¿cuál es la realidad?

Capítulo 20

Amanecí en aquel lugar, me dolía el cuello y los huesos de la espalda, dormí en aquella incomoda cama. Una de las chicas que estaban allí la había sacado, parece que habían pagado su fianza y había salido. Ya solo quedábamos dos, mi otra compañera y yo.

— ¿Por qué estás aquí? —Me pregunta ella mientras estoy sentada en el suelo.

—La miro —incendié un salón de clases, yo y otro amigo, pero él desapareció y a mí me atraparon.

— ¿Había personas allí? —Pregunta.

—Sí, estaban dando clases.

— ¿Odias tanto la escuela? —Se acerca a mí.

—No, no, es que mi familia iba a pasa por una situación muy dolorosa, yo no iba a poder soportarlo y por eso lo hice.

—Ella frunce el ceño—. No comprendo.

—Sería una larga historia, no hay tiempo para contarla…

— ¿Tienes algo mejor que hacer ahora?

—No. Mejor dime qué hay de ti. ¿Por qué estás aquí?

—Llegué un poco antes que tú, me encontraron robando una tienda y se activaron las alarmas y todo eso. Llamaron a la policía y me atraparon.

— ¿Por qué lo hiciste? —La miro entristecida.

Ella tenía que tener mi edad, era una chica linda: pelo dorado como los rayos del sol cayendo por la curvatura de su cintura. Ojos azules como el mar, nariz perfilada. Y ella tenía buena estatura.

Ella se sentó junto a mí y flexionó sus pies hacia su pecho.

—No tengo padres, mi madre estaba en el mundo de las drogas, mi padre estaba en prisión. Ella perdió la custodia de mi hermana menor y la mía. Nos llevaron a una familia sustituta, pero nos separaron. Según investigué está en Chicago, por lo menos lo que escuché su nueva familia la trata muy bien. Tenemos dos años separadas y hace unos meses perdí el contacto con ella. Desgraciadamente no corrí con la misma suerte y donde estaba me golpeaban, tenía unos hermanos que eran de la pareja y ellos creían que yo era la mucama, me obligaban a limpiar sus desastres y cuidara a los más pequeños.  Me maltrataban  mucho, falté tanto a la escuela que perdí el año, no volví a ir. Nunca me llevaron al hospital, ni nada, no se preocupaban por mí. Cuando cumplí la mayoría de edad me salí de allí, ya no quería, ni tenía por qué soportar eso un segundo más. El mismo día de mi cumpleaños hice mis maletas y me largué de allí. Fue la mejor decisión que he tomado. Me quedé unos meses en casa de mi amiga, pero ella no me podía retener por mucho tiempo. Me salí de allí, quedé en la calle, tengo tres meses durmiendo en una banca, tenía hambre y entré a esta tienda y no pagué unas papitas, no tenía dinero, me fui sin un centavo. Me detuvieron y así es como llegué aquí. Por lo menos en este lugar hay una cama, no es tan cómoda como me gustaría, pero es mejor que una dura banca. También estoy segura aquí, no estoy a la intemperie donde me puedan hacer daño. Soy joven, tengo diez y ocho años, no es seguro para mí el mundo allá afuera.

—Wao, que mal. Lo siento tanto…

—Descuida, después de todo no está tan mal como creí —interrumpe.

—No te acostumbres a estar aquí, no porque te haya ido mal signifique que eres un fracaso. No importa lo que pasó, no te acostumbres a estas paredes porque aquí no serás alguien. Esta no es la vida que te toca vivir —ella me mira atentamente y me sonríe.

—Gracias —me susurra.

Ella se acercó a mí y colocó su cabeza sobre mi hombro. Yo la dejé allí, no quería hacer nada más en ese momento que consolar a esta pobre chica.

—Yo solo tengo un mejor amigo —digo rompiendo el silencio.

Ella eleva su cabeza y me mira.

—Se llama Travis, él vive junto a mi casa, nuestra relación es ¨especial¨ él es un chico muy listo, es muy bueno casi en todo lo que hace. Casi siempre me dice las cosas tal y como son, no tiene filtro. Tenemos ya un tiempo tratándonos y es el único chico en el que confió. Yo lo quiero mucho. Vivo solo con mi madre y mi hermana, su nombre es Tamara, Tamara es mi hermana y tiene, bueno, más bien tenía un novio. Ella se alejó de mí y algo me decía que ese chico le haría daño. Travis me convención de que había que hacer algo. Lo planeamos todo, llevé todo lo que necesitabamos. Hablamos de que incendiaríamos el salón de clases donde él se encontraba, yo rocié la gasolina. La eché en un cubo y la arrojé allí. Él tenía el cerillo y todo empezó a arder. Todos empezaron a salir, él me dejó atrás y me atraparon, me descubrieron y… alguien llamó a los bomberos. Todos salieron mientras que yo aún estaba allá arriba. Veía como las llamas y el humo consumían el salón, Todo fue tan rápido que en unos cuantos minutos las llamas subieron hasta el salón de arriba. Me asomé al balcón y allí los bomberos me vieron, me ayudaron a bajar. El director llamó a la policía, ellos me capturaron y por eso estoy aquí. Mi madre me dijo que hay tres heridos, pero ninguno de ellos es que...entre los heridos no está él. Mientras estaba allí parada lo vi salir del salón.



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En el texto hay: mentiras, psiquiatra, enfermedad mental

Editado: 02.02.2019

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