-"Ven conmigo."- Le dijo ella para tomarlo de la mano y sacarlo de ahí, luego ella le compró unos lentes.
Desde ese día, no había momento en el que no hablaran.
Ella era actriz desde que tenía doce años, el por qué vivía con su tía; pues era debido a que sus padres viajaban demasiado, era simplemente encantadora, cualquier hombre quedaba prendado ante su belleza y conocerla solo los enganchaba aún más; siempre feliz y sonriente.
Gracias a ella consiguió que la contrataran para una película, como encargado de los vestuarios que serían utilizados, película protagonizada por ella.
Ella fue su motor, ella fue el motivo de que no se quedara estancado, siendo su sastre o solamente creando los vestuarios para sus películas.
Él mismo se encargó de ser su propio contador, administrador y logró emprender con el poco dinero que le quedaba; siguió diseñando y cosiendo, día y noche sin parar; iba a tiendas, cinco o seis por día y todas le decían que no.
Hasta que por fin una aceptó, pero nadie compraba su ropa y eso lo decepcionaba demasiado.
Pero Selene nunca lo dejó caer.
Ella siempre usaba la ropa que él le diseñaba, especialmente la que era para ella, en cada evento en el que era invitada, al igual que en cada fiesta; y eran cada vez más las personas que se preguntaban quién le diseñaba tan fantásticos vestuarios.
Y ella dijo su nombre, lo que nunca se esperó fue que lo presentara como su pareja.
Él estaba completamente alborozado, indirectamente Selene se había declarado y él completamente gustoso, aceptó ser su pareja, pues ella simplemente era la mujer se sus sueños.
A partir de ese entonces, todos querían comprar su ropa, así poco a poco fue creciendo su nombre; sin embargo, todo el mundo los criticaba.
La gran mayoría de las personas famosas consideraban que aquella relación no era más que un pequeño convenio para ambos, sobre todo para el joven diseñador, el cual apenas iniciaba su carrera, lo tachaban de ser un completo interesado y eran, en su gran mayoría, los hombres quienes intentaban arrebatarla de su lado, siempre ofreciendo dinero o cosas lujosas y severamente extravagantes.
Pero él la conocía mucho mejor que cualquier otra persona.
Los padres de ella tampoco lo aceptaban, nunca lo harían, ni cuando él al fin logró crear su propia marca de ropa.
Muchas veces estuvieron a punto de terminar su relación y no volverse a ver, pero él la amaba demasiado, tal era el amor que sentía por ella que le era imposible aceptar que ella se alejaría y que podría llegar a formar una familia con otra persona.
Así que cuando él cumplió los treinta y dos años de edad, ya él siendo bastante reconocido como uno de los mejores diseñadores que había visto París, siendo una revelación para algunos, siendo capaz de manejar su dinero y consiguiendo su casa propia, le propuso matrimonio.
-"Yo habría aceptado incluso si siguieras en esa banca de aquel día."- Dijo ella, así aceptando que su amor era enteramente incondicional.
Tiempo después se casaron, a pesar de que las críticas continuaban, ahora comprendían que lo más importante de todo, eran simplemente ellos dos y la familia que querían formar.
Solo que ahora él desconfiaba mucho de todas las personas, solamente Selene merecía su completa confianza y dudaría de cualquiera que intentara acercarse a su familia y por lo que tanto había luchado por tener.
Y así, queriendo saldar su última deuda, él regresó a su hogar natal; solo para escuchar, de quienes anteriormente fueron sus vecinos, que su padrastro había fallecido y que su madre sufría de Alzheimer y que se encontraba en el hospital; y le dieron la dirección del mismo.
Lloró desconsoladamente la muerte del hombre que a pesar de que no era de su sangre, le dio todo lo que un padre le pudo dar.
Después sacó a su madre del hospital y la llevó a su casa, donde cuido de ella todos los días junto con Selene.
Tres semanas después del nacimiento de su nieto, esta falleció.
Matías.- Pensó Elisa, en ese momento se dio cuenta que ahí terminaba aquel relato que había iniciado el Sr. Igarashi.
Elisa miraba la hoja que con anterioridad Darío le había proporcionado, estaba bastante arrugada y se sentía lo suficientemente vieja; en ella se plasmaba el diseño de un saco a colores negros y rojos.
Lo observó y extendió la caja de pañuelos hacia él.
-Gracias.- Dijo él, tomando uno de los pañuelos y limpiando un par de lágrimas que se le habían escapado.
-No sé si decir que es una triste historia.- Susurró Elisa, tratando de no arruinar aquel ambiente que ya no se notaba tan hostil, como lo había sido en un principio.
-Así es la vida, señorita Lombardo. Hay momentos felices y otros tristes, pero siempre hay que seguir adelante.
Ella se quedó en completo silencio, sacó de su bolsa una pequeña pulsera con figuras de gatos que le había hecho Matías, lo consideraba un amuleto, él se lo había obsequiado en su cumpleaños número dieciséis.
-Elisa.- El señor Igarashi la llamó y ella prestó total atención a sus próximas palabras.-Debes entender que el trabajo de un padre es preocuparse, aconsejar y cuidar de cualquier forma a sus hijos. ¿Por qué crees que su vida no se hace pública a menos que yo se lo pida? ¿Por qué crees que siempre quiero que esté acompañado por su guardaespaldas? La preocupación de un padre y mis experiencias me han mostrado las diferentes clases de personas que estarán ahí para dañarte. Supongo que eso me convirtió en alguien bastante precavido; y con el asesinato de Selene, aún más.