Crónicas magicás: Fuego y hielo

Reino de las hadas

La entrada al bosque era hermosa rodeada de flores multicolores, pájaros y mariposas volando por todo el lugar, la luz del sol rozaba las hojas de los árboles e iluminaban el paisaje de un tono verdoso, aunque soplara un viento muy gélido dentro del bosque se sentía un calor muy agradable, los árboles se hacían más altos conforme avanzaban, se sentía el éter flotar en el ambiente, se notaba que estaban cerca del reino de las hadas.

A los pocos minutos escucharon un sonido ligero de aleteos, delante de ellos estaba una chica de unos 15 años al parecer, tenía unas orejas muy alargadas y puntiagudas, en su espalda unas alas transparentes que poseían un leve brillo gracias a la luz del sol, su cabello pelirrojo recogido en trenza llena de pequeñas flores moradas, usaba un vestido verde largo hasta los tobillos que hacía juego con sus ojos.

—Me llamo Celeste —su voz era muy madura a pesar de su apariencia—Guardiana de la entrada a mi reino, si desean entrar deberán esperar a que los juzgue —Alrededor de ellos empezaron a emerger pequeñas mariposas blancas que brillaban—Estas son Flylight, nacieron de la naturaleza misma, y tienen un factor muy único, si cambian de color es porque la persona esconde la verdad, en nuestro reino valoramos la honestidad, ante todo, no permitimos que nadie entre si cambian de color.

—Eso suena muy conveniente —argumentó Blake—¿Y si solo entro y ya?

Celeste chasqueo los dedos, en un instante se vieron rodeados de un ejército de más de cien hadas que se ocultaban entre los árboles, portaban sus armas, su vestimenta aparentaba un camuflaje para esconderse en el bosque, poseían unos tonos entre marrón y verde, portaban lanzas y espadas.

—Si no quieren problemas pueden retirarse o ser juzgados.

—Queremos ser juzgados —aseguro Luna.

Celeste extendió sus brazos y las flylight volaron alrededor de ellos, estos dieron varias vueltas en círculos, Blake estaba asustado ya que empezó a pensar que era lo que ocultaba, generalmente era muy honesto, las de él no cambiaron de color, de hecho, la gran mayoría volaban a su alrededor.

Se puso nervioso por Ventus ya que él fue controlado por Two, pero tampoco cambiaron de color, quizás se deba a que su magia era controlar la sombra de las personas, en cambio las de Luna si se volvieron negros, ella empezaba a temblar del miedo.

—Lo lamento no puedes entrar —la miro con mucho cuidado—Te pido que te vayas sin oponer resistencia.

Luna dio media vuelta, Blake le tomo el brazo y la trajo a su lado.

—Lo lamento, pero no puedo permitir que se vaya —Blake se acercó a Celeste—Debe de haber una forma de asegurar que Luna no hará daño.

—¿Crees que las Flylight se equivocaron? —pregunto Celeste.

—No, a ver, es relativo lo que podemos ocultar —Blake trataba de hablar con cuidado—Luna quizás tenga un secreto que no puede revelar, un secreto que perjudique a alguien más.

—Lo que dices tiene sentido —Celeste miraba a los soldados en busca de respuesta—Si ella está dispuesta a revelar su secreto ante la reina entonces dejaremos quedarse, mientras tanto —ella chasqueo los dedos—Llévenla a las celdas, ustedes dos deberán acompañarme al reino.

Luna fue escoltada por diez guardias, estos le vendaron los ojos y luego de esposarla se fueron al vuelo, Celeste caminaba junto a los chicos sin mirarlos.

En un par de minutos, llegaron a un claro del bosque, en él se encontraba un árbol enorme media unos 300 metros de altura, debajo de este había un lago hermoso que reflejaba a la perfección la luz del sol.

Celeste floto hacia el tronco del árbol, luego apareció en pocos segundos, con una alfombra en brazos, la extendió en el suelo y le señalo a ambos para que se sentaran junto a ella, al hacerlo la alfombra se elevó poco a poco, Celeste tomo las esquinas y condujo hacia el tronco del árbol.

Volar era una sensación extraña, pero al mismo tiempo para Blake se sentía natural, se adentraron entre las ramas en esta colgaban flores que brillaban, en el centro de árbol se alzaba un castillo de madera, era muy rustico poseía cuatro torres en el cual se entrelazaban lianas y ramas, Celeste descendió a las puertas del castillo, de cerca era aún más grande, rodeados de guardias, no había rastro de Luna cosa que preocupaba a Blake.

—Ella está bien —aseguro Celeste—Me asegurare de que la traten bien.

—¿Cuándo conoceremos a la reina? —pregunto Ventus.

—Síganme.

Se adentraron, a decir verdad, el castillo no era tan grande por dentro, se sentía como si entraras en una cabaña de invierno, era muy calurosa, en el suelo había una alfombra verde que se extendía a unos escalones en los cuales había un único trono, por toda la sala se alzaban columnas de madera decoradas con flores multicolores, en el trono estaba una mujer que desbordaba una belleza descomunal, usaba un vestido parecido a una hoja otoñal, portaba una corona hecha de ramas y flores doradas, sus alas eran distintas, parecían demasiadas a las de una mariposa muy hermosas formaban un arcoíris, era alta y al igual que Celeste sus orejas eran puntiagudas.

Celeste se arrodillo al pie de la escalera, Ventus y Blake siguieron su ejemplo justo al lado de ella, la reina se levantó y camino lentamente a ellos, mostraba un porte muy señorial y una elegancia muy digno de una reina.




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