Durante días no supe nada de Cristóbal y Víctor, luego del último incidente en su cumpleaños me he refugiado en mi habitación. No puedo olvidar las imágenes horrorosas de la muerte de esa mujer y los gritos de dolor y suplica. Durante ese tiempo no he sabido nada, de si ha pasado algún otro incidente o si ha pasado algo respecto de los hermanos vampiros.
El ambiente es bastante tranquilo, aunque tedioso. Durante las noches abro las enormes cortinas de la habitación y me quedo mirando las estrellas, sinceramente extraño ver el día claro y soleado, el campo verde y los colores vivos de las flores.
Siento que alguien se acerca a la puerta, y dejando de mirar hacia la ventana me quede en silencio fijando mi atención solo en quien camina por el pasillo. ¿Y si es Cristóbal? ¿Entraría sonriendo y con su usual amabilidad? o ¿estaría molesto y vendría a explicar por qué no había aparecido en días? ¿Si es Víctor?
Si es Víctor... la verdad es que no sabría cómo actuar. Estoy aun confundida por su actitud protectora y esa mirada de poco amigos, él no estuvo de acuerdo con que Marcos trajera a esa pobre mujer a su cumpleaños. Sin embargo, Víctor que jamás había mostrado simpatía conmigo se preocupó de sacarse de ese lugar. ¿Como debería ahora comportarme frente a él?
Dos suaves golpes sonaron en la puerta, haciendo sobresaltarme y dejar de lado mis pensamientos. Guarde silencio sin saber que decir, nuevamente se volvieron a sentir dos suaves golpes.
—Adelante —exclamé con un hilo de voz, aunque yo esperaba que mi voz sonara fuerte y clara.
La puerta se abrió y un hombre alto, de cabellos muy oscuros entró con solemnidad. Lleva una bandeja con comida y la usual copa de sangre. Me miró fijamente y sonrió ante mi asustada expresión, debo verme muy graciosa por la forma divertida como me contempla.
—Soy Alex, el sirviente del amo Cristóbal —se presentó.
Recordé cuando Cristóbal me habló de su sirviente "Alguien como tú... Alguien elegido para ser algo que no debiera", ¿Acaso es Alex el sirviente del que me hablaba? Esa vez me dio la impresión de que Cristóbal solo había tenido un sirviente ¿acaso me había mentido?
—No sé... supone que Cristóbal... no ha tenido más que un solo sirviente...
Me quedo contemplando con expresión confundida y luego sonrió con gesto burlón y malicioso, hay algo maligno en la mirada de este sujeto.
—Si el amo te ha dicho eso entonces dejémoslo que sea así —luego dejando la bandeja sobre la cama indicó—. El amo dice que no vuelvas a devolver la copa sin tocarla otra vez.
Pienso decirle "Eso es asunto mío" pero prefiero no responderle. Luego que saliera de la habitación y me acerque a la bandeja, hay sopa de verduras, pan, y frutas, y la desagradable copa de sangre. Llevo estos últimos días devolviendo la copa llena, solo la he bebido esa vez que Cristóbal me lo había pedido. Además, aunque fuera infantil es mi única forma de protestar por mi situación y la promesa no cumplida de Cristóbal para ver a mis padres.
Me tomé la sopa, que estaba muy sabrosa, pero no quita la fatiga que siento ante la falta de sangre. En eso nuevamente alguien se acerca a la puerta me quedo quieta esperando la aparición de quien está al otro lado de la puerta, el pestillo gira con desesperación y alguien empuja como queriendo entrar sea como sea. Me pareció extraño, nunca le pongo llave a mi puerta ¿Habrá sido Alex? ¿Y por qué razón? ¿A causa de quien ahora está desesperado por entrar?
—¡¡Por favor, déjenme entrar!! —escuché la voz aterrada de una chica.
Me quede paralizada por un segundo y luego registre mis cajones, recuerdo que Cristóbal me había pasado una copia de la llave de la puerta. Cuando la encuentro corro a la puerta, no me detuve ningún segundo en pensar que podría ser una trampa, escuchaba la voz de auxilio de probablemente una chica humana, y no me equivocada.
Apenas abrí la puerta una joven entro casi arrastrándose y cerrando la puerta detrás de si de inmediato.
¿Quién es ella? ¿Y qué hace en este lugar? ¿Y si fuera otra chica secuestrada y obligada a ser sirvienta como yo? Luego volteó mirándome aterrada, la observé sin entender del todo lo que está pasando. No sé qué expresión puedo tener en mi rostro que ella retrocedió cayendo al suelo.
—No temas, yo... no te haré daño —agregue, aunque no se si soy yo quien la está atemorizando.
—Pensé que eras uno de ellos —exclamó levantándose y noto que en su rostro hay lágrimas, como si hubiera estado llorando hace mucho rato—. Te ves tan pálida y tus ojos son tan oscuros que pensé que eras uno de esos monstruos ¿te tienen aquí? ¿Estás huyendo de ellos?
—Yo... —suspire algo preocupada de asustarla más— me tienen aquí contra mi voluntad, y aunque quisiera no puedo huir...
—No digas eso, vamos a salir juntas de aquí —me tomó de las manos y luego miró por la ventana—. No parece estar muy alto, podríamos bajar por aquí.
Traté de decirle que no podía salir de aquí, pero ella se ve tan aliviada de encontrarse con alguien que cree que está en su misma situación que no sé cómo decirle la verdad, ni siquiera me atrevo a decirle que soy uno de aquellos "monstruos". Se mueve de un lado a otro, sacando las sábanas de mi cama y amarrándolas.
—Vamos a bajar con esto —empujó los enormes ventanales que chirriaron, un viento frío entró en la habitación empujando las cortinas tan fuertemente hacia adentro que ambas cerramos los ojos cubriéndonos con el brazo.
En eso escucho un grito y veo a la chica caer impávida al suelo y temblando, sobre el marco de la ventana está parado aquel odioso vampiro del otro clan, el viento mueve sus oscuros cabellos y sus ojos de azul profundo tornan a color sangre. Nos contempló con actitud maligna mostrándonos sus anormales colmillos, de forma que paralizaba el cuerpo, tiemblo sin poder evitarlo y por poco caigo al suelo por el ambiente pesado que ha caído sobre la habitación. El olor a muerte se siente con fuerzas, la chica retrocede y tomándome la mano comenzó a tiritar. La mirada asesinada del vampiro que se encuentra frente a ambas nos tienes inmóviles, aterradas, su respiración agitada da cuenta de la emoción desbordada que lo embarga, lo excita, hay ansias de matar en su semblante, y es claro que al vernos amedrentadas ante su presencia esto acrecienta su ansiedad.