Faltaban poco más de veinticuatro horas para la tan añorada nochebuena. Skyler tomó su medicina y se dispuso a arreglarse para ir al centro comercial con Mechi y sus hermanos, a comprar todo lo necesario para la cena y los regalos de navidad. En la noche, viajarían a la casa que tenía su familia en las afueras de la ciudad, y de la cual eran vecinos también los Henderson. Los Henderson habían adquirido la propiedad años después de la suya. Y dichas viviendas se usaban principalmente para compartir fechas especiales o vacacionar.
La labor del día, aparte de comprar los regalos, era convencer a Logan de celebrar la festividad. Ya su familia había accedido a ir, e incluso las Winchester, del mismo modo, estarían presentes. Sin embargo, Logan aún se mostraba renuente a vivir el espíritu navideño.
—Bueno, los Ruggieri ya confirmaron que pasarán navidad con nosotros y Theo y Mónica también —anunció Camille, mirando el listado de personas apuntado en su libreta.
Mechi estaba a unos pasos de distancia, eligiendo las verduras.
—Seremos demasiados —opinó Brandon, tomando la canasta donde estaban las galletas navideñas, el vino y demás aperitivos.
—Sí, ¡Eso me encanta! Nunca sabes cuándo será la última navidad que podrás disfrutar junto a tu familia y amigos —expresó Skyler, sonriendo genuinamente.
Intentaba siempre mostrarse fuerte y positiva ante su situación, aunque a los demás se les formaba un nudo en la garganta cuando ella contemplaba la posibilidad de que pronto moriría.
—Hola, hola —saludó Mabel, acercándose a ellos en compañía de Christian.
—¿Qué hacen aquí? —cuestionó Skyler, mostrándose feliz por su presencia—. ¿Cuándo regresaste a Italia?
—Anoche. No esperabas que me perdiera el festejo de navidad, ¿O sí? —preguntó de vuelta la rubia, otorgándole un abrazo.
Desde que se enteró de todo lo relativo a la enfermedad de Skyler, no había tenido la oportunidad de verla o siquiera abrazarla. Skyler sintió que su tacto era más profundo.
—Para nada —contestó, cuando se apartó de su lado.
—Vinimos a ayudar con la compra de las cosas para la cena. Mis padres no dejarán que se encarguen solos de todo —informó Christian, acariciando la espalda de su novia.
Ellos accedieron a la ayuda y siguieron con la búsqueda de ingredientes apuntados por Mechi y bajo su supervisión. Mechi no estaría en la cena, porque iría a compartir con su familia, pero, les estaba ayudando diciéndoles lo que necesitarían y cómo preparar una exquisita cena.
—¡Miren esa belleza! —habló Skyler llamando la atención de todos.
Su vista se había concentrado en la sección de vestuario, donde se exhibían polerones de distintos colores alusivos a la fecha, con la cara de Santa Claus y pequeños renos; pantuflas de renos, gorritos navideños y demás accesorios correspondientes a la temporada.
—Llevaré un par de polerones para compartir con Alai —mencionó Brandon, caminando en dirección a las prendas.
—Pero que sean diferentes a las mías, ¡Yo lo vi primero! —advirtió Skyler, tomando las rojas, las pantuflas y los gorritos.
—Eso es mucho más de lo que Logan podrá soportar —objetó Christian, al verla tomando tantos accesorios navideños.
—Créeme, lo tolerará. Lo más probable es que no esté para la próxima navidad, así que...
—ella se encogió de hombros, dejando la frase a la imaginación.
La mirada de todos se tornó seria.
—Mamá me comentó que no quisiste acceder a un tratamiento —dijo Mabel, posicionándose junto a ella—. ¿Estás segura de que es la decisión correcta?
—Lo único que podría salvarme es un milagro, Mabel. Y los milagros sólo existen en los cuentos e historias de fantasía —cortó tajante, ignorando el abatimiento en cada uno de los presentes—. ¿Falta algo más? ¿Ya tenemos todo?
Skyler se adelantó, escabulléndose de la conversación.
—Creo que eso es todo. —Mechi se aclaró la garganta.
—Bueno, vamos a pagar —tomó la palabra Brandon, caminando en dirección a la caja—. De aquí salimos a comprar los regalos.
Ninguno puso objeción.
Skyler se quedó de pie, esperando que la fila para cancelar avanzara, con la mirada perdida en la puerta de entrada.
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Ya la mayoría de los invitados que pasarían la navidad con las familias Bright y Henderson, se encontraban en la mansión de Nicolas, con su equipaje preparado y con el deseo vehemente de emprender el viaje.
Curiosamente para Skyler, de los Benedetti, Logan era el único que no llegaba aún, y los hermanos Fisher tampoco.
—Señora Aryanna, ¿Logan sí vendrá? —la mujer iba a responder, pero Alonzo se le adelantó.
—Claro que vendrá. Eres la única persona capaz de hacerle recuperar la emoción por estas fechas.
Skyler sonrió, aceptando la afirmación del muchacho.
—Chica cielo, ¿Verdad que puedo comer mucho helado cuando lleguemos a tu otra casa? La doctora dijo que mi cáncer se ha ido y ya puedo comer todo lo que quiera —atrajo su atención la pequeña Annie, quien se subió de manera repentina sobre sus piernas, apretujando su estómago.
—Annie, bájate, vas a dejar sin aire a Skyler
—pronunció con burla Cleo, tomando a la niña de los brazos.
Skyler río.
—Podrás comer todos los helados que quieras, Annie.
—¡Sí! —gritó la niña, corriendo rumbo a su amiga Rachel.
—¿Y Theo vendrá con nosotros? —indagó Cleo, sentándose a su lado en el sofá.
—¿Te interesa? —preguntó Sky, mirándola de manera traviesa.
Si Cleo se fijara en Theo, sería algo muy favorecedor. Él era un gran chico, divertido y amable, y todos tenían claro su interés inmediato en la joven cantante.
—Me parece alguien agradable, sería bueno poder compartir más con él.
El timbre de la casa sonó y Mechi abrió, dándole paso al único norteamericano que conocían, y del que hablaban, en compañía de su hermana.