—Cuando los cuatro guerreros se enfrentaron a la diosa, la encerraron en una vasija que hechiceros aliados crearon para detenerla. Al ya no tener la existencia de los dioses que nos protegieran, se demandó que los cuatro guerreros se convirtieran en los nuevos protectores de la humanidad fungiendo como emisarios de los dioses. —Frey recordó las palabras del señor José— Pero con la llegada de los españoles los emisarios desaparecieron. Por mucho tiempo no se supo nada de ellos; Los libros que relataban estos hechos se quemaron durante la conquista y los sobrevivientes a las guerras y epidemias resguardaron la información de manera oral. La historia se convirtió en un mito y sin los emisarios presentes, sus hazañas pasaron a ser solo leyendas.
—La leyenda de la Mariposa de Obsidiana y otras son leyendas que no podían ser contadas con libertad, es por eso que muchos pueblos originarios las mantenemos en secreto. Son pasadas de generación en generación entre los mismos habitantes con la esperanza de que algún día reaparecieran los emisarios de los dioses… ¡Y al fin sucedió! —había dicho Cris.
Para Frey recordar la conversación le daba una sensación de inquietud, pero no podía evitar no revivir sus palabras en la mente. Algo le decía que todo era más grande de lo que creía, aunque el señor José y su nieto sabían mucho, no terminaban de darle respuestas.
Un par de años antes, Nila había aparecido a la par que sus poderes; de la nada. Llegó diciendo que los cinco eran elegidos por una fuerza suprema para ser guerreros, el mejor conservaría su poder y los otros lo perderían. Por eso su pregunta a Cristian dentro de la pirámide.
Aún dudaba de la veracidad de las palabras de Nila, puesto que todos conservaron sus poderes aun después del revelador final.
Ahora se aparecía sabiendo lo sucedido con su familia y secuestrando a su hermana, a cambio de ella le pedía encontrar un mapa a algo.
Frey estaba por cumplir 12 años, aún tenía un mundo por vivir, aunque en esos momentos sentía que eran dos. Esto era algo muy grande que sobrepasaba a los cinco y solo era la punta del iceberg. Se preguntaba si había relación alguna con lo que causó el accidente de sus primos.
Y luego estaba Kou afirmando que tenían más enemigos de los imaginados. Una parte de ella deseaba perdonarlo y volver a ser amigos como antes, pero otra parte aun rencorosa, le advertía que debía ser cuidadosa y alejarlo. Había maldad y bondad en sus pensamientos. “Una madre y su hijo”, recordó. ¿Qué tenía que ver Frey y su familia en todo esto?
Aquella noche mirando a las estrellas aún analizaba las palabras de Cristian y de su abuelo. Frey salió por la puerta trasera al patio para observar la noche mientras los demás dormían en casa.
El cielo nocturno le recordó a su familia. Se preguntaba cómo se encontrarían sus primos, donde estaría su hermana y si estaba bien. También se preguntaba cómo le había ido a Yuliana con sus padres y sus tíos.
En casa, Yul recibía la noticia que su hermano estaba en coma, Froilán seguía grave, pero fuera de peligro y Lulú donde sea que esté atrapada, se encontraba cenando junto a sus enemigas, ignorando el riesgo que enfrentaba su familia.
Pero todo esto, Frey no lo sabía.
La niña dio un largo suspiró, observó sus regordetas manos. Pese a no tener complexión robusta, sus dedos eran gorditos y pequeños.
—¿Están seguros de que no hubo otros emisarios antes que mi familia? —Frey volvió a recordar, estaba más tranquila, aunque de igual forma dentro de sí sentía mucha conmoción.
—Hay gente que dice que los poderes pasaron de generación en generación y otros que dicen que se fueron al igual que Quetzalcóatl, pero que prometieron regresar. Es posible que alguien en tu familia fue un emisario y ustedes son los descendientes o bien, son la primera generación después de quinientos años —le había explicado don José.
Frey seguía observando sus manos, jugueteó con sus dedos y de ellos creó gotas de agua que jugaron flotando. Poco a poco formó una esfera líquida.
—Solo agua —se dijo así misma en la oscuridad— ni aire, ni fuego mucho menos flores o plantas… solo agua para defenderme. —Suspiró— Por eso me obligué a aprender a pelear.
Separó sus manos y la esfera cayó al suelo creando una mancha de humedad sobre el pasto.
—¡Sabía que eras la portadora del don del agua! —dijo una voz por detrás.
Sobresaltada, Frey giró para ver a Cris en el umbral de la puerta.
—Tú… ¿Lo viste? —tartamudeó.
—¡Si! —respondió emocionado—. Eres la emisaria de los dioses de la lluvia y del agua. ¡Sabía que tenía razón!
—¿Puedes guardar el secreto? —pidió.
Cris denotaba muchísima emoción, toda la que Frey no se permitía sentir, pero al ver su rostro preocupado solo asintió con la cabeza y se acercó a ella.
—Prometo guardar el secreto.
—Gracias. —Sonrió con confianza.
Frey lo analizó, el niño le agradaba, sentía calidez y buena vibra, así que le invitó a sentarse con ella en el pasto.
—¿No puedes dormir? —le preguntó la niña.
Cristian cambió su expresión a una incierta y negó con la cabeza.
—¿Quieres contarme? No soy más que una desconocida, no te juzgaré.
—Un disparo, siempre escuchó uno de la nada y despierto aturdido. Otras veces es una fuerte explosión, fuego a mi alrededor y yo me veo… acostado, sin poder moverme —dijo analizando sus palabras—. Entonces despierto.
—¿Qué crees que signifique?
—No lo sé.
Frey le escuchó sin cuestionamientos, pensó en que decir y miró de nuevo el cielo.
—Tu abuelo parece que sabe mucho, quizá tenga las respuestas a tus extraños sueños.
Cris sonrió antes de contestar.
—Él conoce algunas leyendas, su padre y su abuelo eran indígenas, hablaban la lengua y se encargaron de transmitirlas de generación en generación. La mayoría en el pueblo ya olvido la historia, pero los pocos que la conocen siguen pasando la tradición a sus hijos y nietos.
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Editado: 16.10.2021