Crónicas post-apocalípticas

La Metamorphosis (primera parte)

Habitamos las ruinas de una vieja unidad habitacional, los edificios en buen estado son suficientes para un grupo de personas grande, y en este momento estamos creciendo, hay varias zonas boscosas en los alrededores que nos proveen de frutas balón, y tenemos algunos animales de granja, mutaciones y normales. Este sitio se hallaba justo en las afueras de una ciudad grande y bien construida, una de las que se vino abajo por los misiles. Aquí cerca estaba una base militar, todos sabíamos que era un silo nuclear, y cuando el cielo se puso rojo y se quemó, los misiles salieron volando hacia solo Dios sabe donde… y nunca llegaron. Por alguna razón desconocida los misiles alcanzaron una gran altura, los vientos los movieron de sus trayectorias y, se apagaron. Cayeron con fuerza, algunos sobre los mismos silos que los lanzaron. Inertes, y sin representar peligro alguno, supimos de lugares en otros puntos de Corea, mucho más alejados, donde los misiles si explotaron al caer, pero no con la intensidad que se esperaba.

 

Uno de esos refugios, hogar del Gran Lider, fue quemado por la diminuta explosión nuclear del misil que les cayó encima justo tras lanzarlo, a pesar del impacto y la llamarada, la radiación dejó de ser importante a los pocos meses, las plantas balón se comen la radiación del suelo y la hacen impotente. Nosotros vivimos bien, Justo en la Isla Rungra, en medio del río Taedong. No quedan medios de comunicación, y ninguna tecnología superior a una palanca parece funcionar. De vez en cuando los radios parecen emitir o recibir interferencia, o algún motor puede llegara funcionar (si es pequeño), los drones son de las pocas cosas que sirven, al menos por algunos minutos y eso tras cambiar el cable de cobre con que se le envuelve a la batería como “barrera” para que no absorba alguna clase de energía que los apaga. El cable se magnetiza, por cierto, y es inoperante por semanas. Le llamamos “cable quemado”, el metal parece absorver esta especie de estatica y bueno, se pone obscuro. Hay un anciano que en su momento era ingeniero, dice que se llama “corrosión fotosensible”… por cierto, se llena de hongos muy rápido. Yo creo que es por la humedad. Aunque él insiste en que, de contar con una herramienta determinada, podría medir los rayos X que emitiría el cobre al ser bombardeado por electrones de alta energía… o algo así.

 

No puedo evitar recordar, que los hongos sólo crecen en materia muerta…

 

Somos una colonia muy tranquila, las aguas del río nos protegen de las cosas que pululan en la selva y por todos lados, no las he visto, por cierto, pero no necesitamos salir de este sitio. Hay alimentos y no necesitamos salir para nada.

 

Mis hijos suelen jugar afuera, les atrae mucho la nueva libertad que hemos encontrado y les agrada que las horas de escuela son mìnimas. Ningún niño menor de 12 años sabe lo que significaba vivir aquí. No dependemos de gobierno alguno y la naturaleza nos da todo lo que necesitamos.

 

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Año 15 de la caída del gobierno

 

Recientemente comenzamos a intercambiar productos con los sobrevivientes que se asentaron en la orilla contraria del Rìo Taedong, ellos manufacturan ropas con materiales que no conocemos, y pieles de animales que tampoco conocemos, asì como productos cárnicos cuyos ingredientes preferimos no averiguar.

 

Por el intercambio pudimos hacernos de ganado básico, gallinas y algunas ovejas. Sin embargo, son diferentes, mutaciones que aún no había visto.

 

Las gallinas son mucho màs grandes de lo que recuerdo, casi el doble de tamaño y aùn màs dòciles de lo que uno se imagina para su tamaño y aspecto. Lucen feroces. Pero son apacibles. Y las ovejas no producen lana, sólo tienen valor como productos cárnicos, pero su sabor desmerece contra la carne que nos venden ya procesada y que, por cierto, no requiere muchos cuidados, no parece echarse a perder. Y es delicioso.

 

Dada la diferencia de sabores, tratamos de averiguar que carne es, de inicio no nos lo decían, pero terminaron confesando que se trata de mutaciones. Nos describen simios y monos muy grandes. Pero no les creo nada y mi rostro les indica con claridad que no confìo en sus palabras. Asì que me muestran algo que nos deja boquiabiertos a todos, sobre todo a los niños.

 

Una especie de mono pequeño, al que convenientemente le han cortado los tendones del talòn y de las axilas desde que era un bebè. Su tamaño es similar al de un niño de seis años, pero nos dicen que su edad es de apenas seis meses, y que en un mes màs habrá un cambio en su tamaño muy importante, y duplicarà su estatura y peso de manera perceptibe a simple vista… nos explican que no se les puede criar en cautiverio sin inutilizarlos y mantenerlos hùmedos, eso los reduce física y mentalmente, y por cierto, nos dice con algo de drama en su voz que, de no hacerlo, son muy peligrosos.

 

“Estos monos aparecieron de la nada -nos cuenta el comerciante-, tras las explosiones y el incremento de la flora, nadie sabe de donde salieron, pero suelen ser agresivos, solos o en grupos, pero en estado salvaje son mucho muy grandes, hasta 5 veces el tamaño de una persona, inicialmente eran una amenza, pero al descubrir que podìamos comerlos, los cazamos hasta auyentarlos lejos de la ciudad. Los que capturamos los estamos criando para comer, se reproducen con mucha facilidad y si se les mantiene mutilados y hùmedos no desarrollan sus instintos y se dejan consumir fácilmente”.




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