La noche ya había caído; Jacob y yo nos encontrábamos solos en casa. Había recibido otra decepción de parte de mi madre así que se me notaba el dolor por eso fue que Jay se puso de pie del sillón y dijo;
–Es hora de la cena y esta princesa merece que le cocinen su comida favorita.
Fuimos a la cocina, ahí me dijo que yo le ayudaría a preparar la comida y fue bastante divertido hasta que se me ocurrió decir:
–Mamá saldrá el fin de semana a cuidar a abuela, ¿por qué no invitás a tu novio?
–Porque él no es mi novio–rió y luego suspiró–Si mamá se entera que él vino me mataría.
–Pero ella ya sabe que están juntos.
–Anny, que no somos novios–se veía frustrado–Mamá sabe que él es gay pero no sabe que yo lo soy.
Ahora todo tenía sentido.
Se me hizo curioso que se viera molesto y no triste.
–Jay, hágamoslo.
–No quiero molestarla.
El teléfono de la casa comenzó a sonar, Jacob dejó de lado el cuchillo y fue a contestar.
Mi cabeza no dejaba de pensar en un plan perfecto para unirlos. Miré el celular de mi hermano y lo tomé, sentía que estaba haciendo algo malo aunque no era la primera vez que lo agarraba de esta manera, de hecho, Jay nunca se enojaba si lo agarraba pero sabía que si descubría lo que había planeado él sí se enojaría bastante.
–Mamá dijo que vendrá más tarde para después irse en la madrugada donde abuela.
–Ah que bien–le sonreí sintiéndome culpable.
•••
Su madre aún no aparecía en la pequeña casa; ya era tarde y Anahí se fue a dormir temprano ya que al siguiente día tenía escuela en la mañana, sin embargo, su hermano seguía despierto. Bajo un edredón color café se encontraba un joven triste, un joven llorando, Jacob se sentía mal por fingir felicidad pero debía hacerlo por su hermanita; su mente lo traicionaba diciéndole que no era normal, que jamás saldría del dolor y que no sería feliz.
–Soy débil–susurró entre sollozos–Muy débil.
Secó sus lágrimas con la manga de su abrigo, quitó el edredón de encima suyo y se levantó de la cama para ver como estaba Anahí. Al verla dormida sonrió tiernamente, la amaba demasiado. Ella es su todo.
Escuchó su celular sonando así que rápidamente llegó a su habitación. Su corazón latió con fuerza en toda la llamada.
–¿Qué hacés aquí?
–Vos me dijiste que viniera.
–¿Yo?–se sorprendió y luego el nombre de su hermana apareció en su cabeza.
–Sí, ¿quién más? ¿Estabas llorando?
–No–apartó su mirada pero lo obligaron a mirar con un movimiento lleno de ternura.
–No entiendo que pasa en tu vida pero sabés que estoy para vos.
–Gracias–sonrió.
–Me gusta tu sonrisa. Sos como un modelo–rió incomodó.
Jacob se le acercó pero su amado se alejó.
–No estoy listo.
–Solo te iba a besar–se rió.
–Ah... Eso sí–rió nervioso.
–¿Qué hace él aquí?
Ambos chicos se sobresaltaron.
Jacob sintió miedo y el otro adolescente le tomó la mano.
–Señora, solo vine a ayudarlo.
–¿A qué? ¿A ser un fenómeno como vos?
–No tiene nada de malo ser lo que somos.
La mujer se le acercó, se rió con burla y lo agarró fuertemente de la muñeca para llevarlo afuera pero el muchacho era más fuerte.
–¡No me toque!–había gritado.
–Jacob, ve a dormir–dijo seriamente.
En ese momento su hijo notó que había tomado así que se alarmó.
–Vete–le dijo al chico que le robó el corazón.
–Pero Jacob...
–¡Vete ya!
Él asistió y salió de la casa sin saber lo que le esperaba al pobre joven.
•••
A la mañana siguiente desperté sintiéndome dolorida, parece que dormí torcida.
Hice mi rutina de todos los días y al terminar fui a desayunar pero no había nadie. Tendré que hacer mi especialidad. Busqué el cereal, la leche, dos cucharas y dos tazas.
Fui a buscar a Jay pensando que se había levantado tarde pero no lo encontré en su habitación, no había nadie en casa. En ese preciso momento el teléfono sonó, mi madre me llevaría a la escuela.
•••
La mañana iba muy bien, era extraña pero no me quejaría al ver que Maripaz no había llegado a molestar pero a pesar de que todo se veía excelente tengo un mal presentimiento, no solo con ella sino también con Jay porque no lo vi temprano y era muy extraño.
Tomé mi cuaderno junto a mis demás útiles y los guardé en la mochila. Respiré profundamente; algo anda mal.
C
amino por los pasillos para llegar directo a la entrada para esperar a mi madre, vi a algunos niños jugar felizmente pero yo me sentía en una película de miedo.
–De payasa a ratón.
No puede ser.
Una horrible risa se escuchó en ese lugar que parecía estar desolada sin importar que esto fuera una escuela. Me encontraba sola, sola con una niña diabólica y dos niños que parecían de sexto grado.