Crónicas de una Linnehouse.

01. Un conjunto de sucesos inesperados.

Trece años después...

—Oye, oye tú... ¡Oye! ¡Despierta.

Viola no quería despertar. Estaba demasiado cómoda, sentía que estaba durmiendo en el medio del cielo.

Era, sin duda, el mejor sueño que había tenido en mucho tiempo.

—Vamos, por favor...

—Está bien, estoy despierta —cedió. Abrió los ojos, encontrándose con todo menos con una cama cómoda y su habitación. Estaba en el medio de la isla, justo en el zócalo.

La chica que la despertó era Katia, una de las niñas que siempre cuidaba los fines de semana. Lágrimas rodaban por sus ojos, algo que no hizo más que preguntarse a Viola lo que se suponía que estaba sucediendo.

—¿Qué sucede? —preguntó, sentándose en su lugar. Sus ojos se exorbitaron al notar el estado de todo a su alrededor.

Lo que antes era un parque bien cuidado y lleno de vida se había convertido en una zona de desastre. Los árboles y juegos para niños estaban en el suelo, deshechos. Había restos de la ciudad por doquier, escombros y tierra regada en el suelo.

Y, justo en el medio, estaba ella.

—¿Qué sucede? —volvió a preguntar. Katia apretó los labios, incómoda.

—Acaba de temblar, toda la isla está deshecha, hay muchos desaparecidos. Tu familia...

—No, es imposible. Mi mamá debe de estar por ahí con la abuela Clara, y Tamara...

—No sobrevivieron, lo siento mucho. La mayoría de los que estaban en la zona sur de la isla murieron debido a que era donde estaban las construcciones más viejas. Mi tía tampoco lo logró...

La niña comenzó a llorar con más fuerza, sus sollozos convirtiéndose inmediatamente en gemidos altos.

—Eres muy afortunada —siguió—. Viviste. Eres fuerte, mucho más que cualquiera de aquí, nadie sabe como lograste llegar aquí, pero estás bien.

—¿Y los demás? —preguntó Viola, confusión brillando en su rostro.

No podían haber muerto, no sabiendo lo poderosas que eran. La cuestión era, ¿Por qué se habían ido de la isla? ¿No se suponía que su deber era proteger a los demás?

A pesar de sentirse aun dolorida, Viola se levantó. Katia parecía demasiado confundida y distraída para responderle, así que usó sus propios medios.

Suspiró, cerrando los ojos para olvidarse de lo demás, y se concentró en escuchar. No fue difícil encontrar el lugar de donde provenía la voz del alcalde, era tan aguda y fuerte como para que cualquiera sin súper sentidos la encontrara.

Se movió, yendo rápido hasta ella. El alcalde estaba en la zona comercial, donde los edificios eran muy comunes porque podían albergar a un montón de personas con menos espacio.

—No entiendo porque está en la punta edificio más alto —se quejó Viola mientras subía las escaleras—. ¿Se supone que es una princesa en apuros?

Mientras, el alcalde tenía una plática acalorada sobre el destino de la isla.

—No podemos quedarnos aquí —gritaba, eufórico—. ¡Se acerca un maremoto!

Viola se detuvo en seco, impresionada. ¿Cómo había sucedido eso tan repentinamente? ¿Alguno de sus familiares había tenido un ataque? ¿Ella había tenido un ataque?

Era imposible porque Viola no tenía el suficiente poder para crear una catástrofe como esa y se había controlado mucho desde aquella primera vez que lo había usado. Y también porque, de haberlo, hecho lo sentiría, estaría cansada, más no lastimada.

Sin más, fijó su vista en el mar. Estaba lo suficientemente alto en el edificio como para verlo desde aquella distancia y notar, también, que el agua estaba regresando dejando unos cuantos metros de playa vacía.

—Es imposible —murmuró, no creyendo lo que estaba frente a sus ojos. Por primera vez en su vida no creyó en su vista sobrehumana, dudó como nunca de sí misma.

—¡Ya viene! —gritó la secretaria del alcalde, Ernestina—. ¡Ya viene!

Viola, que seguía sin querer creer que todo aquello era real, volvió a centrar su vista en el mar. A lo lejos, rápido, el agua estaba disminuyendo a una velocidad incontrolable.

Una pequeña figura estaba al principio de la costa, Viola pudo distinguir enseguida que se trataba del mayor enemigo de su familia, Jeremy Nautckler, uno de los los Tenebris más poderosos de la historia.

Sus ojos brillaban, morados, mientras que la energía que salía de sus manos hacía que la ola que estaba manejando creciera más y más a su disposición.

Viola supo enseguida que él había hecho todo eso, había dado a luz toda aquella masacre.

Había matado a su familia.

Furiosa, Viola volvió a regresar en sus pasos dispuesta a enfrentarse a ese horrible ser. Lo había perdido todo, su familia y su hogar ya no existían.

Se encontraba sola, y haría que él lo pagara.

Usando su gran velocidad al ser una bruja, Viola llegó en menos de dos minutos hasta Jeremy. Al verla este sonrió, divertido, sus manos moviéndose en el más puro estilo de uso de magia.



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Editado: 08.03.2018

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