La miré por unos minutos, sin saber a quién estaba viendo exactamente porque no la conocía. No tenía ni la más mínima idea de quien era esa chica.
—Robert, tienes nueva compañera —digo sin quitarle la vista de encima.
Él se gira y la ve.
—Ahh… Sí, llegó ayer según escuché a las enfermeras, fue un dolor de cabeza lograr calmarla y que permaneciera en la habitación.
Me acuerdo completamente de lo que había vivido aquella noche, ella era la chica.
—Robert, me tengo que ir —digo mientras me pongo de pie.
— ¿Qué? Pero ¿Por qué? —Pregunta sin comprender.
—Luego te contaré todo lo que sé —me pongo de pie y me voy de allí.
Subí las escaleras a toda velocidad, me dirigí hasta mi sala, cuando irrumpí en esta poco indiscreta me topé con la sorpresa de que estaba sola allí. Pasié la vista por la sala y no vi a nadie, no estaba Leah, ni Darling.
—Chicas, Chicas, ¿dónde están? —Pregunte mientras daba pasos lentos hacia internarme más y más adentro de la sala.
Empecé a acalorarme, un sudor frio se apoderó de todo mi cuerpo, apenas quería moverme, sentí a alguien detrás de mí y temí de darme vuelta, no quería saber quién era, quien estaba ahí. Estaba aterrada mi corazón latía rápido, muy rápido. Mi respiración era forzosa y apenas lograba estar de pie. Sentí como unos dedos tocaban mi espalda y se deslizaba hasta mi hombro, apreté mis ojos fuertes, muy fuertes, sabía que quien sea que estuviera ahí detrás se daría cuenta de que estoy asustada. Mi cuerpo empezó a temblar. Apretaron la mano que tenía acogido mi hombro. Abrí mis ojos. Me haló despacio hacia a un lado para que me diera vuelta.
No podía controlar mis pensamientos, no sabía ni qué pensar. Decidida de que lo iba a enfrentar me di vuelta muy despacio. Cuando vi quien era me asusté aún más…
— ¿Qué haces aquí? —Pregunté sorprendida.
— ¿No estás feliz de verme? —Escuché que me preguntó.
— ¿Por qué nunca me viste en la cárcel? ¿Por qué ahora es que vienes? ¿Cómo supiste de que estaba aquí? —Lo bombardeo de preguntas.
—No sabía que estabas en la cárcel. Ahora me enteré, por fin tu madre le dijo a alguien en donde estabas. Ya te dije —escuché que él decía.
— ¿Cómo que mi madre…? ¿A qué te refieres con eso? —Pregunté extrañada.
—Sí, Stheisy, tu madre no le ha dicho a nadie en donde estas, todos creen que estas cumpliendo condena en la cárcel. Lo siento mucho, sé que esta no era la manera en la que tenías que enterarte.
— ¿Por qué me hace esto? —Me desplomo y me caigo al suelo, donde flexiono mis piernas hacia mi pecho.
—Como lo escuchaste. Tu hermana está completamente desquiciada, No me extraña que esté aquí.
— ¿Qué? ¿Qué acabas de decir? —Lo miro a los ojos.
—Como escuchaste, cuando te fuiste tu hermana enloqueció por Alejandro, no pudimos destruirlo y pasó justamente lo que temíamos —me mira decepcionado.
—Pero, ¿cómo pasó? —Digo con la voz cortada. Las lágrimas empapan mis ojos —Espera, ¿Cómo entraste aquí?
—Stheisy… He muerto —Sentí otro tirón en mi abdomen.
— ¿Cómo que has muerto? ¿A qué te refieres? —Digo completamente perdida.
—El día del incendio, cuando te bajaron yo me quedé arriba, entré al curso porque quería sentir el poder que teníamos en ese momento. Una parte de una pared cayó y me quedé allí atrapado. Ahora solo soy una presencia que te hace vivir experiencias paranormales.
—Quieres decir que…
—Que soy un fantasma, Stheisy. Ya he muerto para todos. Te olvidaste de mi allí, esto es tu culpa Stheisy…
— ¿Culpa de quién? Tú fuiste el que se desapareció. Fuiste tú quien se fue y no me dijo nada, no supe de ti y ahora quieres venir a culparme por tu muerte. ¿Te estás dando cuenta? Estamos discutiendo echándonos la culpa de quién fue el culpable. Olvidado lo importante que fue lo que te pasó. Espera, ¿Cómo es que mi madre te dijo que estoy aquí si estás muerto? —Me pregunto.