Crónicas de una sirena enamorada 4

Luto en Tritonia y un descabellado plan

En Brisbane, William, Nina y su hijo esperaban pacientemente a orillas del mar por el regreso de sus familiares. Mientras aguardaban, Tyler le contaba a sus padres lo que había visto en aquella extraña isla la cual creía tan solo un mito de la antigua Grecia. De pronto, Nina se percató de la llegada del resto, quienes a lo lejos se transformaron y caminaron hacia la zona rocosa en donde, como de costumbre, se vistieron y emprendieron camino a sus hogares. 

La expresión de tristeza en los rostros de los Verlander causó curiosidad en la rubia australiana, quien no dudó en acercarse a ellos para preguntarles qué había pasado en aquella isla que causara su tristeza, a lo que Lumina respondió:

—Asesinaron a mi tía Lira y el reino estará en duelo por varios días. 

Nina lamentó lo que pasó con la madre del rey y le brindó todo su apoyo. Tyler y William se acercaron después para hablar con ellos. Reunidos, todos fueron a casa de Stara en donde pasaron la tarde hasta sentirse mejor. Sabían que debían actuar lo antes posible para detener a las arpías de una vez por todas. 

Perla, por su parte, sentía mucha pena por la muerte de Lira. En ocasiones se culpaba a sí misma, a pesar de que los demás le decían una y otra vez que no era así. 

Mientras los demás pensaban en cosas diferentes para dejar de lado el dolor por la muerte de Lira, Evan y su familia buscaban el modo de curar las heridas de Jaccu. El pobre gato estaba inquieto, como si se tratara de Maher intentando consolar a los tritones y, a su vez, a los Verlander por su pérdida. 

Al mismo tiempo, en Tritona, los soldados planeaban alguna estrategia para derrotar a sus enemigas voladoras de una vez. Fue allí cuando el príncipe Tristán pensó en crear un artefacto capaz de volar para luego así, atacarlas desde el aire. Para ello, Tristán propuso llevar a Joseph y Evan al fondo del mar, ya que, ambos tenían conocimientos en ingeniería que serían de gran utilidad en la creación de dicho artefacto.

Tristán ordenó a la corte reunirse lo antes posible en el gran salón del palacio de Tritonia del Sur en donde propuso su idea. Para todos los presentes, Tristán no estaba pensando con claridad y le hicieron saber que no era buena idea. 

—Joven príncipe —intervino uno de los miembros de la corte —nadie en este reino ni en los reinos vecinos está acostumbrado a estar expuesto a tales alturas como las arpías. 

A lo que Tristán comentó —Tenemos a Perla quien puede maniobrar dicha arma. 

Poseidón, quien también estaba presente en la sala, apoyó a su primo e intentó convencer a los miembros de la corte. Al ver que todos allí se rehusaban, el príncipe se ubicó en medio del salón y habló con firmeza diciendo:

—¡Todos ustedes son unos incompetentes, inservibles, buenos para nada! No sé para qué conforman la corte si jamás aprueban nada nuevo para solucionar los problemas que afectan a nuestra nación. No necesitamos que nos autoricen nada, nosotros trabajaremos por nuestra propia cuenta y ninguno de ustedes lo va a impedir. 

Ambos ordenaron a los miembros de la corte salir del lugar. Poseidón cerró las puertas y se acercó a su primo. Tristán lo miraba con admiración, pero al mismo tiempo con algo de tristeza por la pérdida de Lira. —¿Qué haremos ahora? 

Poseidón se llevó las manos al rostro y exhaló —vamos a Tritonia del Norte,tal vez allí encontremos ayuda de quien sea. 

Ambos salieron del palacio nadando velozmente hasta aquel remoto y oscuro lugar de Tritonia. El príncipe aprovechó que su padre había decidido permanecer encerrado en su habitación durante días como parte de su duelo por la muerte de su tan adorada madre. 

Todo aquello ocurrió después del funeral de Lira, a quien sepultaron junto a los restos del rey Thaón. Era obvio que Traimor no quería verse involucrado en otro conflicto en contra de las arpías por temor a perder a otro ser querido. El rey ignoraba lo que en ese momento su hijo planeaba junto al joven príncipe de Tritonia del Norte. 

Al llegar a las fosas de las Marianas, Tristán fue recibido por sus parientes en el palacio. Para sorpresa del príncipe, la reina Andrómeda tenía pensado hacer lo mismo. Para ello, le pidió viajar junto a ella con rumbo a tierra firme con el propósito de reunirse con Stara y los demás. 

Andrómeda tenía la intención de vengarse por la muerte de su mejor amiga desde que tan solo eran unas jóvenes exploradoras. Antes del viaje a Brisbane, Andrómeda preparó algunas cosas para dejar protegido el reino ante futuras posibles amenazas. En realidad, ella no confiaba por completo en Atolón a pesar de que este ha ayudado al reino durante los últimos tiempos. 

Habiendo terminado los hechizos de protección para el reino y sus soldados, Andrómeda junto a su nieto Poseidón y Tristán partieron a tierra firme en donde la sirena de cola blanca esperaba por ellos en la zona rocosa. Al llegar a la casa de Stara, ambos jóvenes le comentaron a las sirenas lo que tenían planeado. 

Stara escuchaba atentamente las ideas de Tristán mientras pensaba en Joseph y Evan. Cuando el príncipe terminó de hablar, la sirena de cola blanca propuso a los ex marineros para crear el artefacto. 

—¿Cómo lo harán posible? ¿Serán capaces de crearlo? —cuestionó Tristán. 

—Ellos fueron marineros mercantes, ¿lo recuerdas? —intervino Poseidón —lo que significa que ellos tienen conocimiento en eso que llaman ingeniería y que será útil para lo que necesitamos hacer. 



#6874 en Fantasía
#13895 en Novela romántica

En el texto hay: magia, sirena, marinero

Editado: 05.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.