~3~

Niall.

¡Era una maldita loca!

Cerré la puerta de mi despacho con fuerza mientras intentaba sacar la mancha café que tenía en mi camisa y corbata, pero era caso perdido. Tenía una reunión muy importante dentro de unas horas y no podía asistir todo manchado y todo por culpa de una lunática que cruzo la calle en rojo. Deje mi maletín sobre mi escritorio y suspire con fastidio revolviéndome el cabello con una mano, mi única salvación era llamar a mi amigo para que me trajera una de sus camisas y si tenía suerte el aun ni se levantaba, saque mi celular y le marque, tres pitidos después contesto agitado.

-Te juro que en diez minutos llego.

No pude evitar reír, sabía que el levantarse temprano no era fiel amigo de Logan Stark.

- ¿Aun estas en casa cierto? - rogué internamente para que su respuesta fuera la que esperaba.

-Bueno...puede que si- soltó una risa.

-Jamás pensé que diría esto, peroGracias por ser un flojo. ¿Serias tan amable de traerme una camisa?

- ¿Qué le paso a la tuya?, no me digas que se te arrugo- dijo bromeando.

-No, una niña estúpida me tiro chocolate encima. Y además me llamo viejo gruñón. ¿Puedes creerlo?

Mi amigo y publicista de mi empresa se lanzó a reír como desquiciado, no le veía la gracia a lo que había dicho, pero como siempre a él sí.

- ¿Qué te molesta más amigo?;que aquella niña te haya manchado una de tus finísimas y carísimas camisas o que te haya dicho viejo gruñón.

Como si no fuera poco fruncí mas mi ceño y gruñí levemente haciendo que mi amigo riera aún más.

-Vente luego y no olvides la camisa- conteste y le corte sin esperar su respuesta.

Era obvia la respuesta, por supuesto que mi enojo era porque aquella estúpida niña me había manchado mi camisa y además mi corbata. Nada tenía que ver con que me haya dicho que era viejo y gruñón. No tenía problema con mi edad, no me consideraba un viejo, apenas cumplí veintisiete años hace unos meses, estaba en plena etapa veinteañera y tampoco me consideraba alguien gruñón...o al menos no tanto.

Tomé asiento y cerré mis ojos dejando escapar un suspiro, no era ni medio día y ya estaba cansado. No había dormido bien anoche porque me quede tarde intentando resolver algunos asuntos del trabajo, se supone que las partes administrativas lo hacia mi secretaria, pero la muy condenada renuncio hace casi tres semanas; según ella porque era insoportable. Pero ella era una incompetente, hacia todo mal y aunque intente enseñarle el cómo me gustaban las cosas, ella insistía en hacerlas a su manera. ¡Era un desastre!

Y ahora por más que entrevistara a las mejores secretarias, con un buen currículo, ninguna me daba la confianza suficiente para darle el puesto. No pagaba mal para un simple puesto de secretaria. Pero la chica que entrevistaría ahora llamo mi atención por el título que tiene y porque trabajo por nueve años en uno de mis restaurantes.

-Sara, haz pasar a...- entrecerré mis ojos mientras volvía a leer el currículo de la nueva candidata en la pantalla de mi laptop- la Señorita Bustos.

Seguí leyendo los datos de la chica, era apenas dos años menor que yo y por nueve años trabajo en uno de mis locales que queda a unas cuadras de aquí y me sorprendían dos cosas sobre ella: una es que no puso foto de referencia, lo cual no es algo necesario, pero me gusta tener una referencia de a quien le estoy dando la oportunidad de trabajo. Y dos es que es titulada en Administración de empresas con mención en marketing y ventas. Era curioso porque yo tenía el mismo título con la diferencia de que me especialice en comercio exterior. Era una colega, sin embargo, estaba postulando a un puesto como secretaria...me parecía raro y curioso.

Unos suaves golpes interrumpieron mi lectura y sin apartar la mirada de la pantalla grite que pasara, sentí como la puerta se abría, y por el rabillo del ojo note como un cuerpo entraba a la habitación, cerraba la puerta y se quedaba parada a un lado de esta.

-Toma asiento- le indique sin siquiera mirarla. Aquella chica apenas respiraba, porque el silencio que había era asombroso. Decidí dejar la pantalla y concentrarme en la nueva postulante- Okey, debo reconocer que me llamo la atención su currículo.

Cuando fijé mi mirada en la muchacha que estaba frente a mí no pude evitar sorprenderme y tal parece que por las mejillas sonrojadas de la chica también estaba igual de asombrada que yo, aunque por como vi que trago sonoramente pude darme cuenta que además de asombrada estaba asustada. Cerré mis ojos intentando calmarme, porque a pesar de que tenía rabia por mi camisa, también me daba algo de gracia la situación. Sentada frente a mi estaba la chica que me había lanzado su chocolate y la cual casi atropello por culpa de su imprudencia. Abrí mis ojos y entrelacé mis manos apoyando mi mentón en ellas mientras analizaba a la avergonzada chica frente a mí; cabello largo y alborotado de color rojo, era como si se hubiera bañado con rapidez y apenas se había peinado, su piel era clara, aunque ahora estuviera roja como un tomate.

-Bien, Señorita Bustos. Por lo que dice en su currículo tiene veinticinco años- la chica asintió rápidamente. Me recline un poco en la silla y la mire con una sonrisa sin mostrar mi dentadura- Solo nos llevamos por casi dos años, eso quiere decir que tan viejo no soy.

Como si no fuera posible el rostro de la chica estaba más rojo de lo que ya estaba, explotaría en cualquier momento estoy seguro. Mordió su labio, no sé si por nerviosismo o porque está intentando controlarse de no lanzarme algo nuevamente. Me senté derechamente y me puse más serio. La chica venía a la entrevista y debía hacerlo pese a nuestro curioso encuentro.

-Okey- carraspeé- cuénteme Señorita Bustos, ¿Por qué busca un empleo de secretaria si tiene un título en Administración de empresas? Y más aún especialista en Marketing y ventas, hay mucho campo laboral allá afuera en espera de alguien con sus características.