¡Qué no quiere hablar del pasado! ¡Pero si es eso por lo que estoy acá!, piensa Daniel, piensa...
- OK, será a tu modo, aunque debo confesar que me hubiese gustado aclarar las cosas.
- ¡NO TE ATREVAS! contesta Francesca un poco alterada, dije mis términos, los aceptas o simplemente te machas.
- Está bien, entonces hablemos de trabajo.
Como bien sabes necesitamos un nuevo arquitecto, nos ha costado mucho encontrar a uno que encaje en nuestra empresa, y al parecer mis socios creen que tú eres la correcta.
- ¿Sólo tus socios?, porque si no quieres trabajar conmigo, no veo que estás haciendo acá.
La miro y puedo ver en sus ojos frialdad, algo que no conocía en ella, es como si tuviese una máscara, es tan hermosa, creo que los años no han pasado en vano por ella. su cuerpo es frágil y delgado, pero su piel perfecta y su cabello que ahora lo tiene recogido en una cola desordenada, sigue tan o más hermoso que antes. Su cara a pesar de estar seria y molesta sigue siendo la más bella que he visto. - no sigas Daniel por ahí- no puedes bajar tus defensas, si ella quiere jugar al "aquí no ha pasado nada, bien, la dejaremos, ya estando con su firma en el contrato las cosas cambiarán, no sabes dónde te estás metiendo Francesca.
- Debo reconocer que también me sorprendieron tus resultados, no estoy acá para juzgar tu profesionalismo, sólo quiero saber si aceptas trabajar con nosotros. Después de lo que pasó ayer en la oficina, cuando te fui a buscar ya no estabas, por lo que no pude darte la noticia.
Se queda callada un momento y sé que en su cabeza se mueven los engranajes a mil por hora, luego de unos cuantos segundos, me dice - ¿Por qué no llamaste por teléfono?, era más cómodo y rápido.
La miro y no sé qué mierda responder. - Digamos que me gusta dar las respuestas en la cara y personalmente. Sólo me mira y no dice nada.
Luego de unos segundos, mueve su cabeza afirmativamente.
- Sí, trabajaré en la empresa Santoro arquitecto & asociados, la verdad me ha costado bastante encontrar trabajo y no quiero volver a pasar por lo mismo que en mi trabajo anterior, a pesar de todo, a ustedes dos, por lo menos los conozco y sé que no querrán propasarse conmigo.
- ¿Propasarse? ¿eso acabo de escuchar?, ¡qué fue lo que te pasó en la empresa de Santis! - le digo un poco más alto de lo que quería, es que de sólo imaginar que ese viejo le hiciera algo, me doy cuenta como estoy apretando mis puños. Dime, qué pasó.
- Nada de lo que a ti te deba importar y es algo que ya solucioné, contesta con la mayor tranquilidad posible. - Pero, dime en qué consistirá mi trabajo.
- No Francesca, eso lo veremos mañana en mi oficina, te espero a las ocho en punto. Me paro tranquilamente y me acerco a ella muy despacio, - se pone de pie un poco nerviosa- la quedo mirando por unos segundos y me acerco a su oído...
Veo como se está acercando a mi rostro, no puedo moverme, pone su boca cerca de mi oído y despacio me dice, nos vemos mañana piccola principessa. Luego pasa por mi lado y simplemente se marcha.
En el mismo instante en que cierra la puerta, me tiro en el sofá y se abre la puerta del dormitorio apareciendo Mariela.
- ¿Qué fue eso? me dice y yo la miro sin responder, sabía que ella estaría viendo y escuchando todo, la conozco. - No lo sé, y de verdad tampoco sé que estoy haciendo, le contesto.
Daniel...
Salgo del apartamento con miles de pensamientos en mi cabeza, debo tranquilizarme, tener mi mente fría, pero como imágenes veo a Francesca y su actitud desafiante, mi comportamiento de novato, a Santis haciéndole algo a ella, su amiga queriendo matarme... Son demasiadas cosas y eso que no he dejado salir mis sentimientos, habrá sido buena idea, ya no lo sé. Llego al auto y le digo a Fernando que me lleve a la oficina, necesito hablar con Max y tomarme un trago.
Una vez en el auto lo llamo y le pido que me espere en mi oficina, sin más corto el teléfono y veo como van pasando las calles sin ver nada, mi mente está en una nebulosa que no me deja pensar ni hacer nada. -Señor, me dice Fernando, ya llegamos.
Miro y efectivamente estamos en el estacionamiento, me bajo del auto y me dirijo a mi oficina.
Al llegar a mi piso, veo como todos comienzan a moverse y trabajar, nadie se atreve a mirarme a la cara, me acerco a mi secretaria - Buenas tardes arquitecto, el señor Max lo está esperando en su oficina, con un movimiento de cabeza me despido y le doy las gracias.
Al entrar veo a Max sentado en mi escritorio, - Daniel, cuéntame cómo te fue.
- Primero párate de mí asiento-, lo miro y él sólo levanta los brazos y se para. Ya en mi escritorio le digo que aceptó.
Comienzo a contarle todo y cuando llego a la parte de la castaña pequeña, él se queda quieto y me dice - ¿Mariela? - Mariela está con ella.
Yo lo quedo mirando... - ¿Mariela? le pregunto, una mujer delgada, castaña e histérica y que se dedicó a gritarme como una loca.
- Es Mariela, me dice, la doctora amiga de Francesca.
Lo quedó mirando - ¿Tu doctorcita? Jajajaj ella es tu doctorcita, por eso me conocía, créeme es una mujer de cuidado, casi me mata y no sé por qué.
No entro en detalles en como vi a Francesca, me limito a contarle lo que hablamos del trabajo y las locuras de su amiga. No pretendo decir que a pesar de tantos años mi corazón se encuentra latiendo como loco.
- Mañana a las 8 estará acá para darle las indicaciones de su trabajo. Primero la haré pasar conmigo, le daré la bienvenida y luego tú te entenderás con ella, y cuando vuelvas a Italia ya veré como trabajamos.
- ¡Estás loco!, como pretendes que esté en la empresa y no hablarle, se supone que es para formar un grupo y apoyarnos, si vas a estar con tus niñerías entonces ¿para qué aceptaste que estuviera acá?
- Principalmente porque es buena, si dejamos de lado nuestro pasado es la mejor que ha llegado y la necesitamos.