos. Se habló a sí misma para armarse de valor y de fuerza, luego volvió a correr.

***

Abrió la puerta del edificio azotándola. Era el hostal dónde ha pasado su estancia en aquel país. Corrió por las escaleras de madera que hacían el eco sonoro de sus pasos, al llegar arriba giró a su derecha y siguió deprisa por el pasillo oscuro. Saludó al viejo que les dio el hospedaje, pues él veía televisión en su sillón individual de forro verde con adornos dorados. Su aspecto siempre era el mismo, camisa blanca, tirantes, pantalones viejos y grises y sus pantuflas del mismo color.

—¡Hola! —, gritó.

—No grites…veo televisión ¿por qué tanta prisa?

—Habrá un tsunami…—, comentó preocupada.

—¿De verdad? Hace mucho que no veo uno. —El anciano sonrió.

—No es un juego, señor…es verdad…—rezongó con cautela.

—Ya lo sé…eso no me preocupa…la ciudad está bajo el nivel del mar…mi casa es vieja, yo soy viejo…no tengo nada más que mi televisión…y tú debes de ir por tu hermano…

Cerró los ojos al escuchar la palabra ‘hermano’. La imagen de Corín en aquella camilla de hospital no la dejaba dormir. No estaba al borde la muerte, lo tenían sedado y ella debía encontrar la manera de robárselo. Primero un permiso para entrar, después encontrar la habitación de Corín y hallar la manera de cargarlo.

—Dile a Robín que te ayude.

—¿Robín? —, preguntó volviendo a mirar al anciano pues ya iba derecho a su habitación por su equipaje.

—Sí…ese chico que se parece al Robín de Tim Burton—, afirmó. —Trabaja en ese hospital.

La joven afirmó acordándose del vecino del piso de arriba, sin embargo, primero tenía que alistar el equipaje de ella y su hermano, que consistía en dos mochilas negras con más artefactos que ropa.

***

—¿Paul? ¿Tú no metiste a Corín aquí verdad?

—No—, contestó mirando hacia el edificio. —Te advierto que parece un hospital común y corriente…ten cuidado.

—¿Por qué trabajas aquí?

Paul clavó sus ojos azules en ella, dibujó una sonrisa de medio lado y luego perdió la mirada en el suelo.

—Mi mentor lleva días atrapado ahí…estábamos investigando juntos este lugar y el decidió ‘sacrificarse’. Aún no lo he encontrado, espero que la suerte esté con nosotros.

Lyla afirmó. Vio el edificio que en realidad no parecía un hospital, tenía la misma fachada que el hostal dónde se hospedaba. Llevaba un mes en ese país…se supone que buscaban a Gabriel y ya se habían metido en más problemas y no encontraban pistas del vampiro. Ya era de noche…la alerta de tsunami había sonado en toda la ciudad por media hora, recordaba haber bajado las escaleras cómo una loca junto con su equipaje, cuando al abrir la puerta se topó con ‘Robín.’ Se preguntaba por qué el anciano decía que se parecía al actor…no tenía nada similar a él.



#32539 en Otros
#10489 en Relatos cortos
#23576 en Fantasía
#9440 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 24.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.