La vista desde la cima de la montaña que separaba los desiertos era impresionante, el aire fresco golpeaba mi rostro trayendo consigo una variedad de fragancias. Zet se estiraba perezoso a mi lado, aprovechando los primeros rayos de sol que tocaban la montaña. Habían pasado dos semanas desde que dejamos la ciudadela de los ancestrales; y a pesar de estar todos juntos; se notaba la ausencia de Takeshi y Yorlieh. Al final, les había tomado cariño.
Me encontraba solo la mayoría del tiempo. Al parecer todos en el grupo suponían que me sentía incómodo por la nueva cercanía entre Miguel y Naythiry. Por supuesto, estaban equivocados, pero no me molesté en contradecirlo, puesto que, de esa manera, tenía más tiempo para estar solo y así poder practicar mi propia habilidad.
A pesar de confiar mucho en ellos, preferí, por el momento, seguir el consejo del viejo ancestral. Una habilidad basada en la oscuridad podría generar dudas, y eso era lo último que buscaba; crear más contratiempos en el grupo.
Todas las noches me alejaba. Al principio me seguía alguien preguntando si todo estaba bien, pero con el pasar de los días, lo dejaron de hacer y podía practicar con libertad. Ya había logrado moverme más rápido entre las sombras. Cuando eran distancias cortas, entrar y salir no me tomaba ni un segundo. Ahora quería hacerlo con mis armas, para usar mi habilidad en combate, pero una vez que me sumergía en la sombra, mis armas pesaban demasiado, lo que impedía moverme con libertad.
—Ya vamos a empezar el descenso —indicó Alberto. Asentí con la cabeza levantándome de la roca donde estaba sentado—. Deberías hablar con Miguel —soltó de repente.
—¿Le sucede algo?
—No realmente, solo que se siente incómodo pensando que tú estás incómodo por lo de Naythiry.
—No lo estoy.
—Entonces ¿Por qué te estás aislando del resto?
—No lo hago, es solo que tengo cosas en que pensar.
—Si tú lo dices.
No dijo más y bajamos a reunirnos con los demás, las cosas ya estaban preparadas, me di cuenta de que me saludaron de lejos y sin decir nada empezamos a avanzar. Pude notar que Alberto tenía razón, me estaba comenzando a aislar del grupo. Sentía que solo era libre cuando entraba en las sombras y el estar con ellos me molestaba; eso me hizo dudar de mi cordura.
Miguel y Christian se adelantaron para cazar el almuerzo. Ya no teníamos la necesidad de buscar agua gracias al dominio de Jesús. Naythiry evitaba quedarse cerca de mí, lo que no me molestaba, pero ponía al grupo incómodo. Busqué ayudar a los demás, entretenerme con las tareas simples del viaje. Conversaba más que todo con Alberto y Alonso.
—Jared —me llamó Jesús—, en ese mapa que viste ¿no había más runas?
—Sí, hay un montón por todo el continente, pero de las que necesitamos solo hay una de cada una.
—Sí, sí; pero, no es lo que quiero saber —interrumpió—, ¿hay alguna cerca?
—Así como cerca, no. Pero de camino a la ciudad de las montañas, sí. —Me acerqué a ellos— ¿Qué piensas?
—Todos tenemos estos grandes poderes gracias a la marca que tenemos, me preguntaba…
—No, no es una buena idea —interrumpió Alberto—. No buscaremos una runa para Mikel.
La guardiana volteó a mirarlo sorprendida, pero no dijo nada. La respuesta de Alberto hizo que los demás nos detuviéramos, Jesús frunció el ceño y giro su caballo para encararlo.
—No creo que sea una mala idea —intervine antes que alguno de los dos dijera algo— ¿Por qué no sería una buena idea? —Alberto volteó sorprendido—. Mira, en este momento, todos tenemos habilidades superiores, incluso Naythiry que era el eslabón más débil, ahora es la más poderosa; creo. —Traté de explicarme—. Como lo veo; a donde fuese que vayamos; sería una distracción para cualquiera de nosotros tener que detenernos a defender a Mikel.
—Yo no estoy pidiendo nada de eso —aclaró ella.
—Lo sabemos, pero Jared tiene un buen punto —intervino Alonso—, sería de mucha ayuda que pudieras defenderte sola.
—Yo puedo defenderme sola —objetó.
—Perderíamos días de viaje. —Trató de argumentar Alberto, sin prestar atención a Mikel.
—Pero si está de camino, no perdemos nada —respondió Naythiry.
—Después tú pedirás la tuya —exclamó molesto.
—Yo no necesito de una runa para ser poderosa —se ufanó.
Resopló molesto haciendo que su caballo continuara. Luego de un rato, Miguel y Christian llegaron preguntando por lo que había pasado. Naythiry abrazó a Miguel, lo que me causó una ligera molestia. Después de todo, sí me sentía incómodo por esa situación, y no era mi Arima-lotura la que me estaba volviendo loco. Apuré a mi caballo dándole alcance a Alberto, pero él no dijo nada. Consideré prudente mantenerme callado, el resto del día pasó sin apremio hasta la noche.
Esa noche no entrené como los días pasados; me quedé con el grupo alrededor de la fogata, conversando y respondiendo las preguntas de Jesús sobre la runa más cercana y cual sería mejor para Mikel. La que estaba más a nuestro alcance era una de tierra, pero si nos desviábamos un poco del camino trazado, había una más especial: la runa planta, que a mi parecer era más acorde para Mikel.
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Editado: 02.08.2022