Cuando no me encuentre.

Su sonrisa.

La música ha sido para mí una clase de escape, es como si cuando tocara me olvidara de todo, me olvidara de quien soy realmente. Cuando toco, ya no estoy enfermo, solo soy un joven genial, en un momento genial. Pero cuando acaba, todo vuelve a ser real, tan real como el día en que dijeron que iba a morir.

Recuerdo que llegue a casa y me encerré en mi cuarto todo el día, era muy joven para morir, a penas tenia catorce años, no era justo.

Recuerdo que llore hasta que no pude más, entonces pensé en escapar, si huía tal vez la muerte no me encontraría. No llegue muy lejos, ¿Qué adolecente puede escapar tan fácilmente de esta ciudad? Pues la verdad es que nadie, porque todo el mundo parece conocerte, conocer a tus padres, abuelos o al amigo del amigo del amigo de la amiga lejana de tu madre. Porque eso fue lo que me sucedió a mí. El sujeto me encontró a mitad de la noche sentado en un banco del parque, porque para ser sincero no había planeado muy bien que haría cuando huyera, solo pensé en huir y ya estaba, la muerte no vendría por mí. Era demasiado tonto en ese entonces. Cuando llegue a casa, mi madre estaba llorando histéricamente y mi padre la consolaba dándole pequeñas palmaditas en la espalda, algo que hacen siempre.

Mama se lanzó en mis brazos a penas me vio, y luego me hizo prometerle que jamás volvería a hacer algo como eso, así que le dije que no se preocupara, que no lo volvería a hacer porque de todas maneras iba a morir. Entonces mi madre rompió a llorar nuevamente, mi padre también lloro y ahora que recuerdo yo también llore un poco.

Esa noche, cuando regrese a mi habitación, saque una libreta y escribí todas las cosas que quería hacer antes de morir. Porque resultaba más fácil que escapar de casa a mitad de la noche. En todos estos años cumplí cosas de la lista, como por ejemplo: besar a una chica, graduarme del instituto, embriagarme, sacar mi licencia de conducir, tener un auto propio e ir a la universidad. Pero hay muchas cosas que aún no logro hacer, y la verdad dudo mucho que ahora las haga.

Asisto una clase de música en la universidad, es más que todo una asignatura extracurricular, y solo suelen asistir estudiantes de primer año que buscan algunos puntos extras. Yo estoy en mi segundo año universitario y no me importa seguir asistiendo a esta clase, la señorita Bonnie la hace bastante interesante.

Entro al aula de clase y todos los rostros son nuevos, parecen ansiosos, asustados y perdidos. Me compadezco un poco por ellos, yo me encontraba así hace un año.

Tomo asiento en una de los lugares vacíos y echo una ojeada a mi  libro de gramática, e intento estudiar un poco para mi próximo examen que es dentro de dos días.

La señorita Bonnie nos saluda a todos y cuando va a empezar con la clase, alguien toca la puerta. Escucho una voz femenina disculparse y luego la puerta cerrar nuevamente.

 Estoy tan concentrado en mi libro, que no me doy cuenta  cuando la chica se sienta a mi lado.

Levanto un poco la mirada y la veo, su cabello castaño claro está recogido en una cola alta, lleva un poco de maquillaje, logrando resaltar sus alegres ojos avellanas.

Su mirada se cruza con la mía y me dedica una pequeña sonrisa.

̶ ¿Te conozco verdad? ̶ Pregunta confundida, y luego sus ojos brillan con reconocimiento. ̶ Claro, eres el chico genial del cine.

̶ Hola, siento lo de mi hermana ese día.

A penas puedo pronunciar aquellas palabras, porque aún estoy sorprendido de que todas las chicas del mundo, sea precisamente ella, la que este sentada a mi lado. Entonces recuerdo las palabras de Isis y me sonrojo un poco. Que idiota soy.

̶ No te preocupes, a mí me pareció divertidísimo. Fueras vista tu cara, fue para partirse de la risa.

Apenas logro asimilar sus palabras, porque aún sigo perplejo. Aunque esperen, ¿Acaso ella se está burlando de mí?

Suelta una pequeña carcajada, y yo la miro enojado. ¿Quién rayos se ha creído esta chica?

Ella parece notar la expresión de mi rostro, porque de repente se pone seria.

̶ No te enojes, las hermanas siempre hacen cosas como esas. ̶ Dice encogiéndose de hombros como si no fuera la gran cosa, y sé que no lo es, pero eso no disminuye mi pequeño enojo. Es la primera chica que se ríe de mí, en mi cara. Bueno vale, aparte de Isis, no he tenido mucha experiencia con las chicas.

̶ Lo sé, no estoy enojado. Aunque me alegra que te hayas divertido mucho ese día ̶ Me limito a responder tratando de ocultar la amargura de mi voz.

̶  Ah, lo siento. No he querido reírme de ti.

̶ Pero lo has hecho.

̶ Si, lo lamento. Suelo reírme de todo, todo el tiempo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.