Nycolai se encontraba escondido entre la maleza, su respiración controlada apenas perceptible, sus azulados ojos centrados en un punto fijo. La cuerda de su arco se tensó mientras la flecha apuntaba al pobre cervatillo que ignoraba por completo la presencia de su cazador.
Soltó un ligero suspiro listo para permitir que la punta metálica de su flecha atravesara el claro del bosque y así acabar con la vida de su presa. El sonido sordo mientras el aire es atravesado, pero su tiro no da en el blanco.
-¡Nycolai! –El grito repentino de su hermana lo distrae y lo único que consigue es alertar al animal, quien al sentir el peligro se aleja entre los matorrales dando largos y rápidos saltos
-Tch.- Es todo lo que el pelinegro pudo musitar antes de dirigirse hasta la chica. Miles y Evan estaban reunidos con ella y parecían preocupados.
-Espero que sea algo que valga la pena como para haber perdido nuestra cena.
-Claro que lo es… Camile encontró una pista y no son relativamente buenas noticias.
-¿Qué dices?- Tomó el pergamino entre sus manos y leyó el contenido de este. Un incómodo silencio se dio entre los 4, las hojas de los árboles caían en forma de espiral hasta tocar el suelo con delicadeza.
-Ginger… –Dijo por fin-. Tienes que volver, ve al valle y advierte al abuelo. Todos tienen que salir de ahí sin importar qué. Usa tus barreras para mantenerlos ocultos.
La chica no dijo nada, únicamente asintió y se dispuso a cumplir la orden, Evan fue con ella. Subieron a los caballos y galoparon con la esperanza de que no fuese demasiado tarde.
Nycolai y Miles se mantenían en los bosques cercanos al reino de Charioce, en caso de que las chicas tuvieran algún problema y necesitaran intervenir. Ellos sabían el riesgo al que estaban expuestas.
-Miles, ¿podrías asegurar si ambas están bien?
-Iba a hacerlo aunque no me lo pidieras-. La habilidad de sombras de Miles le permitía introducir su oscuridad en los cuerpos de los seres vivos y así controlarlos a su antojo. Era un poder fascinante pero al mismo tiempo aterrador. Una ligera bruma oscura rodeó su cuerpo para luego desprenderse y flotar en el aire como un pedazo de seda que baila en el viento.
En una de las innumerables ramas de los árboles había un cuervo que graznaba, como si tuviera vida propia la bruma se dirigió a este y se introdujo en su interior desde el pico. La pobre ave indefensa, aleteaba y gritaba tratando de defenderse de la fuerza que trataba de poseerla, sin éxito.
Los ojos del animal se volvieron blancos, como si una especie de neblina cubriera toda su retina. Era espeluznante. Nycolai había escrito una nota en un pedazo de papel y la colocó en su pata. Entonces emprendió vuelo hacia el castillo.
Un guardia nos tomó por sorpresa a Jaqueline y a mí.
-¿Qué están haciendo aquí?
-Solo recolectamos algunas flores señor.- Mintió la rubia. – Las coronas de flores se ven más bonitas con estas en especial.- Levantó sus manos y le mostro el avance de la corona mal hecha que ya tenía, el guardia únicamente la miró un poco pensativo.
-Como sea, no deberían estar en esta zona del jardín se sospecha que pueden estar tramando algo.
-Para nada, solo hacemos coronas.-Añadí.
-Será mejor que vayan con las demás y eviten escabullirse.
-Sí, lo sentimos. –Nos pusimos de pie y nos marchamos.
-¿Crees que haya funcionado?- Susurró a mi oído.
-Shh… No estoy segura pero no podemos hablar de eso aquí. Hay que regresar al salón.
-¿Al salón? Pero los guardias no nos dejaran dejar el jardín.
-Confía en mí.
Tomé a Jaqueline del brazo y nos acercamos a la puerta, pero al momento de colocar un pie en el umbral el guardia nos detuvo.
-¿A dónde creen que van? No tienen permitido dejar su área designada.- El tono autoritario.
-Lo sabemos, pero mi compañera no se siente bien.- Miré a Jaqueline con picardía, esperando a que entendiera la situación. Para mi suerte si lo hizo.
-Yo… en verdad lo lamento. Me siento muy mareada.- su actriz interior salió a flote.- creo que voy a…-Cubrió su boca como si fuese a vomitar. El guardia retrocedió un par de pasos.
-E…está bien.- Tragó saliva.- Pueden irse, le avisaré a la comadrona para que vaya a verla.
-Por supuesto.- Dije a la vez que pasábamos a su lado. Una vez que nos alejamos lo suficiente de él ambas aguantamos las ganas de reírnos. Nos hicimos la señal de guardar silencio con el dedo en los labios la una a la otra y entonces regresamos al salón.
-No puedo creer que haya funcionado, eres mejor actriz de lo que esperaba Jaqueline.
-¿eh? ¿Acaso eso que escucho es un cumplido? –Sus palabras con cierto sarcasmo pero llenas de alegría.
-Incluso yo me sentí extraña de decirlo, pero sí, es un cumplido. –Me crucé de brazos. Y ambas nos sonreímos.
-Debes mantenerte en el papel. Si la comadrona llega y te ve bien, ambas nos meteremos en problemas.
-Ya sé, ya se. No te preocupes por eso. Ahora dime el hechizo de antes funcionó, no pude verlo por estar vigilando.
-En realidad… no estoy segura. –Titubee.
-¿No estas segura? ¿De qué hablas? –Me miró con sorpresa.
-Pues… después de hacer lo que Nycolai me dijo, hablo de transmitir magia al circulo y pronunciar las palabras, el pergamino simplemente desapareció, luego la piel se envolvió en llamas consumiéndose totalmente.
-¿Qué? ¿Asi de fácil? –Se acercó indecisa. –Quizá…. ¿no dijiste bien el hechizo?
Esa pregunta me ofendió un poco. -Solo eran un par de palabras, creo que puedo recordarlas sin problemas.
Jaqueline solo se encogió de hombros y se acercó a la ventanilla para sentarse en el balcón. Soltó un suspiro. Por otro lado, yo le daba mil y un vueltas al hechizo en mi cabeza, solo eran dos palabras pero en una lengua que no había escuchado antes. ¿Y si Jaqueline tiene razón y no lo dije bien? La única cosa que tenía que hacer y lo arruine todo.
Empezaba a preocuparme pero el repentino grito de Jaqueline me distrajo. Un cuervo se había posado sobre su cabeza.
-¡Quítamelo! ¡Quítamelo! –Decía al momento de que se levantaba de golpe y corría por la habitación. Yo trataba de sostenerla pero no se quedaba quieta, el cuervo estaba sostenido fuertemente de su cabello, asi que lo único que se me ocurrió fue lanzarle almohadas para quitárselo de encima.
La pobre ave cayo de golpe en el suelo luego de recibir un almohadazo, aleteo para poder ponerse de pie de nuevo. Jaqueline yacia en el suelo con el cabello totalmente despeinado.
-¿Estas bien? –Pregunté al momento de que me agachaba para estar a su altura.
-¿Qué demonios sucede con esa cosa? Me atacó. –Su respiración alterada y su corazón latiendo a mil por hora.
-Mira bien… -Añadí.- Sus ojos no se ven normales.
-¿A quién le importa eso? Sácalo de aquí.
-No, espera. –Me acerqué al cuervo pero este no parecía asustado, me miraba fijamente con sus blanquecinos ojos fantasmales. Lo tomé entre mis manos y Jaqueline hizo una mueca de asco. Entonces me percaté del pequeño rollo amarrado a una de sus patas.
-Mira esto.- Dije y la rubia se acercó un poco temerosa, solté al ave y Jaqueline lo esquivó con un pequeño salto, definitivamente no quería estar cerca de él.
-¿Qué es eso? –Mencionó.
-No estoy segura.- lentamente desenrollé la hoja hasta ver su interior.- ¡Es de Nycolai!
-¿De Nycolai? ¿Entonces esa cosa es de él? –Parecía sorprendida y al mismo tiempo asqueada. -Realmente deben gustarle las criaturas aladas.
-Si recibieron el pergamino.- Dije con cierto entusiasmo.- Miles y él están en el bosque, quieren saber si estamos bien.
-Espera ¿dijiste Miles?, déjame ver eso.- Me arrebató la nota de las manos y la leyó por sí misma. Sus mejillas se ruborizaron y sonrió.
-Hay que responderles.- Dijo.- Busca una pluma ¡rápido!
Husme por los cajones de los muebles de la habitacion hasta encontrar una pluma y un recipiente con tinta. Jaqueline fue quien escribió la nota de respuesta. Para ser alguien que nunca había escrito con pluma y tinta, su manuscrito era muy limpio, las palabras eran claras y la cursiva fluida, Jaqueline tenía una muy bonita letra.
Coloqué la nota en la pata del cuervo nuevamente, ella no iba a acercarse. Entonces, como si lo supiera, el cuervo voló a través de la ventana, me quedé observando hasta donde mi vista me lo permitió. Desapareció en la lejanía.
La comadrona llegó a la habitacion poco después, Jaqueline logró improvisar su papel de chica enferma a la perfección. Realmente se la creyó por completo. Le dijo que no se levantara de la cama y me pidió a mí que me quedara a su lado en caso de que algo ocurriera.
Creí que este sería un dia tranquilo, éramos las únicas en el salón de las concubinas. No había mucho ruido y tuvimos tiempo para intercambiar palabras entre nosotros. Resulta que a pesar de lo malvada que había sido conmigo anteriormente en la escuela, Mcgregor era en realidad una chica con muchos problemas familiares y llena de inseguridades. Esto es lo que la hacía actuar de esa manera. Ser la popular del colegio hacía que se sintiera bien, y humillar a los demás para ponerlos debajo de ella la hacía sentir incluso mejor.
Nuevamente se disculpó conmigo por todo lo que me había hecho anteriormente y yo le dije que estaba bien, no había necesidad de seguir con eso. En medio de nuestra plática nos percatamos que la puerta se abría. Jaqueline se acostó nuevamente en la cama y yo me puse de pie a un lado de ella. Pero mi sorpresa fue cuando vi quien había entrado. ¿Rey Charioce?
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Editado: 15.09.2023