Crueldad Oscura

Capítulo 18

Bienvenido al juego hermano

 

 

El viento choca contra mi rostro y me encojo un poco de hombros para mantener el calor, quiero subir la ventana del coche, pero no quiero hablar con Elahia, así que me aguanto hasta llegar a mi casa. Malditos coches modernos con controles solo para pilotos.

El ambiente se siente tenso y tedioso y no me atrevo a  preguntar por Sonia porque se que me va a responder grosero o simplemente me va a ignorar y para evitar molestarme, mejor me quedo callada. 

Recargo mi cabeza en el respaldo del asiento, cierro un momento los ojos pero el viento desacomoda mi cabello haciendo que se haga para enfrente, suelto un quejido de fastidio y veo de reojo a Elahia con una pequeña sonrisa burlona, volteo un poco mas mi cara para verlo mejor y no voy a negar que hoy se ve demasiado bien, me fijo en sus ojos y estan concentrados en el camino, se ve cansado, luce como una persona que sale de trabajar y lo único que quiere es llegar a casa y descansar, por primera vez noto que su ceño lo tiene relajado y su mandíbula no esta apretada, las manos no se aferran al volante, los músculos de los hombros y brazos  no lucen tensos. Es raro, podría decir que hasta parece normal. 

-¿Estas bien?- La pregunta sale como vomito, Amelia, ¿¡es en serio!?

Elahia voltea y me mira sin expresion alguna, pero basto esa mirada para darme cuenta de que mi rostro estaba rojo y caliente, dios, discretamente me acerco de nuevo a la ventana para tomar aire, ¿soy yo o hace calor?

Un sonido de notificación hace que el saque su teléfono y es sorprendente ver como de a poco se va esfumando ese rostro relajado. Ahora luce enojado. Genial.

-¿Tu estas bien?- El tono que usa no me gusto para nada, suena burlón y me mira por pausas, para no desviarse del camino, pero cada vez que me mira yo siento mas calor, es imposible tratar con el.

-Mmmjum- Solo dije eso mientras miro hacia los arboles que pasan rapidamente y trato de contarlos para desconcentrarme y quitarme lo roja que estoy. Solo calmate...

-Mírame cuando te hablo- Y eso basto para eliminar ese bochornoso momento, no le hice caso y seguí contando los arboles.

1, 2, 3, 4...

-Amelia...

No le mires, 5, 6, 7...

-Sabes que no soy paciente, Amelia- El sonido de mi nombre al final suena severo y yo volteo los ojos irritada.

-¡Ya te dije que si, carajo! -Aqui vamos de nuevo, el siendo un estupido y yo tratando de defenderme o alejarme de el, porque la estupidez se pega. 

-¡No me hables así!

-¡Yo te hablo como se me de la gana!

El frena de golpe haciendo que mi cuerpo se vaya hacia enfrente, gracias a dios que tengo el cinturón de seguridad.

-¿Que mierda te sucede?

-Baja del auto

Yo me quede ahí sin entender que acaba de suceder.

-O bajas o te bajo, no te lo volveré a repetir

-Púdrete maldito enfermo - Veo como cierra los ojos  y respira fuerte, tratando de no explotar mas, al carajo, no lo aguanto.

Bajo del auto cerrando la puerta de un golpe sin antes enseñarle el dedo de en medio y cuando creo que ya exploto, el acelera el coche dejando una ráfaga de viento.

Mierda, mierda, mierda, porque por un momento pensé que el estaba tranquilo, siempre se tiene que hacer lo que el dice y sino se hace, se enfurece, ¿le es tan difícil ser amable por una vez en su patética vida? 

-Solo a mi me toca gente rara.

Intento ubicarme en que avenida estoy y después de analizar el lugar, me doy cuenta que estoy cerca de la universidad, todavía me queda lejos mi casa si intento ir a pie, lo bueno es que papa me dio dinero antes de irse, así que tomare un taxi.

Camino hacia la parada y se encuentra mas solo que yo, miro a todos los lados para ver si viene un taxi, pero no aparece, me quedo no mas de 10 minutos cuando veo un coche negro con vidrios polarizados pasar, pero antes de cruzar hacia el otro semáforo, este se detiene y retrocede.

Porque me pasan estas cosas. 

Saco mi teléfono discretamente e intento marcar al numero de papa, debo aclarar que a este punto ya estoy temblando, saco de mi bolso el gas pimienta y me lo guardo debajo de mi manga. Solo respira.

-¿Amelia?- Miro hacia el coche ya estacionado y visualizo al chico que acaba de decir mi nombre, mis ojos se iluminan al recordar que el comparte algunas clases conmigo, recuerdo que me descubrió tocando el piano en la biblioteca. 

Y hablando de gente rara... ¿Cómo dijo que se llama? ¿Daniel? o ¿Demon? 

-¿Estas esperando a alguien?- Su voz suena muy interrogatoria y segura de si misma, sostengo mas fuerte el gas pimienta por si las dudas. 

-Estoy viendo si pasa un taxi, pero mejor voy a llamar a papa para que venga por mi. 

-Te llevo

Ay no

-No quiero causar molestias, llamare a mi padre - Me alejo un poco, pero algo que me hace casi escupir mi corazón es que el sale del auto y no aparta su mirada, por instinto doy otro paso hacia atrás y el sonríe. 

-¿Que pasa Amelia? No muerdo, si gustas puedo hacerte compañía mientras esperas a tu padre o déjame llevarte, además no eres una molestia- Me da una sonrisa amable y su semblante cambia a uno mas tímido, mete sus manos dentro de sus bolsillos y se queda parado a una distancia prudente.

-Déjame llevarte, el lugar esta muy solo, además tengo entendido que un maniático esta detrás de ti, que hasta pensaron que era yo y el profesor... si quieres llama a tu padre y dile que estas conmigo, confía en mi. 

-No creo que a mi padre le guste escuchar eso.

Dimos un pequeño salto cuando el cielo se alumbro por un estruendoso trueno con rayo, seguido de una fuerte lluvia, mierda.

-Por favir déjame llevarte, vas a pescar un resfriado.

Lo miro por unos segundos dudosa, pero finalmente acepto la ayuda. ¿Qué podría salir mal?

*******

 



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En el texto hay: obsesion, romance, muerte

Editado: 29.04.2022

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