Crowfield: Secretos Enterrados

Capítulo 47 Que Brille Para Ella La Luz Perpetua...

La muerte había sido algo de qué hablar en Crowfield; desde los asesinatos por venganzas o  robos en la parte sur de la ciudad a la que llaman Nido de Cuervos -sabrá Dios por qué razón- hasta la parte norte que fue bautizada como el Ojo del Arpía, las vidas que se perdían desde ambas zonas era algo común, sitios donde la clase alta o baja juegan un papel importante entre la vida-muerte de todos los habitantes; como si quitarle la vida a alguien fuera decisión de ellos, más como un trofeo que como un acto vil que el ser humano describe como "sobrevivir". Pero, ¿qué pasa en el estómago y las alas de este gran Cuervo? (Refiriéndose a la zona central, este y oeste de la ciudad), ahí las muertes también ocurren... casi a menudo como en el norte y en el sur pero con la diferencia que, lo que sucede en estas partes se sabe en el resto de las otras, claro indicio de todas las calamidades que suelen pasar por ahí. En las alas la vida era algo tranquila, a duras penas se agitaba o se complicaba, modos de vida casi normales y en una extraña calma que se veía poco interrumpida. Sin embargo, son humanos al fin y al cabo; y la violencia existe en todo el ADN. Ocurrían revueltas en algunas zonas, gente desaparecida, cuerpos encontrados, familias pidiendo justicia...

 

Como podría resaltar de estos pájaros carroñeros: "sin alas el pájaro no vuela" dando a entender lo obvio de todo lo que se ha hablado.

 

Todo Crowfield parecía estar maldito, una ciudad con una forma extraña a la que le otorgaron el nombre de Campo de Cuervos por la provista aparición de estas aves desde la época de su fundación hasta la actualidad. Muchos historiadores del pueblo relataban que desde siempre éstas aves han sido parte icónica; la mala suerte, el presagio, la ruina y la muerte, ¿No es curioso lo supersticiosa que puede ser la gente a veces? Pero aún en nuestra actualidad las personas suelen creer en este tipo de cosas.

 

Dicen que cuando Helena Crabbs desapareció hubo una extraña semana en la que los cuervos parecían estar alborotados; se podían ver en cualquier lado, graznando, vigilando desde los cables de los postes y de los árboles. Ian recordaba cómo fueron esos días, todo un calvario, pero al pasar los días todo volvió a la normalidad... como si nada hubiera pasado. ¿Cómo era posible eso? El no lo comprendía, pero desde que vivía ahí nada le sorprendía del pueblo del largo Otoño. 

 

Aunque todo parecía volver al pasado desde que encontraron aquel cuerpo el domimgo, desde esa madrugada empezó a notar que los cuervos volvían a juntarse para mirar con recelo, aquel cuerpo en mal estado cubierto por una lona, ¿cómo llegó eso ahí? El Cuervo lo hizo. Era lo que pensaba, él la mató... si, él lo hizo. ¿o no...? Si era así, ¿para qué quería que los chicos vieran de lo que era capaz? ¿quería hacerle daño a ellos también? Pero...

 

¿Por qué?

 

Él sabía que el Cuervo podía hacer cosas de ese modo, lo atacó en el bosque y lo dejó tirado en algún lado del que -por suerte- pudo salir para contarlo, y gracias a sus amigos pudo salir encontrar aquello que no esperaban, y vaya que eso si no lo habían visto venir, tanto así que todavía le daba escalofríos de sólo recordar ese momento. Era como estar en una escena de una película de horror.

 

Y aún así se encontraba en esa noche del miércoles reunido junto a varias personas en la casa de la que era su amiga, Helena Crabbs. Todos los estudiantes de Crowfield High estaban ahí, algunos de otras escuelas, vecinos, conocidos, menos la familia Crabbs; ellos estaban agotados y necesitaban descansar, pero agradecieron el gesto, pero no podían estar en esa casa, claro; ya no era la casa de los Crabbs, pero también era porque habían vivido muchas cosas allí que se les hacía doloroso recordar el pasado.

 

Ian no sabía quien había organizado esa misa comunitaria pero apoyaba esa manera de que algunos que querían a su antigua amiga le rindiera un homenaje y el último adiós. Él trataba de divisar a sus amigos entre la multitud, la mayoría tenía velas en sus manos unidas amigos una especie de plástico para evitar que la vela se apagara o que se pudieran quemar, se supone que serían encendidas una vez que las oraciones para que el alma de Helena consiguiera paz iniciaran.

 

El padre Emerson indicó que Patsy B cantaría junto al coro de la iglesia una canción llamada You'll Never Walk Alone, y una sensación extraña recorrió el cuerpo del joven. Cassidy le había contado que escuchó una extraña conversación de Erick con Patsy en la que él le decía que alguien iba a pagar... ¿era una venganza por lo que Helena y ellos le hicieron? ¿ellos mataron a Helena? Todo apuntaba a que era así.

 

-La maldita sabe cantar -le comentó alguien a su lado. Era Amy-. Cualquiera pensaría que es una inocente palomita.

 

-¿Una paloma? -se burló él.

 

-Sería irónico, Ian... ¿no crees?

 

Ian asintió.

 

-Una paloma en medio de muchos cuervos... no, creo que no viviría para contarlo. Pero puede que sea algo más grande.

 

Stephen se puso a su izquierda. Se veía algo cansado a como su antiguo amigo lo reconocía.

 

-Es un zamuro.

 

Amy e Ian lo miraron confundidos.

 

-¿Un qué?

 

Stephen explicó que era un animal carroñero más grande que un cuervo, que era  un Buitre pero que en otras partes era llamado de ese modo. Ya con dos amigos junto a él, era cuestión de tiempo para que se acercaran los demás... o eso esperaba él. Se sentía extraño haciendo eso, estar ahí en esa casa, pensando en tantas cosas.

 

-¿No es extraño que venga gente desconocida a tu casa? -preguntó Jerry Smith cerca de Stephen-. Es como si estuviera aquí todavía... digo, no la conocí pero el tener a mucha gente aquí cerca se me hace algo incómodo.



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En el texto hay: misterio, desaparición, chicos

Editado: 06.06.2021

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