Zac
Elio me mira con mala cara mientras enlaza un pedazo de tela largo al cuello de la loba, sentía mi corazón desfallecer de lo nervioso que estaba, la loba no se inmutaba y respira sin preocupaciones, nuestros dones no servían con ella, las plantas que creaba Zyan para bajarla se marchitaban apenas tocaban al animal. La parálisis sólo haría que sus músculos se tensaran y la volverían pesada lo cual no ayudaba mucho a nuestra situación, si tan solo hubiera cerrado bien las puertas esto no habría pasado.
Todos me miraban con molestia mientras Ezra cuidaba del sueño y el dolor de la princesa quien se encontraba respirando agitadamente, pero gracias a que Ezra bueno con su don podría disminuir un poco del dolor que aquejaba a la princesa.Una vez que el lazo estuvo listo empeze a jalar pero el lobo no se movía, ni siquiera la fuerza bruta de Zyan parecía servir, Elio lo ayudó a jalar pero parecia inutil, despues me uní a ellos sabiendo lo poco efectivo que resultaría.
Antes de que terminara de amanecer hubo un movimiento por parte de la loba, sin embargo fue producido por que la princesa se endereza con una expresión de dolor y enojo, las grietas de su cuello se han expandido llegando a verse por sus manos y su cuello, sus labios estaban morados y sus ojos se veían opacos. La imagen de un enfermo antes no me habría asustado, pero tratándose de la princesa que nunca antes había mostrado esta faceta era desgarrador tener que verlo por la mañana, incluso el lobo parecía afectado.
—Luna, despierta—Grita, su voz pese a estar convaleciente aún posee su tono normal— ¿Qué hace ella aquí ,no se supone que la debería estar cuidando?
Todos me miran a mí, mi hermano de entre todos es el que más disfruta de la situación aunque no lo hace evidente, mucho menos que ahora la princesa se ha despertado. Busco las palabras adecuadas para formar una respuesta que satisfaga la pregunta de la princesa.
— Cuando salia a relevar a elio luna corrió a su habitación, no la pude detener y pues no sé cómo pero logró abrir su puerta, llevamos horas tratando de que se levantara—Mi hermano aguanta una risa, pero antes de que pueda decir algo más nuevo discretamente mi mano y esto paraliza su lengua, me mira con furia antes de mirar hacia otro lado con una expresión de derrota
—Luna a partir de ahora sí zac te ordena algo tú obedecerás—Una orden fatal, aquellos que reciben esta orden están condenados a obedecerla, un poder que solo ha sido registrado en pequeños fragmentos de la historia de Tempert, todas esas órdenes fueron atroces y hasta la fecha no se sabe con exactitud cuántas personas fueron víctimas de este poder —listo ella te obedecera
—Gracias su majestad, su cuello…—Las grietas supuran y algo negruzco sale de ellas, el miedo se asoma fugazmente por su mirada antes de desaparecer, se levanta y se mira en el espejo—¿está bien?
—sí, ya falta poco para que desaparezcan— intenta sonar calmada pero hasta yo puedo saber que no lo está, el ligero temblor de su ojo la delata —pueden salir un momento
—¿qué? —Ella se cubre de manera incómoda con los brazos su cuerpo, estando en ropa ligera y sin ninguna prenda que la cubra por completo ahora entiendo su rubor, los demás lo entienden también—ya nos iremos su majestad, la esperamos afuera…
Salimos al pasillo, Leo ,Zyan y Ezra se encaminaron a la habitación que compartimos para buscar el cambio de sus uniformes, mientras que mi hermano permaneció a mi lado. Dudaba mucho que lo hiciera para darme ánimos, todo tipo de cercanía se echó a perder cuando él declaró sus sentimiento, sabía muy bien cómo actuaba Elio con las personas que le molestaban o que entorpecen su camino, la forma lenta y despiadada en que los elimina jamas me molesto, era su forma de protegerse y salir adelante, fue una habilidad que yo nunca puede desarrollar, por eso mi padre lo favoreció a él, porque pese a tener los dos atributos de los paralizantes estoy muy lejos de Elio, por que el no necesita un gran poder para destruir y derrotar a un poderoso enemigo. Sus palabras son sus mejores armas y yo soy una persona que puede confirmarlo, si fuera otra persona no sentiría tanto este sentimiento de pesar, pero es mi hermano; Elio ya no piensa en mí como un hermano, ahora soy su rival.