Crónicas post-apocalípticas

Sueños flotantes

Comienza mi día sin ninguna novedad. El amanecer nos indica que es tarde, ya que mis labores suelen iniciar a las 5 am. Pero hoy pude dormitar un poco más. No hay mandos que impongan sus horarios.

 

Mi primer deber es limpiar el huerto, remover la tierra donde se plantarán las nuevas líneas de plantas frutales. Es una actividad que realmente disfruto, si no hubiera sido marino por necesidad, me hubiera dedicado a limpiar y arreglar jardines toda mi vida. Mi padre solía ser jardinero, un pobre indocumentado sin conocimiento de otra cosa fuera de sus plantas. No sabía leer o escribir, ni menos hablar el idioma del país donde emigró para buscar un modo de alimentar a su familia. Para mí, eso me resulta heroico.  Vencer el miedo a todo y a todos, a lo desconocido, el temor a soportar malos tratos y abusos… ni idea de cuanto tuvo que aguantar para darnos una vida a mí y mis hermanos.

 

Aprendí mucho creciendo a su lado, y cada gramo de saber me ha resultado más útil que lo aprendido en la escuela y en el ejército. Nada de eso es necesario ahora. Los que manejamos los invernaderos y cosechamos el alimento hoy somos muy valiosos.

 

Abordé el Portaaviones USS Liberty una semana antes de su viaje de inauguración al pacífico, mi deber era simplemente ver el estado de los invernaderos, no soy un soldado, soy un asesor científico en materia de fitología, y uno de muy bajo rango... Y precisamente por ello aún estoy con vida.

 

Cuando llegamos justo al centro del océano pacífico, paramos por una alerta militar, nos ordenaron permanecer en silencio y esperar órdenes. Y varios años después seguimos haciendo exactamente lo mismo. Los altos mandos se han ido de aquí, en las numerosas excursiones para intentar contactar con el alto mando, pero a la vista de los fuegos y explosiones nucleares lejanas no sabemos qué hacer. El curso de acción a tomar no fue el establecido en el protocolo. Nos quedamos quietos, somos autosuficientes. Así que cada seis meses, un mando superior idiotas tomaría un medio de transporte no aéreo (son inútiles por alguna razón) y partiría en compañía de algunos soldados de combate. Los administrativos y los elementos de bajo rango -científicos en su totalidad-, permanecerían a bordo de manera indefinida.

 

Cada seis meses han partido en alguna nave del cada vez más escaso Task Force marítimo, y el día de ayer zarparon los últimos mandos. Esto reduce la tripulación sólo a personal administrativo y de carácter civil (investigadores), en total 300 personas. 300 pacíficas, científicas y apáticas personas -entiéndase “apático” en cuanto a que no nos importa que le pasó al mundo, aunque yo a veces pienso ¿Qué estará haciendo mi padre y mis hermanos? -.

 

No nos hemos movido en mucho tiempo, y la realidad es que no deseamos hacerlo. Los pocos militares que hay no deseamos irnos y ver “en que podemos ser útiles, la patria nos necesita, hay que ver si el gobierno está en pie” idiotas, aquí tenemos todo lo indispensable para vivir sin problemas, y sin necesidad de que hubiera una revuelta o sangre derramada, todos los que deseaban saber “que pasó con el gobierno constitucionalmente establecido del” bla, bla, bla…. Como si importara.

 

Seré sincero, aún si nunca nadie puede leer estas líneas. No me importa.

 

No me importa que le pasó al mundo, no me importa quien presionó el botón primero, no me importa el presidente, no me importa el super Bowl, no me importa acción de gracias, no me importa el May Flower, no me importa la maldita lo que sea, no me importa el gobierno, no me importan los dólares, no me importa la gente en tierra…. No deseo regresar.

 

Simplemente esperando, pacientemente. Todos aquellos “Militares ejemplares y ciudadanos responsables” se fueron yendo poco a poco, y ahora. No queda ninguno. Incluso hubo uno que trató de llevarme por mi rango militar y mi “obligación al servicio”, pero al oír mi nombre completo y apellido sólo dijo entre dientes, no muy discretamente, “mexicano de mierda”, se dio la media vuelta y subió al bote.

 

Con esta última partida de gente “deseando saber que pasó”, al final quedamos personas que deseamos trabajar por una comunidad propia y autónoma. Obviamente hay un líder, pero en realidad tenemos un triunvirato. Un científico, y el médico más experimentado, un ingeniero con tintes de matemático, y una Botánica. Con esas tres voces nos gobernamos, así resolvemos nuestros tres problemas fundamentales. Salud, alimentación y sustentabilidad.

 




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