Crónicas del Fénix del Mar

Capítulo 10. La "Gran" Misión

WingzemonX & Denisse-chan

CRÓNICAS del FÉNIX del MAR

CAPÍTULO 10
LA “GRAN” MISIÓN

El despacho de Kreuss Lupin era amplio e impecable. Había un gran ventanal abierto por el que entraba la abrasadora luz del sol, con tal de que pudiera alimentar varias plantas naturales que decoraban el sitio.

El almirante, un hombre mayor de cabello gris corto y uniforme blanco, se encontraba en esos momentos usando una pequeña regadera para verter sólo un poco de agua en las macetas de las plantas. Clarissa y Emeth avanzaron hasta colocarse en el centro del cuarto, justo delante del amplio e imponente escritorio que coronaba la oficina. El secretario cerró la puerta detrás de ellos y aguardó a un lado de ésta. Los dos oficiales del Skyliria se pararon firmes, con sus espaldas rectas y pegando sus tobillos, para posteriormente alzar sus manos derechas hacia sus frentes en un solemne saludo militar. Emeth era más bajo que Clarissa, al menos por media cabeza.

—Capitana Clarissa Bulrskraistain Luren, del navío Skyliria de la División Número 6 de la Marina Real del Glorioso Reino de Kalisma, y su primer oficial el teniente Emeth Drew, ¡reportándose, señor! —exclamó Clarissa rápidamente de corrido y con voz firme, sorprendentemente sin quedarse sin aire en el proceso.

—Descansen —les indicó el oficial de más alto rango mientras seguía regando sus plantas, y ambos separaron sus pies y juntaron sus manos atrás de su espalda al mismo tiempo.

El almirante siguió en lo suyo por casi un minuto más, antes de dirigirse hacia su escritorio. Colocó la regadera sobre éste, entonces se sentó en su silla y se colocó sus pequeños anteojos redondos. Delante de él había un archivo cerrado color verde.

—Tengo una mañana ocupada, así que iré directo al grano si no le molesta, capitana. Supongo que ha oído hablar del Fénix del Mar, ¿cierto?

Clarissa vaciló unos momentos sin saber exactamente cómo responderle. Se preguntaba a sí misma si en efecto debería de conocer dicho nombre de algún lado y quizás sus nervios la bloqueaban; o, en realidad, nunca en su vida lo había escuchado. Si era lo segundo, ¿era correcto responderle que no? Los segundos pasaban y ella era incapaz de reaccionar aún.

—¡Sí, señor! —escuchó como Emeth respondía rápidamente, posiblemente saltando al rescate de su capitana—. Es la autoproclamada banda de piratas, liderada por el misterioso individuo apodado Jude el Carmesí, y que ha realizado varios asaltos y atentados en contra de las instituciones del reino.

—¿Piratas? —murmuró Clarissa sorprendida—. ¿Existen aún piratas en Kalisma? Creí que todos habían sido ejecutados.

—Y así es —señaló el almirante desde su asiento, obligando a Clarissa a recuperar la compostura—. A pesar de que ellos se hacen llamar de tal forma, oficialmente esta banda de ladrones no ha sido reconocida como una tripulación pirata bajo ninguna norma, y llamarlos como tal está estrictamente prohibido… al menos en presencia de su majestad o alguno de sus representantes —lo último lo había susurrado muy despacio, como si intentara contarles un secreto—. Aun así, la verdad es que ya han pasado muchos años desde que comenzaron a operar, y la Guardia Naval no ha sido capaz de detenerlos, lo cual es una verdadera vergüenza. Está de más decir que el rey Leonardo ya está harto de esta situación, por lo que ha dado la orden directa de que todo este asunto caiga en jurisdicción de la Marina Real. En pocas palabras, Jude el Carmesí  y el Fénix del Mar son ahora nuestro problema.

—¿Nuestro? —murmuró Clarissa, algo perpleja—. Pero la Marina Real no ha tenido que cazar a un pirata desde hace más de quince años… ¡Digo!, cazar a un delincuente… ladrón… ¿terrorista?

—Llámelo como sea —señaló Kreuss algo indiferente—. Y es verdad, no éramos caza ladrones, pero ahora al parecer lo somos. O, más bien, ustedes lo son.

El almirante tomó entonces el expediente que tenía delante de él y lo lanzó hacia el frente del escritorio, justo delante de ellos. Clarissa vio aquel archivo fijamente con una combinación de sorpresa e incredulidad. Emeth a su lado no se encontraba demasiado diferente.

—¿Nosotros? —musitó Clarissa—. Es decir, ¿el Skyliria?

Kreuss asintió levemente, notándose algo cansado, aunque no precisamente era cansancio físico.

—Seré honesto con usted, capitana. Somos la marina más poderosa y grande del mundo. Nuestros elementos y recursos podrían ser mucho mejor usados que en perseguir a un grupo de inadaptados que navegan en un viejo barco de madera y quieren jugar a ser piratas en esta época moderna. Pero ésta es una orden directa del rey, así que debemos darle la importancia debida. Por lo tanto, a partir de este momento, toda su tripulación deberá estar enfocada al único fin de atrapar a estos sujetos y traerlos ante la justicia. O matarlos en el proceso, lo que resulte más rápido y sencillo para quitarnos este asunto de encima.

Clarissa asintió levemente con su cabeza, aún sin poder salir del todo de su impresión.

—¡Es un honor para nosotros que nos haya elegido para esta misión, señor! —exclamó la capitana, quizás con más fuerza de la debida—. ¡Se lo agradezco enormemente!

—No me lo agradezca a mí, sino al general Bulrskraistain.



#30379 en Otros
#4223 en Aventura
#46227 en Novela romántica

En el texto hay: piratas, sirenas, princesas

Editado: 03.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.