Crónicas Zansvrikas: cambio de sangre Fanfic

Capítulo I

Damara se despertó en plena madrugada, con ganas de ir al baño. Fue caminando intentando no levantar a ninguna de sus amigas que estaban dormidas, en sus profundos sueños…
bueno ya saben cómo va la historia, el vampiro llega y los ataca a todos, Savannah, Hanny y Charlotte…

 

La historia es esta…

  Un hombre estaba murmurándole a Damara que la sacaría de allí, que haría todo por ella, cuando apareció otro, le dijo que no la moviera, parecían discutir entre cómo tratar sus heridas. Por el momento, yo me sentí ajena, olvidada, me estaba desangrando igual, el frio comenzó a recorrer mi piel, mi cuerpo… temía que fuese a morir sin que siquiera tuviera un oportunidad para luchar.
Y los escuche seguir hablando, le aplicarían algo para una conversión, drogas usadas en vampiros… todo aquello parecía una broma de una película. Me pregunte “¿acaso era eso?” pues para responderme, se sentía muy real.
Apenas pude mover los dedos, pero no lo notarían de todas formas.
Debería rezar, dirían mis padres…

-no va a sobrevivir diego… lo siento- dijo uno de los hombres.

-¡no! ¡Tienes que hacer algo!- exclamo el tal diego.

-aún hay una solución… tenemos otra viva- dijo el que permanecía ajeno a mí, pero solo sentí que ahora su presencia estaba a mi lado, tocándome el cuello.

-y que quieres, esa no me importa- frustrado, parecía llorar, furia, ira, tristeza.

-mira, hay métodos poco ortodoxos que podemos usar, ella será tu hermanastra- le decía con mucha calma.

-y una mierda, ese no era el trato, ¡sálvala!- chilla diego.

-creo que no piensa con claridad, salvare a tu hermana, pero, necesitamos a esta para eso…- decía el otro. –pero hazte la idea de que no vivirá, y en retribución por lo todo lo que has hecho, te compensare con lo que planeo intentar-

-…confiare en ti, no me queda de otra- masculla.

En ese momento, me inyectaron algo, y no supe nada más.

Para cuando desperté, lo primero que vi, fue a ese hombre apuesto, escaneándome el rostro. Me sentí avergonzada, que tanto veía en mí, aunque a la vez ya sabía cómo tratar con esas miradas, y a la vez, tenía experiencia con mi desinteresado rostro. A medida que pestañeaba, mi visión se hacía mucho mejor, de hecho, muchísimo mejor de lo que pensé. Me sentía extraña, diferente.

-hola, princesa durmiente- dice el apuesto, recuperando su erguida postura, a pesar de su porte elegante había algo de lo que me hacía desconfiar en él.

-eh… hola, ¿Dónde estoy?- sentía como si no hablara en días.

-eso es lo de menos, ¿recuerdas tu nombre?- me interroga revisando lo que parecía ser un portapapeles, en el cual marcaba algo a medida que leía, como si llenara cuadros de acuerdo a las condiciones que me viera.

-yo… Dama… no… Savannah- respondí, mi confusión inicial, me hizo creer por el momento que era Damara, y aun lo sentí por un largo rato, pero preferí aferrarme a mi nombre, repitiéndolo una y otra vez en mi mente.

-eso será un problema, ¿conoces a diego?- sigue interrogando, y anotando al mismo tiempo.

-mi hermano- dije pero me di cuenta de ese error. –el otro que estaba contigo- recordando lo poco que pude oír esa noche. –es cierto ¿estoy muerta?-

Él no pudo evitar soltar una carcajada, me quede viéndole incrédula, definitivamente no estaba muerta y su reacción me lo dejo en claro.

-ahora te diré las cosas claras porque es lo que deberías saber- dice y deja de lado el portapapeles. –yo soy el Zethee, máxima autoridad de los vampiros…

Definitivamente, quede dudando de sus palabras, pero cada vez que explicaba algo de lo que me decía, quedaba aún más curiosa, no parecía bromear en lo absoluto. Me conto que nunca había presenciado una transformación exitosa de un ser durmiente, que tenía meses dormida y la conversión fue un éxito, que ahora pertenecía a diego bajo cuidado.

Todo me caía de golpe, me aturdía, y aun así… me fascinaba. Pero lo que peor había recibido era que estuve dormida por meses.

-¿mis amigas?- pregunte.

-¿quiénes?- haciéndose el no entendido, parecía que se iba a ir. –alguien vendrá a tratarte y acomodarte… supongo, diego ahora debe encargarse de eso- suspira y en un abrir y cerrar de ojos desapareció de mi vista.

Quede en shock, levantándome, saque las intravenosas, y mire a mi alrededor, realmente no estaba herida, me sentía mejor que nunca y sentía una fuerza mucho mayor de la que siquiera podía imaginar. Todo lo que me había dicho, había resultado ser real.

De la nada aparece Diego, lo identifique, y no supe cómo. Su rostro estaba consumido por unas ojeras pronunciadas, y una mirada vacía, perdida. Junto a él, apareció una mujer demasiado hermosa, no podía creer que existiese una mujer así, debía de ser ilegal andar suelta por las calles.

-Diego…- ella le susurra, insistiéndole.

-ah sí…ella es Elizabeth, mi esposa- presenta desanimado totalmente, me dio la impresión de que su depresión la ocultaba a duras penas por ella.

-encantada de conocerte- Elizabeth se acercó a mí con mucha amabilidad y confianza, sujetando mis manos. –ahora seremos… bueno, podremos hablar de eso mientras te muestro donde estas- dice sonriendo.

-bien, dejare que Elizabeth te ponga al día, tengo trabajo…- diego desapareció sin más. No puedo decir que no sentí preocupación, porque si la sentí.

-¿Qué le pasa?- pregunte a su esposa. Aun sin acostumbrarme a que se desvanecieran de mi vista sin ningún aviso.

-no sé si deba decírtelo… ¿recuerdas todo?- ladea la cabeza, escaneando mis expresiones, porque sería que todos tienen esa maña.

-bueno, si- mentí, se me daba muy bien.

-qué raro, no deberías- se dice como a si misma presionándose los labios con el dedo índice. –está bien, Savannah ¿cierto?- yo asentí. –su hermana Damara murió en el proceso… aún no se ha recuperado de esa perdida, la amaba mucho- revela.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.