Los primos Viera gritaron desesperados. La Diosa Negra estaba sorprendida por primera vez en la noche. En el rostro de Frey podía ver el de Ahuic y un sentimiento desesperado le invadió. Se acercó a la niña, una luz blanca bastante brillante emergió de su vientre.
La luz cegó a Frey, a la diosa y al resto de los Viera. Entonces una onda expansiva los arrojó lejos. La Señora salió volando al lado contrario a Frey y sus primos. Un halo de luz llegó hasta el cielo, eliminando el tono rojizo.
Poco a poco, cada uno de los Viera se levantaron con dificultad. Frey cayó cerca y la primera en llegar a ella fue Yuliana, al verla no pudo evitar sorprenderse; el cristal estaba roto.
—La historia la escriben los ganadores —susurró Frey—, escribiremos nuestra propia historia.
Yuliana sonrió aliviada, Dioney, Froilán y Lulú se acercaron, al verla se relajaron en gran medida. Estaba con vida, aturdida, pero viva. Ninguno pudo evitar sentir felicidad, pese a que esto todavía no terminaba.
Del otro la diosa también se enderezó, al ver de frente, se percató que el cristal estaba roto, una vez más la niña la había engañado. Sintió como la furia crecía dentro de ella, acababan de arrebatarle la oportunidad de robarle sus poderes. Flamas oscuras emergieron de sus manos y brazos y los ojos negros infinitos parecían emitir su energía. Estaba furiosa. Tenía el rostro agachado y su capucha le cubría de nuevo. Entonces comenzó a reír. Sonoras carcajadas vacías se escucharon en el campo. Se levantó y encaró a los cinco con la sonrisa de un psicópata.
—Necesitan la vasija para deshacerse de mí —dijo entre risas.
Los niños Viera sonrieron.
—Lo sabemos —contestaron los cinco.
La diosa dejó de reír.
Froilán y Dioney se levantaron antes que sus primas y atacaron primero con un chorro de su respectivo poder; los ojos de ambos brillaron uno en color blanco y el otro en color rojo. Fuego y hielo chocaban contra la diosa quien apenas pudo lanzar un rayo de su energía para defenderse.
Un choque de poderes en el centro estaba por definir al ganador. La Diosa Negra, bastante enojada, se impidió bajar su potencial, por lo que su fuerza empujaba los poderes conjuntos de ambos chicos.
A ellos se unió Yuliana con rayos de su propia energía igualando la situación, pero la diosa no cedía. Luyana se abrió paso entre Dioney y Froilán y apoyo a sus primos con una gran llamarada, entonces vieron resultado.
Macihuatli por fin estaba siendo vencida, sin embargo, su ego y orgullo se veía herido y eso le impulsaba a seguir en pie contra los emisarios.
Frey quien aún tenía la sensación aturdida, se levantó se acercó a su familia y una vez más lo dio todo por ellos. Sus palmas y ojos brillaron azules, el ambiente se tornó frío y húmedo, entonces un trueno sonó desde el cielo, Frey invocó un gran rayo para apoyar a sus primos.
La escena digna de una batalla; cinco chorros de energía contra el poder de la Diosa Negra.
—¡Ahora! —gritó Yuliana.
La orden alertó a la Señora, quien apenas tuvo tiempo de mirar por el rabillo del ojo para encontrarse a los niños que habían acompañado a Frey en su viaje; Cristian y Kousei estuvieron cerca todo este tiempo con la vasija en mano y listos para abrirla en el momento justo.
La desesperación se apoderó de la diosa, con las últimas fuerzas que le quedaban resistió el ataque de los Viera, pero era demasiado tarde. Cristian colocó la vasija en el piso y sin soltarla, la Diosa Negra comenzó a ser absorbida.
Los cinco presionaron con sus chorros de energía, por fin su enemiga retrocedió, sin embargo, insistía en resistirse. Hizo un intento por voltearse y atrapar a Cristian del brazo, pero Kou fue más rápido y de un tajo le cortó la mano.
La Diosa Negra gruñía, gritaba y se resistía, ya nada podía hacer. Las últimas cosas que vio antes de volver a la vasija, fue a los Viera usando sus poderes, con los ojos iluminados por el color de sus dones... igual que hace más de quinientos años.
—¡Volveré a salir! —gritó furiosa— ¡Y nos volveremos a encontrar a ver niños Viera!
Cuando fue tragada por completo de la vasija, esta brincó. Cris y Kou se apresuraron por tomarlo de nuevo y la fijaron al suelo.
—¡Rápido, el collar! —ordenó Cristian.
Kou, quien se había puesto el collar de Frey para no perderlo, se lo quitó y ayudó a colocarlo encima de la boca de la vasija, enseguida un sello de piedra empezó surgir formando una tapa bien apretada.
Entonces todo se detuvo y el ambiente se relajó. Ya era de noche, lo sabían porque el cielo era azul marino de nuevo. El tono rojo había desaparecido por completo y no bajaron más Tzitzimimes.
Antes de pronunciar palabra alguna, los siete se miraron unos a otros, esperando algo más, aunque ya no había nada porque pelear.
—¿Lo logramos? —se atrevió a preguntar Frey aun sin creerlo.
—Al parecer sí —respondió Dioney.
Froilán se acercó a su prima, le abrazó y le dijo.
—Jamás volveríamos a hacerte daño.
La niña primero se sorprendió, pero después correspondió el abrazo.
—Es cierto, somos familia —mencionó Yul acercándose a ellos.
—Y las familias se apoyan —agregó Dioney.
—Siempre —finalizó Lulú con un abrazo a su hermana.
También se unieron Dioney y Yuliana y los cinco se fundieron en un momento único, cada uno se sentía alegre por tenerse como familia.
—Y bien ¿Quién quiere agarrarlo? —preguntó Yuliana después de finalizar el abrazo.
Los cinco se separaron y miraron la vasija. Se vieron entre ellos incluyendo a Kou y Cris.
—¡Safo! —dijeron todos al mismo tiempo.
Alzaron sus manos y después echaron a reír.
—¿Qué dice el diario? —preguntó Dioney.
—No lo sé, no leí nada que dijera sobre esta parte —respondió Yuliana.
—Es decir que ¿leíste toda la pelea menos el final? —cuestionó Froilán.
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Editado: 16.10.2021