Al pasar junto a la camilla veo a Dalia parada en la puerta del Club, trata de acercarse nuevamente a mí, pero Giulia la detiene, “gracias Giulia”, no quiero matar a nadie.
Subimos a la ambulancia y una vez estabilizada y en marcha el paramédico comienza a preguntarme lo sucedido, hace un parte y dice que tendrá que dar notificación a la policía - No se preocupe, cuente con ello –
Llegamos al hospital y veo que avanzan con ella trato de seguirla, pero una enfermera me detiene y me dice que no puedo pasar, que me avisará en cuanto sepan algo. Luego comienzan a llenarme de preguntas y veo a unos oficiales, les cuento lo sucedido y doy los datos de Dalia, ellos se pondrán en contacto con ella.
Ya ha pasado casi una hora, Max está a mi lado, Mariela entró a ver que pasaba, en eso siento una voz conocida, “Hijo, qué estás haciendo acá” ¿Te pasó algo?, me giro y veo a mi madre con cara preocupada, no sé qué cara tengo yo, pero sólo la siento abrazarme y preguntar qué pasó.
Con mi padre casi no hablamos, pero con mi mamá y mis hermanos sigo en un contacto telefónico continuamente. Olvidé por completo que este es el hospital de ellos, ¡qué idiota!, hace mucho tendría respuestas.
Le explico que una amiga está internada y que no sabemos nada, me pide sus datos y dice que vendrá enseguida.
No pasan ni diez minutos cuando ya está a mi lado – Hijo, tu amiga está recuperando la conciencia ¿pero ¿qué pasó realmente? Esa chica tiene marcas es su cuello y golpes en el rostro. Daniel Santoro, me puedes explicar que está pasando.
Y aquí vamos, podremos tener mil años, pero para mi madre aún somos unos pequeños y cuando usa ese tono de voz, mejor ni pensar en mentir. Veo como Max se aleja un poco “cobarde”, lo quedo mirando y sólo levanta los hombros.
Madre, te contaré todo, lo prometo, pero necesito saber como está Fran. – ella se va a recuperar, pero aún están haciendo placas y tomando exámenes de sangre, tiene para un rato, ven vamos a mi oficina.
La sigo porque se que no podré sacar nada más, una vez ahí, me hace entrar y se sienta “te escucho”. Suspiro y me siento.
Fran es una chica que conozco desde la universidad, ella es muy importante para mí, la historia es larga, “tengo tiempo” – pero yo no, madre, quiero verla. Dalia, la golpeó porque descubrimos que nos ha estado mintiendo desde mucho y ellas estaban solas, comenzó a pegarle y a asfixiarla, yo alcancé a llegar justo a tiempo, pero no pude evitar los golpes, la denuncia está hecha, ahora sólo me importa cómo está ella.
¿Dalia?, ella no es tu novia – NO MADRE, ¿porqué todos piensan lo mismo?, quizás pareja pero ocasional, no tengo nada con ella y créeme que te contaré todo, pero necesito ver a Fran, por favor ayúdame.
Esa forma que tienes de manejar tu vida, “parejas”, “amantes” “sin compromiso”, ¿ya vez lo que ocasionas?, claro que tendrás que explicarme muchas cosas. Pero antes hay alguien que te quiere ver.
Sólo cierro los ojos, ya imagino quién es… “¡hermanito!”, siento como soy tirado y se cuelgan de mi cuello en un abrazo, mi hermana es más pequeña que yo y siempre le ha gustado mucho eso de abrazar.
- Pero dime, te estás muriendo para que te dignes en visitarnos, ¿aunque sea en el hospital? – Javiera, ¡ya para! Una amiga está enferma y necesito verla, pero parece que esto será una reunión familiar antes de eso.
No seas aguafiestas, si casi no te vemos… Te llevaré donde ella si prometes visitarnos en casa o, aunque sea juntarnos en algún sitio, la veo que mueve sus cejas y no me queda otra que prometer.
Bien, vamos, mamá me avisó para que te viniera a buscar.
- Así te distraíamos un poco para que no estuvieras tan ansioso por “esa amiga tuya”, dice mi madre, vamos saliendo y la oigo – pero no creas que te has salvado de explicaciones, porque me las tendrás que dar, me doy vuelta a mirar a mi madre y su cara seria de verdad da escalofríos. - Esta bien, lo prometo - ¡ahora pueden llevarme donde mi piccola! Cuando reacciono por lo que dije, tengo a mi hermana mirándome con los ojos abiertos y mi madre sólo sonríe. – Ve hijo, ya están los resultados, Javiera la está atendiendo –
Una vez entro en la habitación la veo con un collarín, maldita Dalia, juró que pagarás por esto. Javiera se acerca y se presenta a Fran, ella sólo le sonríe y cuando me ve se pone un poco nerviosa, no puedo esperar y me acerco, tomo su mano y la beso en la frente. - Ella, no puede hablar – Veo a Javiera y comienza a explicar, que tendrá que usar ese cuello por unas semanas ya que tiene un poco inflamada esa zona. Nos explica que la persona que hizo eso, sabía muy bien donde apretar porque los dedos están marcados muy cerca de la tráquea, eso fue lo que provocó más daño. El golpe en su pómulo se bajará en unos días con analgésicos y debe tener reposo.
Fran, sólo asiente y se extraña al verme hablar con tanta familiaridad a la doctora. – Ella es mi hermana, Javiera, le digo y se sorprende mucho. Javi, Ella es Fran mi… no se que es mío, no sé que decir, - tranquilo, entiendo y me sonríe, Deberá pasar la noche para ser observada, mañana podrá irse a casa, pero a descansar. Luego mira a Fran y se despide de ella, le dice que estará muy temprano acá para revisarla y sale de la habitación.
Daniel, me dice con su voz rasposa, trata de hablar y la callo shhhh, no te agites, ya todo está bien, haremos la denuncia contra Dalia, esto no quedará así, parecía una loca cuando quedaste inconsciente. Mi piccola, me acerco y comienzo a acariciar su cabello, déjame cuidarte, te prometo que nadie más te dañará.
Ella sólo me mira y sonríe, me acerco más y le beso suavemente los labios, “no sabes cuánto te amo, piccola, casi morí al verte en el suelo”
Estamos acostados juntos en la cama, ella se está quedando dormida cuando la puerta se abre lentamente y aparece una Mariela bastante desarreglada, la veo acercarse preocupada, “Fran, chiquita” ¿estás bien?, mi pequeña sólo asiente. Le explico lo que nos han dicho y veo como abre sus ojos en sorpresa, “yo te cuidaré”, si es necesario pido permiso, pero no te preocupes, que veré cómo lo hacemos tú tranquila. – Mariela, la detengo, está hablando rápido y casi no respira- ella me mira y le digo que no se preocupe, que yo me encargaré de cuidarla, me mira y me mira, sin decir una palabra, - No sé Santoro – no confío en ti.