Limpié el área donde dormiría y solo esperaba que mi papá llegara pronto, ya que el cansancio me estaba dominando por momentos. Cuando escuché que hablaba, fui hacia él.
—Papá, sacaron mi cama y aseguran que usted les autorizó hacerlo para que Andrew se quede en ella. ¿Dónde se supone que voy a dormir yo? ¿En el suelo? —pregunto muy ofuscada.
—Solo será mientras esté aquí. Tiene problemas serios Magaly, ¿Podrías ser más empática?. Deja de hacer berrinches —me respondió con fastidio.
—¿Por qué? Yo estoy pagándole por ella ¿lo olvida? Ese fue el trato que hice con usted, no puede hacerme esto. —no iba a dejar que me tomara por tonta.
—¿Ah sí? Pues entonces ve y busca a alguien que te rente por ese precio una habitación y una cama. ¿No hay verdad? Si no te parecen las reglas de “MI CASA” —Hizo énfasis en esas últimas palabras —bien puedes irte ¡AL CARAJO! y en lo que a mí respecta, aquí queda el asunto. ¿Quieres cama? Comprate una.
Dicho esto me dejó con un nudo enorme formándose en el pecho. Pero no pienso darle el gusto de verme llorando y suplicando. Nunca más pienso darle ese placer a nadie.
No logré dormir esa noche, la ingrata de mi hermana tampoco quiso prestarme una mísera sabana, el suelo nunca me había parecido tan duro y frío. ¿Se sentirán así los muertos en la morgue? ¿Volveré a dormir en una cama suave de nuevo? Pensamientos como ese me acompañaron en el desvelo.
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A la mañana siguiente mi “arrendador” me recordó que debía pagar la renta por adelantado ¿y que creen? Incluyó el valor por la cama. Necesito encontrar un lugar donde irme, no pienso pagar derecho de piso como si fuese una cama. Aunque no ha sido un buen día, me siento cansada y sin ánimo de nada, por lo que después de cubrir medio turno de otra empleada, me senté en la banca del parque cercano. Y no se si sentirme acosada o con suerte de encontrarme siempre a Henry.
—¿Magaly qué haces aquí? Es demasiado tarde para estar sola en un lugar tan desolado a esta hora.
—¿Henry tienes una varita mágica que puedas prestarme? Necesito desaparecer mis pesares.
—No soy brujo pero por ti puedo aprender a hacer magia si tu me lo pides.
Después de reirme por sus ocurrencias le cuento lo que me ha sucedido. Es muy fácil hablar con él. Y por extraño que parezca cuando está cerca, me siento segura. Vamos a casa de su madrina, la habitación es pequeña pero para lo que “no” tengo, es enorme. La renta y el depósito son exactamente lo que me cobró mi papá por un mes, lo más difícil será el primer pago. Así que, oficialmente acabo de tirarme al agua, sin chaleco salvavidas y sin saber nadar.
—¿Cuándo puedo ocuparlo? —pregunto ansiosa.
—En el momento en el que hagas efectivo el pago de la renta por adelantado, y el depósito.
Faltan dos días para que termine este mes y con un día más que viva en casa de mi padre, solo añadiré gastos a mi presupuesto. Al parecer Henry ve mi tormenta interna y me pide hablar lejos de su madrina.
—Si quieres, yo puedo darle a mi madrina el dinero y te mudas desde hoy. ¿Qué dices?
—¡No!, no me malentiendas. No quiero deberle nada a nadie. Anhelo superarme sin ayuda, así ninguno podrá adjudicarse méritos por mis logros. Porque si, todos verán que tan lejos y alto seré capaz de llegar.
—Puedes tomarlo como un préstamo. Vas pagándome a tu ritmo. Ninguno que haya llegado tan lejos en la vida, rechazó ayuda en sus peores momentos. ¿Qué dices?.
—Pero en dos días te lo devolveré cuando me paguen —Es pagar aquí o pagarle mi papá, cabilo en mi mente — Acepto.
Fuimos a hablar con su madrina y me entregó las llaves. Estaba tan ansiosa como feliz, sentía miedo con toques de valentía que se fue al carajo cuando me cruzó el pensamiento “y si mañana te despiden ¿que vas a hacer?“. Creo que Henry lo notó porque en ese instante me pidió no ser pesimista, que los empleos no son eternos y siempre habrá una mejor oportunidad esperando por nosotros.
—Gracias Henry, te veo mañana. Debo prepararme para mudar mis cosas, cosa que haré después de que todos se duerman.
—¿Necesitas ayuda para trasladarlas? Puedo pedirle a uno de mis tíos, para que me preste su camión.
Me reí divertida al pensar en mi caja plástica y mi mochila bailando solas en un camión.
—¿Qué es tan divertido?
—No necesito un camión Henry —me costaba no reírme y eso parecía hacerlo enfadar cada vez más —son tantas mis cosas que las podría trasladar en una bicicleta y me sobraría espacio.
—Es broma ¿cierto? —al verme negar añadió —pues déjame prestarle la bicicleta a la hija de mi madrina a ver si es cierto —y se fué por ella.
Quizá no me creyó porque si, volvió con la bicicleta. Él me acompañó en su moto. Puedo imaginar la cara que pondrá cuando vea que le decía la verdad. Gracias al cielo no había nadie en casa, así va a ser más fácil llevarme mis cosas. Cuando bajé con mi caja plástica en las manos y mi mochila a espaldas, la cara de Henry era un poema.
—¡¿Es todo?! No puede ser Magaly.
—No mentía cuando te lo dije ¿Porqué te asombras? —mientras, ataba la caja en la parrilla trasera de la bicicleta —No voy a negar que estoy aterrada, pero es una sensación liberadora ¿sabes?. Así que marchemonos antes que aparezca alguien y haga preguntas incómodas.
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Editado: 22.11.2024