Crush con una celebridad

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Cómo terminé siendo manejadora para un galardonado  
actor ya bastante crecidito? 
Conocí a Benjamín Greyson en uno de los días más  
mierdas de mi vida, hace unos dos años. Había atrapado a mi prima y a mi novio teniendo sexo en mi dormitorio. Verás, los tres habíamos sido compañeros de habitación, viviendo juntos (y aparentemente durmiendo juntos) en un apartamento de  
mierda fuera del campus mientas asistíamos a la Universidad de Oregon. 
Perdí a mi prima, a mi novio, y un lugar para vivir en un día. Después, me metí a mi auto, y solo conduje y conduje. Terminé en una playa del norte de California, en la arena con mis rodillas levantadas hacia mi pecho mientras observaba la luz desvanecerse en el cielo. Así es como Benja me encontró. No sé qué estaba haciendo ahí en un esmoquin, pero ahí estaba.  
Se presentó simplemente como “Benja”, e intentó ligar conmigo. Le lancé arena con el pie. 
Por supuesto que lo reconocí. No había confusión en esos famosos ojos de dragón verde-oro y esos rasgos divinamente esculpidos. Pero estaba demasiado entumecida para estar deslumbrada y actuar como admiradora. Le conté todo. Fue horrible porque ni siquiera me preguntó qué estaba mal. Solo abrí mi boca, y toda esta mierda empezó a salir. En lugar de huir de mí como un inteligente galán de Hollywood, me llevó a un bar  donde procedimos a ahogar mis penas en licor fuerte y a fondo. 
No recuerdo mucho después de eso. En algún punto su amigo Nate se nos unió, y empezamos a ir por los bares de un sospechoso bar de mala muerte a otro. Creo que podría haber sido la que empezó la pelea con esos escalofriantes tipos motociclistas… todavía estoy confundida en todos los detalles, y los chicos no estaban lo suficientemente sobrios para llenar todos los agujeros. Recuerdo que tenía un taco que seguía tratando de romper a la mitad en la cabeza de alguien. Soy una borracha violenta, ahora lo sé. 
Desperté a la mañana siguiente con una contusión, el nombre de Benja tatuado en mi culo, y un equipo de abogados en mi rostro con un acuerdo de no-divulgación y una oferta de trabajo. 
El trabajo vino de Benja mismo. Sería una asistente para su asistente personal, Nate. El dinero era más que genial, y estaban dispuestos a trabajar entorno a mi horario escolar. Acepté agradecidamente. Es un trabajo de ensueño para una estudiante universitaria pobre como yo. Habría apuntado servidumbre en mi frente si lo hubieran querido. No me quedaba mucho  
orgullo en ese punto. 
Resulta que ser una asistente —incluso una asistente de un asistente—para una celebridad significa básicamente pasar el rato con dicha celebridad. Sí, me pagan para ir a surfear en Hawái, snorkel en las Bahamas, y senderismo en los Andes. Nunca en mi vida imaginé que tendría la oportunidad de experimentar tales cosas. Benja es patológicamente  
generoso. Donde sea que él quiera ir, me llevará. Además, le he rechazado cosas desde casas hasta matrículas de la universidad totalmente pagadas.  
Sin embargo, no digo que no a todo. Cuando Benjamín Grayson pregunta si quiero unas vacaciones con todos los gastos pagados en un spa de lujo en St. Barts, digo que sí. Incluso si dichas vacaciones cuestan más que la matrícula para toda tu carrera universitaria. Funciona de alguna manera en mi cabeza. 
¿La desventaja? Bueno, hay algunas cosas de las que podría prescindir.Primero: las mujeres. Oh, las mujeres. Nunca lo dejan solo. Y siendo el sano y joven galán que es, definitivamente disfruta la atención. No tendría problema con esto si no fuera la que tiene que limpiar el rastro de corazones rotos tras él. Para ser justa, Benja advierte a todas las chicas con las que sale  
que no está buscando una relación. Pero creo que la mayoría de las chicas lo que escuchan es “Cambia mi opinión”. Soy la que tiene que ponerlas en su lugar, y eso requiere un acercamiento muy delicado porque la mayoría de sus conquistas son las celebridades mismas. Sus egos son frágiles y gigantescos. Ocasionalmente, he tenido que jugar a un patético amor de  
la infancia o mamá soltera de su hijo, suplicando a la otra mujer que retroceda de mi hombre. Eso es realmente divertido. Una vez, le dije a una perra estrella de pop que Benja me había dado un caso de rododendros.  
Solo para ver qué pasaría. Se puso como loca, y ahí mismo tuvo a su asistente personal programándole una cita para una prueba de ETS. Ahí es donde el rumor de que Benjamín Greyson había contraído una rara forma tropical de enfermedad venérea surgió. Nunca le dije a él que se originó conmigo. 
Segundo, Benja es un adicto a la adrenalina. Siempre se las arregla para sacar tiempo de su descabellado horario para hacer algo que desafíe a la muerte, y Nate y yo, como parte de su séquito estamos obligados a ir junto a él. Acantilados y paracaidismo, carreras callejeras ilegales, escalada extrema de montaña… lo que quieras, casi hemos muerto haciéndolo. Ese  
es el lema de Benja: No has vivido hasta que casi has muerto. Estúpido. Me están pagando una obscena cantidad de dinero para besar su culo, y no puedo decir lo bien que me la estoy pasando mientras vamos a ciento cincuenta kilómetros en una trampa mortal azul metálico durante una carrera contra alguien llamado Loco G. 
Esa fue la última gota, por cierto. Había estado agradeciendo a los estrellas de la suerte que hubiera sobrevivido, hasta que vi las luces intermitentes de la policía de Los Ángeles. Entonces deseé la muerte, específicamente de Benja. Fuimos detenidos, provocando que me perdiera mi examen de estadística por tres horas. No hay esperanza para recuperarse. Ahí es donde lo perdí.

Tenía el tipo de apagón de rabia que empieza con una neblina roja delante de tus ojos y termina con sangre, y una desorientada, aunque muy satisfecha, sensación al final. Traté de renunciar; Benja no me dejó. En el esfuerzo de compromiso, accedió a bajar el tono en una pequeña parte.  
Acordé patear su culo cada vez que fuera un imbécil fuera de control. 
Ahora el tercer asunto. Benja bebe mucho. Afirma que no es un  
alcohólico porque puede estar tan sobrio como un sacerdote cuando está filmando una película. Esto es verdad. Pero hay días cuando algo lo activa.  
Va a estas borracheras y se sale de control, y la única persona que puede hacerlo entrar en razón soy yo. Tal vez porque no tengo miedo de pelear sucio.Beja necesita a alguien como yo en su vida. Él también lo cree. Si de él dependiera, estaría a su entera disposición veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Ya que no estoy de acuerdo con eso, se las arregla con  textos diarios y llamadas telefónicas. Y no importa donde esté él, tenemos que vernos al menos una vez a la semana. Es una relación empleador-empleado muy poco saludable. No estoy segura de por qué se ha apegado a mí, de todas las personas, de esta manera. Los actores son increíblemente necesitados, lo he descubierto. 
Así que, ese es mi jefe. Un metro y ochenta y cuatro centímetros de sexy bondad. Benja tiene el asunto estándar de cuerpo caliente de joven estrella de acción: alto, delgado, estilizado con músculos, y el requisito de paquete de ocho abdominales. Y, por supuesto, esa sexy cresta en forma de V apenas visible sobre la cintura de sus convenientemente sueltos pantalones.  
Es un accesorio imprescindible entre la élite de Hollywood, escuché.Es esa brillante y abierta sonrisa la que lo hace. O esos ojos. Y esa caliente y ronca voz. Sí, hay un montón de calientes chicos rubios, solo en L.A., pero no tienen el ardiente carisma que Benja tiene. Ese fuego en sus penetrantes ojos verde oro. Todo acerca de él es fascinante y completamente sin esfuerzo: su intensidad, su talento, y su buena apariencia concedida-por-Dios. Todo se traduce en magia en la gran pantalla. Podrías  
pasar toda una vida mirándolo, y aun así no superar lo impresionante que es. Historia real. 
El Chico Dorado se ve un poco desaliñado ahora mismo, con sus ojos enrojecidos y barbilla de Hollywood sin afeitar. ¿Cómo es que los chicos se ven calientes y torturados cuando no se han duchado o afeitado? Una chica nunca se permitiría salirse con la suya, ¿verdad? Yo no, al menos. 
—Oye, ¿por qué tardaste tanto? —Frunce el ceño, moviéndose a un lado para dejarme entrar. 
—No empieces conmigo —murmuro, empujando mi mochila en su duro estómago mientras me empujo por delante de él. 
Silenciosamente inspecciono su hermosa suite por daños. Bueno, no es tan malo en cuanto a donde llegan las rabietas de las celebridades: unas cuantas cosas lanzadas, algunas botellas rotas, oh, ese gran espejo sobre el escritorio de aspecto antiguo está completamente destrozado. Excepto que no creo que fuera solo un simple espejo; parecía que había algún tipo de diseño en él. Apuesto a que era caro. Supongo que cada artículo en esta  
habitación lo es. 
»Tendrás que pagar por eso, ya sabes —digo, señalando el espejo destruido. 
—Puedo permitírmelo —responde monótonamente Benja 
Ese no es el punto, pero trata de explicarle eso a una millonaria estrella de cine de veintitrés años.



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En el texto hay: amor, mentira humor

Editado: 05.09.2020

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