Camino entre archiveros derribados, y documentos que alguna vez valieron su peso en oro y vidas. Mientras camino en silencio (no hay nadie con quien hablar), pateo por descuido un expediente grueso con un disco duro elegantemente añadido en un sobre transparente, probablemente con detalles de alguna propiedad en una isla privada, un aeropuerto clandestino para negocios turbios hábilmente disfrazados para blanquear fondos monetarios, tal vez un edificio con oficinas en una ciudad corporativa… o simplemente con la información de alguna persona moral o empresa… No es importante. Alguna vez esta oficina estuvo llena de personas haciendo llamadas telefónicas, realizando video conferencias, enviando y recibiendo correos electrónicos, gente haciendo negocios. Hoy soy el único ser vivo… en mi propia perspectiva.
Camino despacio, entre restos de documentos y extrañas raíces que no logro identificar o saber de donde salieron. Francamente no entiendo porque se ven estas raíces atravesando el techo, ¿qué es lo que serán?
Alguna vez hubo aquí gente presuntuosa y vanidosa, gente que sabía que una mala decisión era una manera segura de arruinarle la vida a una empresa, a una persona, a una nación.
Animales esponjados, avariciosos y llenos de mierda, con el corazón lleno de dinero y ríos de oro en sus venas podridas. Seres viles de los que tanto quise ser parte, para simplemente terminar como su miserable y muy explotado sirviente sin horario ni ingresos bien definidos.
Por años pasé vida y miserias entre ellos, invisible, sin nombre ni apellido, un mero estudiante que en la escuela era el mejor, el más destacado en administración, economía, matemáticas financieras y negocios… aquí yo era basura, SU basura, propiedad de alguien y obligado a sentirme agradecido por ser esclavo de ese alguien… Y se encargaban de hacérmelo recordar a cada momento.
De estudiante con honores a sirviente sin dignidad.
Durante años acudí a trabajar a esta sala de subastas, donde ahora sólo puedes ver restos de basura y los cadáveres resecos y a medio comer de los que tanto creían ser reyes y dioses con el toque de Midas en sus penes. Luego, un día… mientras se realizaba un magno evento de valores astronómicos, con sirvientes elegantemente ataviados y con una multitud de millonarios, inversionistas, edecanes, filántropos, actores y gente reconocida mundialmente, mientras pública o secretamente se vaciaban cocaína en los testículos como talco, para luego frotarlos entre sí, celebrando un cierre de negocios multimillonario o lo que sea que celebraran estas bestias… El infierno se llenó hasta el vómito y vació su contenido en los cielos.
La enorme cúpula de vidrio reforzado se vino abajo por el estruendo de una explosión en el cielo, los muros de los pisos inferiores se derrumbaron y nos sellaron en el interior de un edificio de docenas de pisos, aislándonos del mundo a medio centenar de metros del suelo. Por un día entero vimos el cielo quemarse y arder, por un día entero los oí gritar pidiendo ayuda en sus celulares de última generación y con redes 5G y 6G, los vi tratar de mandar a los pasantes y ayudantes como si aún fueran algo o si su dinero aún valiera algo… Los millonarios idiotas embarnecidos y obesos, los metrosexuales afeminados y musculosos en trajes de colores discordantes y corbatas de mal gusto, que sólo sabían hacer dietas y pedir martinis; las arpías histéricas, bulímicas y anorgásmicas con cuerpos de modelo, mentes de perras infernales y lenguas capaces de meterse a la boca y lamer lo que fuera necesario meterse/lamer/chupar para ganar un mugroso punto más en sus acciones… todos ellos trataron de imponerse a sus sirvientes. Personalmente no se los permitiría ni un minuto más.
El primer día me escondí en un baño sin servicio, es increíble que bastaba con un letrero de “fuera de servicio” para no ser molestado en este lugar. Antes de eso, igual que todos, recorrí los pisos inferiores para darme cuenta, como todos, que estábamos aislados del mundo exterior, que los muros, elevadores y escaleras internos habían colapsado, y que no había modo alguno de salir. Los pisos inferiores se derrumbaron, dejando una cáscara vacía en al menos 15 pisos de 5 metros cada uno. No hay forma de salir, no hay forma de saltar, no podemos pedir ayuda.
Tras reconocer esta realidad se desató una lucha interna, no quiero imaginar que pasó o si se armaron bandos…
Yo solo sé que estos infelices creyeron poder seguir gobernando sobre todo el mundo, y las primeras víctimas fueron los ayudantes, asistentes, secretarios y secretarias, incluso un médium que servía de “consejero” para una inversionista. Al principio no hubo más que pleitos y gritos, algunos golpes y finalmente, unos pocos disparos. Yo me había ocultado en un baño cuyo piso se encontraba con un enorme agujero justo al entrar. Hice del sanitario del fondo mi refugio y mi territorio. A diferencia de estos tipejos, algo se despertó en mi interior. Y dormí con tranquilidad mientras mi entorno se volvía una mala copia de una selva.
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Editado: 13.08.2022