Crónicas de una Linnehouse.

05. Los Goldman.

Viola siempre fue buena usando la magia. 

Magia, magia, magia. Era lo único que importaba en la academia Kilorn, lo demás básicamente no tenía nada de importancia. 

Un ejemplo fue lo sucedido el primer fin de semana en la academia. Los profesores se encerraron en sus habitaciones, no había supervisión aparte de las pobres hadas que no podían hacer nada para controlar a los jóvenes y locos adolescentes de la academia. 

Viola, Heather y Tamara no sabían que era lo que debían esperar. Había chicos corriendo por todas partes el viernes por la tarde como si hubieran muchas cosas por hacer y nada de tiempo, las hadas parecían más pequeñas sirvientas que asesoras. 

Heather, siendo una hada de la primavera, quiso salir a conocer el bosque de la academia y la cascada que, según todos, era la más hermosa de Kilorn.

—Dicen que es un lugar sumamente exótico —dijo con emoción mientras avanzaban entre la maleza—. En Kilorn hay muchas zonas sin magia pero también hay muchas zonas de las que ella surge, nutriéndolo y haciéndolo sumamente fértil. Es maravilloso. ¡Ya quiero verlo! 

Lo que las chicas definitivamente no esperaban era que su lugar secreto y paradisíaco estuviera lleno de los chicos del clan Goldman y su más íntimo círculo social.

Si la mayoría de los chicos de la academia Kilorn eran engreídos, pedantes, y se creían el centro del universo, los del clan Goldman lo llevaban a otro nivel, uno sumamente exagerado. 

Había cinco Goldman en la academia. Estaban dos hermanas, Gunila y Amanda, —ambas hijas de la hermana menor de la directora—, y llamadas las perritas falderas de Blair. 

Blair era la hija menor de Peter Goldman, —el hermano mayor de la directora y jefe del clan—, y que su padre fuera tan importante la había hecho sentirse importante también. 

Los otros dos Goldman eran los dos hermanos mayores de Blair, Nicolás y Ernesto. Ernesto era el hermano de en medio, bastante calmado y promedio. 

Y Nicolás era el mayor de toda la familia, el siguiente jefe del clan y, por lo mismo, el jefe entre los cinco Goldman que había en la escuela. 

Este mismo estaba lanzándose desde la cima de la cascada cuando las chicas llegaron. En vez de caer como una persona normal, el chico usó sus habilidades como Alba, —especialmente dirigidas hacia el agua—, para crear una ola de agua que lo propulsó por el río y hizo a su compañía aplaudir con emoción como si hubiera sido la mejor cosa del mundo. 

—¡Bravo! —gritó Heather con euforia, como si hubiera sido la cosa más impresionante que alguna vez hubiera visto. 

Para Viola parecía una cosa normal. Había visto a su abuela haciendo cosas más impresionantes muchas veces. 

Nicolás centró su vista en ellas, su mirada pareció iluminarse como si las hubiera estado esperando por mucho tiempo o algo parecido. El chico era atractivo. Tenía ojos grises, cabello ondulado castaño y una linda sonrisa a pesar de que sus rasgos eran raros, su nariz era demasiado grande y había cierto aire petulante en su rostro que lo hacía perder todo su encanto. 

Salió del agua, tomó su toalla de un tronco hueco que habían usado como tendedero y fue directamente hacia ellas. 

—Me alegra que hayan venido, las estábamos esperando. 

—¿Ah sí? —preguntó Viola con ironía—. No sabía que nos habían invitado a su... —se detuvo para buscar un significado a lo que se suponía que estaban haciendo— Reunión. 

—Hoy me encontré a Heather en su piso y le dije que las esperaríamos aquí —se explicó el chico. Viola se cruzó de brazos y fulminó a la chica con la mirada. 

—¡Qué linda sorpresa! —interrumpió Tamara antes de que su hermana perdiera los estribos—. Heather siempre hace cosas como estas, nos quiere sorprender, le encantan las sorpresas. 

—Tú eres Tamara, ¿Verdad? 

—Sí —respondió. Tamara tenía una forma peculiar de actuar. Sabía defenderse, era un poco tímida y, al mismo tiempo, era dulce sin parecer una esnob. 

—Bien, pues deja que te enseñe como se siente dejar caer el agua de la cascada en tú espalda mientras un maestro en el arte del agua la controla para hacerla relajante. ¿Me acompañas? 

—¡Claro! —respondió. Viola entrecerró los ojos hacia Tamara, pero esta no hizo más que ignorarla e ir enseguida con Nicolás. 

Una vez estuvieron solas, Viola dijo: 

—Con que Nicolás nos invitó y yo no lo sabía. ¡Nos mentiste con tú cosa de que eres una hada de la naturaleza y querías explorar! 

Heather bajó la mirada, compungida. Eso seguía sin engañar a Viola, sabía que ella no tenía nada de inocente. 

—No pude decir que no —dijo para justificarse—, estaba frente a todas las chicas de nuestro grado y decirle que no nos hubiera vuelto en parias. 

—No entiendo porque siquiera quiso que viniéramos, ea estúpido. 



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Editado: 08.03.2018

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