Miraban tras su espalda para ver que nadie los perseguía, se habían metido sin que nadie los viera a esa propiedad privada. Tuvieron que dejar a ciertas personas inconscientes en el trayecto para poder saltar el muro de cinco metros de altura con las rejas electrificadas. Pensaron que al pasar el muro de seguridad se encontrarían con una enorme mansión, pero, sus ojos observaron con asombro la cantidad de edificios que tenían en frente. Contempló con asombro aquella pequeña ciudad tras el muro. No sabía porque acompañó a Ilya en un lugar tan asombroso y misterioso.
— ¿A dónde vamos? — Preguntó la muchacha susurrando.
— En el último…allá arriba —, apuntó el mayor con el dedo índice.
La joven desvió la mirada hacia el edificio blanco de cinco pisos. Pudo ver con asombro a un sujeto con traje claro y camisa azul marino, cabello negro peinado hacia atrás.
— Parecen Yakuzas.
— Shhhh…
— ¿Qué?
— Lyla…son Yakuzas —. Le miró sorprendida.
Recordó la vez que fue perseguida por Yakuzas en el carnaval y que los perdió, llegando a un callejón oscuro y tenebroso.
— Ilya…¿Qué vamos hacer?
— Tenemos que buscar a Cassiel —, contestó con seriedad.
El mayor bufó rascándose la frente, movió un poco el sombrero en su cabeza, luego miró a la joven como cuando tiene algo muy importante que decir, ella sintió que un escalofrío le recorrió la espalda al toparse con sus ojos.
— Lo atraparon hace días. Él no está involucrado…sólo que…el tatuaje del brazo…— Ilya señaló su brazo.
— ¿Cuál de todos?
— El dragón. — La joven bajo la cabeza decepcionada.
— Hace tiempo…tuve un sueño —, levantó la cabeza. — Un desconocido buscaba a Cass, yo no lo conozco, pero, él si…tal vez…sea…el mismo…— Ilya afirmó en silencio.
El mayor emprendió el camino otra vez con el mismo sigilo de antes, iba delante de la joven indicándole el camino más seguro. Llegaron con éxito al edificio, el cual penetraron con facilidad pues todos los personajes que se suponía cuidarían la entrada estaban arriba muertos. Todo el último piso estaba lleno de sangre y cadáveres. La escena sangrienta alteró a la joven que salió disparada a buscar un baño para vomitar y cuando lo encontró, gritó al toparse con un cuerpo en la bañera.
Ilya apresurado y preocupado corrió al encuentro de la joven que lloraba en silencio tapándose la boca con una mano para no gritar más. El mayor la rodeó con un brazo por los hombros y la acercó a su cuerpo dándole consuelo con una caricia en sus cabellos y diciéndole en susurros que se tranquilizara.
— Tú has hecho cosas peores —, comentó cuando la joven se había calmado.
— Hoy, estoy sensible —, masculló en un susurro aferrándose a Ilya en un abrazo. — ¿Dónde está Cassiel?
— Creo que ha saltado desde aquí…mira la ventana, está rota.
— Ilya…¿dónde está Hidan? ¿Por qué tú vienes por él?
El mayor rodó los ojos por el comentario. No tenía nada en contra de Hidan, sólo le molestaba que la joven no recordará de vez en cuando, que Hidan lleva meses desaparecido. Ella fue testigo.
— Sigue dónde lo dejaste la última vez…
— ¿Qué? ¿De verdad? — Preguntó sorprendida. — Pero…¿por qué tú? — El mayor no respondió la pregunta, caminó hasta la ventana rota y miró hacia abajo. Sonrió y a la vez se alteró pues vio a Cassiel. Le indicó a la joven que lo siguiera y ambos saltaron por la ventana. Cassiel se levantó con pesar del suelo al mirar los pies de aquellos que le encontraron. Ambos le ayudaron a ponerse de pie, pues se lo había quebrado. Él afirmó diciendo que no se lo rompió en la caída, además tenía heridas en todo el cuerpo.
— ¿Qué te hicieron? —, preguntó la joven con un hilo de voz.
— Muchas cosas… — Respondió el mayor sonriendo y apoyándose en el hombro de Ilya. — Mi pie está roto porque esa cosa me mordió.
Lyla e Ilya miraron hacia atrás. Recostado bajo el edificio, se encontraba una criatura con escamas color esmeralda. La joven aguantó la respiración pues casi grita por el asombro. Ilya bufó y miró la sonrisa de Cassiel. Era un gesto de dolor y admiración.
— Encárgate de él, Lyla —, masculló Ilya ayudando a Cassiel a caminar. — Yo me encargaré de sacar a Cassiel de aquí, tú no vas a poder con él.
— Ahora sé porque me trajiste —, rezongó en un susurro mientras la bestia verde le miraba a los ojos. No sabía si era un dragón o una enorme lagartija, miraba cómo movía la cola de lado a lado haciendo mucho ruido y creando capas de tierra.
— Me va a comer viva…
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Editado: 14.07.2020