Jane
—La siguiente canción me alegra poder compartirla con ustedes, la escribí cuando tenía tan sólo quince años y ha revolucionado mi vida en la música. He cantado en más de un escenario este tema y supongo que ya todos saben cuál es —rio cuando oigo los aplausos y los gritos de las personas. Observo las teclas del piano y toco la primera melodía de Garden—. Espero que todos canten conmigo.
Las personas siguen la canción mientras yo la canto. Todos parecen extasiados con mi presencia cuando los miro de reojo. En ocasiones tiro palabras de afecto, en otras sonrío. Esto es lo que siempre quise, es mi sueño hecho realidad y no quiero que nadie me pellizque.
Al término de la canción, las luces se apagan y sé que debo de ponerme de pie tan veloz como pueda, saltar al elevador para transportarme al centro del escenario donde las luces vuelven y el confeti de colores cae del techo. Agradezco y desaparezco, dejando atrás a la multitud gritando mi nombre como desquiciados.
Detrás del escenario, Gaby me tiende una botella de agua.
—La última noche del tour, comienzo a ponerme nostálgica, no pensé que acabaría tan pronto —finge secar sus lágrimas.
—Ni yo. Los días pasaron muy rápido.
Un año y medio de gira por todo el país y por fin llegamos al final. Aún puedo recordar el inicio y los problemas que hubo para que pudiera subir a los escenarios, pero con la ayuda de muchas personas lo obtuve y ahora cumplo uno de tantos sueños.
—¡Jane! —grita Zara desde el otro lado. Llega hasta mí dando zancadas y me abraza tan fuerte que casi perdemos el equilibrio, alguien le recuerda que faltan segundos para salir y lo ignora —. Por el amor de Dios, amé tu presentación, fue fantástica —chilla de la emoción—. Eres una de las pocas razones por las que el tour ha sido grandioso, hazme el favor y no te vayas de inmediato, debemos celebrar.
—Zara, gracias. No te defraudaré.
—Eso espero, no me falles —amenaza y luego se retira casi corriendo.
De camino a mi camerino, la mayoría me felicita y choca las palmas, hago lo mismo porque sé cuánto esfuerzo ha habido por parte del equipo para que las cosas surgieran. Sin embargo, antes de llegar, Gaby me detiene del brazo repentinamente hasta que casi caigo al suelo. La miro terrible y se disculpa.
—Se me olvidó decirte que ahí está Olivia Grant —susurra.
Elevo una ceja y me libero de su agarre para cruzarme de brazos. ¿Olivia Grant? ¿La representante de artistas más grandes que yo como Abigail Kendricks o Peyton Turner? ¿Oí bien?
—¿La mujer que...? No puede ser —me cubro los labios con mis manos.
—Ella misma —confirma.
Abro los ojos entusiasmada y empiezo a brincar. No puedo creerlo. Si una persona importante como Olivia está en mi camerino, es porque las oportunidades para elevar mi carrera continúan.
—¿Me veo bien? —le pregunto luego de detenerme abruptamente.
—Perfecta —sonríe.
Comienzo a caminar tan rápido que mis pies se van a los lados por la pérdida del equilibrio. Llego y giro la perilla de la puerta para atravesarla, y entonces la veo y siento mi presión irse hasta los talones.
—Un gusto, Jane —me saluda luego de ponerse de pie y dejar la copa de champagne encima de la mesita de centro.
—Señora Grant —apenas y puedo responder por los nervios.
Ella sonríe y muestra parte de su dentadura perfectamente blanca, casi puedo ver mi reflejo en ellos.
—Dime Olivia, aún soy joven.
—Lo siento... Olivia.
Le resta importancia y me invita a tomar asiento a su lado.
—Si me permites, quiero tener una charla contigo muy importante —dice refiriéndose a la intromisión de Gaby.
Ella se da cuenta y sus mejillas se tiñen de un color carmesí, se despide y sale del camerino, dejándonos solas.
—No hace falta que me presente, todos ya me conocen que sería inútil —ríe y bebe de su vino—. He visto cada una de tus presentaciones y debo reconocer tu talento, es espectacular, tienes una voz fuerte. No me agrada que tu reconocimiento se rebaje sólo por ser la telonera de Zara. Mereces un escenario únicamente para ti.
—Wow, eso es... halagador, gracias.
—No tienes que hacerlo linda, sé reconocer talentos y eres una de ellos, mi instinto no falla. Así que no le daré más rodeos e iré al grano. —Deja la copa de nuevo en la mesa y me mira a los ojos—. Quiero representarte. Dame esa oportunidad y verás que tu carrera crecerá, no serás la chica de un país, te haré una estrella internacional, me encargaré que en todos los rincones del mundo estés presente, todos reconocerán a la gran Jane Margareth.
Esto parece un sueño, pero desperté antes de vivirlo.