Cuando mi hermano terminó la frase los gritos comenzaron, hasta que que se volvieron inaudibles y sólo eran ruidos de miedo, desesperación y agonía.
Me quedé paralizado sin saber que hacer en medio de la oscuridad, nunca había escuchado algo así.
Y entonces la oscuridad se esfumó, perdiéndose en el cuerpo de Irene. No se bien como explicar esto, ya que no encuentro posible que sus ojos luzcan de esa manera, podía ver la vida y la verdad, así como la muerte y la mentira en esas dos gemas de oro.
Esas gemas se fijaron a mí lado derecho, donde al girar, pude ver a mi hermano atónito mirando con completa admiración a Irene.
Después de mirar a mi hermano, giro su mirada hacia mí. En sus ojos pude ver como me analizaba tratando de confirmar que no podía hacer nada.
—Se preguntaran porque los guardias los trajeron aquí. —Dijo con esa voz tenebrosa— Necesito que protejan a Irene, cosas malas están por pasar y no siempre podré salir a ayudarla. No si ella no se entrega a mi.
—¿Y por qué deberíamos hacer eso? — Preguntó mi hermano.
—Porque Irene es última descendiente del reino de Tahara. Ella tiene la bendición de la luz, y sus poderes no pueden ser contenidos incluso en esta celda. Si ella sigue aquí es porque lo consideró más seguro, pero no puede estar tras las rejas toda su vida y lo sabe. La próxima semana deberá estar fuera. Como última descendiente, si ella muere sin herederos la magia dejará de existir para siempre.
—Entoces... ¿Quieres qua hagamos de niñeras? —concluyó mi hermano—.
—¿No se lo pudiste pedir a otro prisionero? — ¿En serio pensó que accederíamos como si nada?
—Bueno, pensé que lo harían por la buenas, ya que si no la ayudan morirá y con ella las habilidades que poseen. —Dijo con algo de decepción, para después decir con su macabra sonrisa —Aunque he de admitir que por las malas es mejor...
—Bueno... Mientras no muera todo estará bien, ¿no?
—Eso tendrán que descubrirlo. Si me quedo más tiempo Irene sufrirá las aconsecuencias, así que la dejo en sus manos.
Y con eso el brillo de sus ojos empezó a desaparecer, hasta que pude reconocer a Irene detrás de sus ojos. Cuando fue ella, intentó captar su entorno y dijo:
—¿Qué suce...
Y con esa pregunta incompleta Irene cayó al piso sin darnos tiempo de ayudarla.
Se desmayó.