Casi saliendo del lugar soy detenida por mi tío, el cual estaba sorprendido de no verme celebrando con “mi” familia.
—Hola mi Maggie, tenía tantas ganas de verte ¿porque no has ido a visitar a tu mamá, ni a mi? —La emoción y el reproche se hacían notar en su voz.
—¡Tio Gerry! Me alegra verte también, quizá pronto vaya, ya sabes como son las clases en la universidad. ¿Cómo has estado tu?
Estaba contándome sobre su pareja actual cuando apareció Henry, quien al ver que mi tío me abrazaba, arremetió cuál toro embravecido.
—¡Suelte a mi novia! O sabrá de lo que soy capaz de hacerle. —amenazó.
—¿Quién es él?—me interrogó mi tío, y luego le respondió a Henry —Tu tampoco sabes de lo que puedo ser capaz de hacer por ella y no, no la suelto.
Antes que pudieran darse de golpes intervine presentándolos. Henry parecía perdido y avergonzado mientras mi tío parecía divertido y receloso.
—Así que tu eres la manzana de la discordia.
Ni Henry ni yo entendimos la referencia, hasta que nos explicó que Graciela llamaba insistente a Lucía para que me convenciera de dejar a novio, para ella poder ser feliz con él. Suena descabellado ¿cierto? Pero viniendo de mi hermana ya me parece hasta normal.
—Yo nunca mostré interes en Graciela, es más, llegó a inventar que estaba embarazada de mi. Obvio con intenciones de hacer enfadar a Magaly.
—Lo sé, desde pequeña ha sido muy envidiosa con Magaly. —dirigiéndose a mi añadió —Me alegra tanto que no hayas cedido en esta ocasión. Además si estoy acá, es porque sabía que podría verte mi pequeña.
Don Gustavo salió en ese momento muy apurado, al vernos se dirigió hacia nosotros. Empezó a pedirme que me fuera tan rápido como pudiera, ya que mis padres vendrían hechos furia, pero antes que nos diera una razón válida escuchamos los gritos de ambos.
—¡Explícame porque te dejaste embarazar! —gritó mi madre —lo peor es lo que te llevó a ello, el afán de destruir a tu hermana. Habiendo tantos hombres, debía ser con el que Graciela ama.
Doña Lucía venía con todo, puedo suponer que en sus pensamientos me abofeteaba y obligaba a pedirle perdón a su hija, a estas alturas yo siento más rencor que amor por ellos. Justo cuando creía que me golpearia, Henry se puso frente a mí.
—Señora calmase. Déjeme aclararle que yo no he embarazado a mi novia… aún —cosa que hizo jadear indignada a mi mamá —No entiendo cual ha sido el afán de querer emparejarme con Graciela, cuando mi interés ha sido única y exclusivamente por Magaly. —Nunca había escuchado a Henry hablar con tanto enfado, desde que lo conozco.
Graciela salió en un intento por evitar que mi madre hablara con Henry, pero ya era tarde. Ella escuchó todo y cuando intentó escabullirse aproveché para aclararles a mis papás los hechos. Al inicio mi papá era el que más se negó a escucharme pero fue obligado por mi tío.
—Ustedes dos me han acusado de muchas cosas estos últimos dos años. Pero entiendan que yo no soy la culpable de que como personas, sean de lo peor. —expresé intentando no ser grosera —Pero yo ya me cansé de que me traten como si lo fuera. Mami, antes me ha acusado de cosas que yo no he hecho y lo peor es que espera que le dé la razón.
Mi mamá se indigna ante mis palabras, pero, ¿Alguna vez llegaron a un punto, donde dejó de tener importancia las reacciones de los demás? Ya llegué a ese extremo.
—Don Julio, usted me ha tratado de sinvergüenza y más, tachándome de ser igual o peor que mi mamá, pero le informo, que no me parezco en nada a ustedes dos. —señalo.
—Tu no sabes de nada de la vida, pero ya te veré cuando seas un fracaso en todo. Nadie te va a querer nunca, grabatelo —sentenció mi papá.
—Cierra la boca Julio, o voy a olvidarme de donde estamos y te romperé la cara, como lo hice en el pasado. —amenazó mi tío. Cosa que enfureció más a mi papá.
—Quién está embarazada es Gracie, y aunque me vean con incredulidad es la verdad. ¿El padre del bebé? No es Henry, si es lo que piensan ¿Cierto Graciela? —y señalando a mi papá, añado —su adorada hija se metió con su hijastro, con Andrew.
Ambos vieron a mi hermana de manera incrédula, para terminar de complicar las cosas se asomó Leticia junto a Andrew, quien al ver la cara de Graciela entendió que ya no era un secreto sus cochinadas. No se en que terminaron esa noche. Henry me llevó a donde vivo, intentó iniciar una conversación pero yo no estaba en el mismo tiempo y espacio que él. Cuando llegamos a la entrada de la casa de doña Carmina, me abrazó y fue suficiente para romper en llanto.
—No llores por favor, me haces sentirme inútil por no poder evitar que lo hagas. Perdóname porque también he contribuido a aumentar las razones de tu llanto. —su tono de voz evidenciaba impotencia.
—Cállate …
—Gatita no me pidas eso..
—Solo abrazame un poquito más en silencio, después puedes hablar hasta por los codos, pero callate un ratito. —y eso fue suficiente para que guardara silencio.
No supe más del asunto de mi familia, por lo menos en las siguientes tres semanas, no es que no hubiera quien intentara ponerme al tanto. Decidí alejarme de aquello que últimamente me había mantenido deprimida. Además, se acerca mi cumpleaños número veinte y eso empezó a causar mucha ansiedad, empecé a tener un terrible miedo a pasarlo nuevamente sola.
#2858 en Novela romántica
#920 en Chick lit
#141 en Joven Adulto
humor amor, primer amor joven, amistad amor de infancia juvenil
Editado: 22.11.2024