Los golpeteos de un balón resonaron con fuerza en el interior del gimnasio, Skyler puso sus manos como escudo protector de su rostro cuando la pelota fue lanzada en su dirección. Era su hermano Brandon, quien sonrió al ver su esfuerzo por evitar el impacto del balón.
El profesor hizo sonar su silbato con fuerza y se acercó a ella con expresión irritable.
—Señorita Bright, ¡¿A eso le llama jugar?! ¡Dios, hasta un niño de tres años recibe mejor el balón que usted!
Risas burlescas acapararon su sentido auditivo, Brandon se disculpó con la mirada, consiguiendo que ella lo observara disgustada. ¡La había hecho quedar en ridículo!
Se encontraban en medio de un partido mixto de básquetbol, se conformaron grupos de cinco personas y cada uno tenía un tiempo específico para derrocar al oponente. Hasta el momento, ella era la jugadora con el desempeño más terrible.
Camille puso una mano en su espalda, transmitiéndole apoyo y se atrevió a contradecir a su profesor.
—Entrenador Gallagher, esa no es la forma correcta de dirigirse a una de sus alumnas
—habló con voz firme, elevando el mentón—. Y menos si se trata de las más desfavorecidas motrizmente.
Risotadas nuevamente. Skyler maldijo internamente ante el intento de ayuda que quería proporcionarle su hermana. Negó con la cabeza, expresándole que no tenía necesidad de decir algo más. Ya todos habían entendido que ella era una inútil cuando se trataba de actividad física.
—Oh vaya, ¿Acaso la señorita Bright se ha sentido ofendida por mis palabras? —replicó el profesor, posando su mirada desafiante en Skyler. Ella negó como respuesta—. Excelente, entonces sabrá que es momento de realizar un agradable recorrido por la cancha, ¡Ahora!
Skyler se sobresaltó, recordando que el profesor Gallagher tenía la manía de castigar con ejercicio físico a quien fuese que interrumpiera su clase o echara a perder sus preciados encuentros deportivos. Suspiró con pesadez, encontrándose, nuevamente, con una mirada de arrepentimiento, ésta vez por parte de su hermana.
—Lo siento —le susurró la castaña. Skyler movió su mano con desinterés, demostrando que no tenía por qué disculparse.
Comenzó su labor de correr alrededor de la cancha, mientras que sus demás compañeros tomaban asiento en las gradas, descansando del juego. Mientras trotaba, se tomó la tarea de recorrer con la mirada su alrededor. Ian se hallaba de pie sobre los escalones superiores de las gradas, tomando de las manos a Zhanna. Rebecca estaba sentada en las piernas de su hermano Brandon, y Emilia... ¡¿Emilia era besada fogosamente por Marcelo?! Se sentía desconcertada por la escena que brindaban, ya que ella tenía total claridad de la relación que mantenía Logan con la morena.
Empezó a disminuir su paso acelerado y notó al castaño caminando a través de la cancha, se dirigía hacia el dispensador de alimentos que se hallaba en las afueras del gimnasio. Sin planteárselo mucho, se encaminó hacia él, a pasos ligeros.
—Hey, Logan, ¿Qué tal? —preguntó, cuando él se detuvo frente a la máquina, insertando un par de monedas.
Logan frunció el ceño.
—Todo bien, chica cielo —respondió, volviendo a observar con concentración el interior del dispensador. Esperaba que la maquina expulsara dos botellas de agua saborizadas y un paquete de frituras.
—¡Oh, qué bueno! —habló ella, sin disimular su tono eufórico. No sabía por qué aparentaba tanta emoción con su voz, simplemente quería cerciorarse de qué tanto había visto Logan del beso de su novia con su némesis. O, si existía la posibilidad, descifrar en qué estado se encontraba esa relación amorosa.
No podía evitar sentirse intrigada y querer disipar sus interrogantes.
La máquina liberó lo esperado por el chico, él bebió con prontitud el agua y luego la miró.
—¿Quieres? —preguntó, arqueando las cejas.
Skyler asintió. Logan introdujo otra moneda en el dispensador.
Guardaron silencio por un momento, hasta que ella no aguantó más la curiosidad, y tomó la palabra.
—¿Y cómo van las cosas con Emilia?
Logan siguió sin emitir palabra alguna, de la abertura del dispensador tomó la última botella y se la entregó.
—Me sorprende la capacidad que tienes para interesarte por la vida de todos los que te rodean —pronunció, camuflando la intención que tenía de llamarla chismosa. Skyler era muy entrometida para él que prefería ocuparse en mantener un perfil bajo.
Muy curiosa para su gusto.
—Me preocupo por mis amigos, es todo.
—Skyler le dio un sorbo tímido a su bebida—. Porque ahora somos eso, ¿No?
Logan la miró con seriedad, consiguiendo alterar sus nervios. Su mirada podía ser muy penetrante cuando se lo proponía. Skyler sonrió socarronamente, intentando derribar su muralla de amargura y cohibición.
—Eso creo —replicó él, encogiéndose de hombros. Ella lo incitó con la mirada a que respondiera su pregunta—. Se ha acabado.
Skyler no pudo disimular la sorpresa que le generó su confesión, parpadeó un par de veces y frunció su entrecejo, acercándose un poco más a él.
—¿¡Qué!?
—Lo que oíste: se acabó, fracasó, expiró, terminó, finalizó... —antes de que prosiguiera con la lista de sinónimos, ella puso una mano sobre su boca, callándolo.
—Ya, ya, te he entendido... A lo que me refiero es por qué acabó. No lo entiendo.
—Bueno, chica cielo, cuando dos personas están en una relación, existe la posibilidad de que el amor se acabe o que algún externo cause estragos en ese cimiento que ambas partes han creado. —Skyler hizo una mueca de confusión que le resultó muy graciosa. Él lanzó una risita—. Y cuando ese cimiento es derribado, muchas veces la voluntad para reconstruirlo es inexistente... nula.
—¿Por qué siempre te expresas así?
—cuestionó ella, manteniendo su expresión anterior—. Tan... complejo. Dilo en nuestro idioma materno, por favor.