Cuando Comencé a Quererte

¡ES ÉL!

Cuando Mariela llega me encuentra temblando, estoy fría y mirando un punto fijo, como si quisiera atravesar los edificios y alejarme de todo, no puedo moverme.

- ¿Qué sucedió Fran? ¿Por qué estas así y acá?

- No puedo responder, estoy en shock, simplemente mi boca no se abre, con ayuda de mi amiga logro salir y pasarme al copiloto y sin decir una palabra me lleva a mi apartamento, veo pasar las calles mientras voy repasando lo vivido hoy, cómo fui tan ingenua de pensar que ese apellido no tenía que ver con él.

- Fran, no quiero ser molesta, pero ya ha pasado bastante rato y no has dicho una palabra, necesito saber qué ha pasado y cómo ayudarte, por favor mírame y habla, di algo...

En el momento que me sacude logro mirarla a los ojos y sólo puedo articular - Daniel, Daniel Santoro. La cara de mi amiga es un poema, me mira y me mira tratando de descifrar lo que sucede con esas palabras, lo único que logro escuchar - "Ese maldito animal, otra vez". y siento los brazos de Mariela acercándome, es entonces cuando consigo llorar y lloro cómo desquiciada, vaciando toda la amargura que siento, es como volver al pasado y estar viviendo nuevamente las burlas, mi corazón está desgarrándose en cada lágrima y llanto, no se realmente cuanto tiempo estuve así. Veo a mi amiga moverse y la sigo, estoy nuevamente en ese estado vegetativo que no me deja reaccionar.

De pronto me veo sentada en el living de mi departamento y comienzo a relatar cada uno de los momentos vividos hoy. - ¡Te desmayaste! y él ¿qué hizo?, le cuento que fue Max quien me ayudó y logro ver un destello en sus ojos, sé que ellos tuvieron su historia, pero ambos son demasiado independientes, lo dejaron en buenos términos, claro que después de las grabaciones Mariela nunca más volvió a dirigirle la palabra, para ella él era tan culpable como su amigote.

- No sé qué hacer, te juro que yo no sabía que era su empresa, claro su apellido me llamo la atención, pero como imaginar que precisamente era él uno de los socios, te juro que de haber sabido jamás hubiese puesto un pie en esa empresa. Lo peor es que estaba tan segura de poder conseguir ese empleo, ya de verdad no puedo estar más sin trabajar, no sé qué hacer, pero trabajar ahí, Dios no podría.

- Algo en mi decía que esto no iba a salir bien- me dice Mariela.

- Cuándo mencionaste el nombre de la empresa, es cómo si mi sentido arácnido se hubiese activado. La miro y sólo sonrío, sé perfectamente de lo que habla, siempre fue muy perceptiva y no confiaba mucho en la gente.

Ya más calmada, vuelvo a caer en cuenta de que no conseguí el trabajo y ya no me quedan ahorros.

- ¿Qué voy a hacer, Mariela? ya no tengo ahorros, estaba segura que me iría bien en la entrevista y ahora no sólo estoy sin trabajo, sino que todos mis temores están nuevamente y no quiero volver a casa de mis padres, tú sabes que la relación con mis hermanos no es muy buena entre ellos y yo.

- No te preocupes, si no encuentras trabajo luego, me mudo contigo o buscamos un departamento cerca del hospital, ¡Vivamos juntas!

- Te recuerdo que ayer hice esa oferta y la rechazaste, no quiero ocasionar problemas, tendré que comenzar a buscar nuevamente, sólo espero poder encontrar en la ciudad y no tener que marcharme.

Mientras en el edificio de Santoro Arquitecto & asociados era el mismo infierno, nadie quería acercarse a la oficina del socio mayoritario, nadie en su sano juicio pasaría siquiera por el pasillo, aún se escuchaba la tiradera de muebles y cosas rotas dentro de la oficina, lo que más extrañaba a todos era que si el señor Santoro tenía un genio que dejaba mucho que desear y no permitía errores, jamás se había comportado de esa manera.

Entre los pasillos se trataba de averiguar qué es lo que había pasado, se sabía de la entrevista, unos hablaban de la chica desmayada, decían que tal vez haría una demanda y por eso el enojo del jefe. Otros decían que era su amante, cómo algunos vieron a don Maximiliano llevarla en brazos, pensaban que era amante de él. Muchos cuchicheos y nadie se acercaba a lo que realmente estaba pasando.

Sólo una persona era capaz de entrar sin temor y ese era Max, mostrando un pañuelo blanco antes de entrar pregunta...

- ¿Se puede? Lo veo asomar la cabeza y sólo lo miro, no soy capaz de pronunciar palabra. - Daniel, sé que no estamos muy bien, sé lo difícil que debe ser para ti, pero es necesario que te calmes, allá afuera corren las apuestas para tratar de averiguar qué pasa contigo, están muy extrañados. - no me mires así, sé que no esperabas verla ni mucho menos en esta situación, pero no has pensado que la vida es sabia y por algo hace las cosas. Quizás sea momento de aclarar tantas dudas y cerrar de una vez este capítulo en tu vida.

Lo miro y lo miro, no sé qué decir. Entrecierro los ojos y recuerdo cuando la llevaba en brazos y mi bilis comienza a subir, entonces le pregunto ¿por qué la tomaste en brazos?, no pudiste llamar a alguien.

Max me queda mirando tocándose el pecho abriendo su boca hasta dejar caer la mandíbula - me estás tratando de decir que uno, levanta su dedo índice, estás molesto porque la tomé en brazos y dos, levanta un segundo dedo, ¡estás celoso?

- No puedo responder nada, ni yo sé porque estoy actuando así, sólo lo quedo mirando muy serio.

- Estás peor de lo que pensaba, me responde. Esto sólo amerita algo para que tú y yo, hace énfasis en esas palabras apuntándonos a ambos muy serio, no terminemos peleándonos.

En un segundo cambia su actitud, sonríe y me dice: - que tal si salimos a un bar y nos relajamos, creo que es necesario dejar el estrés por un rato y decidir, poniendo mi cuello en peligro, a quién vamos a contratar, necesitamos una nueva mente y te guste o no, ella está perfecta para el cargo. Pero comprendo la situación por lo que tú das la última palabra y también hay que pensar que por su reacción tampoco sabía que se encontraría contigo, porque su ataque de ansiedad no fue simulado, fue real. Quizás no lo acepte aunque se lo ofrezcamos - Sus antecedentes, los tienen ¿vedad?, sí, Damián tiene todo en su oficina, pero antes de seguir con esto ¿qué dices? ¿Vamos?, salgamos un rato, lo necesitas.

Daniel sólo podía pensar en esos ojos ámbar y quería encontrarlos, quería venganza, necesitaba una explicación, necesitaba saber porque se había marchado. - sí creo que es necesario, le contesta a su amigo, debemos pensar muy bien lo que haremos, nadie llamó por ella, llegó solita, por lo que tendrá que asumir las consecuencias. Vamos busca a Damián, dile que nos vamos al Constantine Bar.

Mañana me encargaré de buscarla y traerla de vuelta a nuestra empresa, después de todo necesitamos una nueva arquitecta y quién mejor que ella. - ya verá cómo será trabajar con el nuevo Daniel Santoro, porque ese crío enamorado que conoció, ella lo enterró hace mucho tiempo y créeme que se va a arrepentir de haber aparecido en esta empresa.

Max, sólo mueve su cabeza negativamente y me dice - espero querido Daniel que no salgas trasquilado, recuerda que hay mucho en juego y no sólo estoy hablando de la empresa.




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