Esa misma noche Elisa estaba muy emocionada, por fin podría enseñar una de las creaciones que realizó especialmente su mejor amiga para esa ocasión y todos verían el esfuerzo que había puesto en esa hermosa prenda, diseñada especialmente para ella.
Entró de la mano de su novio, al gran salón y aquella simple, pero amorosa acción llamó la atención de muchas personas.
Pero la hermosa sonrisa de la chica se fue disipando, al notar que aquellas miradas, no eran de asombro o fascinación, si no de molestia y enfado por su sola presencia.
Con cada minuto que pasaba se sentía más cohibida y aún más cuando Matías tuvo que dejarla y acompañar a su padre, dejándola completamente sola con todos esos buitres que la consumían con sus críticas y miradas de odio.
Se retiró a un balcón cercano y aspiró todo el aire que pudo, ya que no se sentía para nada cómoda con todas aquellas personas que no les agradaba su presencia.
-Todas estas personas me odian.- dijo en un susurro, más que todo para ella y se acercó al barandal y se sostuvo con mucha fuerza de este.-Todas incluyendo al señor Igarashi.
-Siempre he dicho que los pobres son los más locos.- escuchó una voz que provenía detrás de ella.
Se giró y se dio cuneta que en la entrada al balcón se encontraban tres chicas, Britanny Aileen, Paula Patricia y Angelike Sofía, Britanny al frente de ellas, demostrando ser la líder de aquel grupo.
Las tres eran modelos; y ellas habían trabajado en su momento con Matías, pero la chica rubia del medio era la que más problemas había traído a su relación.
-Ahora no, Britanny, por favor.- pidió Elisa tratando de ser amable con ella y así pudieran dejarla estar en paz.
-¿Por qué? ¿Ya notaste que no eres bienvenida aquí? ¿Que nadie quiere a alguien como tú cerca de ellos?
-Eso espero.- dijo Paula.- Porque si te das cuenta el lugar de las estilistas pobres no es aquí, es un par de habitaciones más lejos, tal vez fuera de la casa.- las otras dos rieron.
-¿Por qué?- preguntó la pelinegra.- ¿Por qué me odian tanto? Yo amo a Matías y no...
-¡No!- espetó de nuevo la rubia enfurecida al escuchar su declaración de amor hacia el chico.- Tú no lo amas, eres como todas sus fans, porque es uno de los chicos más guapos de Francia.
-Yo diría del mundo.- susurró Angelike.
-¿Enserio sigues sin darte cuenta de que no eres bienvenida aquí? ¿De lo que tú tienes hacia él no es solo la atracción?- Elisa estaba que le rechinaban los dientes y unas pocas lágrimas traviesas escaparon de sus ojos.- Además ¿Tampoco te das cuenta de que tu llegada solo les trajo problemas a ti, a Matías, pero sobre todo al señor Darío? Todos lo están criticando gracias a ti; y la verdad es que solo te estás colgando de su fama.- La chica de ojos grises se acercó lentamente y tocó la manga de su vestido.- Un pajarito dice por allí que tu amiga diseñó esto, ¿es verdad o también es otra chica sin aspiraciones a futuro o te lo ha tenido que dar tu suegro para tapar tu mal gusto?
Las tres chicas con sus burlas y gestos, la dejaron ahí, sola con sus sollozos.
En el momento en que Matías llegó a su lado ella ya había cesado su llanto, pero su mal humor perduró hasta que su novio le dijo que lo mejor sería retirarse.
La llevó hasta su casa completamente preocupado, ella se notaba triste y su silencio no hacía más que angustiarlo, le dolía mucho el verla así y más cuando no sabía la razón ni como detenerlo.
Y los días siguientes no hicieron más que empeorar, ella se alejaba más cada día, se encerraba en su cuarto y no quería que nadie estuviera con ella.
Todo aquello siguió así hasta que una noche Elisa, por fin quiso hablar con él en la Torre Eiffel.
-Buenas noches, amor.- aquello fue lo único como gesto amoroso que pudo decir, le daba miedo acercarse y nuevamente ser rechazado.
-Matt, tengo algo que decirte.- Elisa no quiso verlo a los ojos, todo aquello le dolía demasiado.
-¿Estás bien mi kiwi?- él sabía perfectamente que nada estaba bien, solo esperaba que su bello kiwi por fin se dignara a pedirle ayuda.
-Matt... Matty... Matías.- se tomó su tiempo, no quería hacerlo, pero ella sabía que todos tenían razón. Su llegada le costó críticas a ella, a Matías, al Sr. Darío. Incluso a veces sus amigos y familia eran el centro de atención.- Debemos terminar.- sus lágrimas la traicionaron y corrieron por sus mejillas hasta terminar en su mentón.
-¿T-terminar? ¿Terminar qué cosa mi kiwi?- ella sabía muy bien que Matías se negaría a creer en lo que ella le estaba pidiendo.
-Matías, sabes muy bien a que me refiero.- ella cerró sus párpados con fuerza y esperó por alguna reacción o palabra del chico, pero no emitió nada.
Se quedaron en silencio por bastante tiempo, él la analizaba con la mirada y ella no quería ver como lo destrozaba.
-¿Q-qué hice mal?- aquella pregunta le sacó un sollozo a Elisa y enseguida sintió como sus manos eran apresadas por las del chico, con mucho cariño.- ¿Fue porque no pude acompañarte al concierto de Stray Kids? ¿O fue por la fiesta? Ellie, perdóname, preciosa. No quería dejarte, pero prometo que no va a volver a pasar.- le besó el dorso de la mano y ella la apartó rápidamente, así cubriendo su rostro.