24 | A años luz

Intento concentrarme en mi lectura, pero con Noah mirándome de reojo cada pocos minutos no logro pasar de página. Nina sigue en su misma línea, así que mientras Noah y yo esperamos en el salón, ella se toma todo el tiempo del mundo para prepararse para salir. Ha sido Liz la que nos ha avisado de una pequeña fiesta que celebra uno de sus compañeros de trabajo. A diferencia de la que hizo Max, nos ha asegurado que esta fiesta será mucho más tranquila y menos ostentosa.

—¿Estás segura de que quieres venir? —pregunta Noah por tercera vez—. No quiero que te sientas obligada a ir si no quieres.

A sabiendas de que es imposible continuar con mi lectura, coloco el marcapáginas y cierro el libro. Noah y Nina no disimularon su sorpresa cuando acepté ir con ellos a la fiesta. Desde lo que pasó con Luc, hará ya una semana, los dos han estado muy pendientes de mí. Ellos saben perfectamente que soy de esas personas que cuando lo pasan mal, tienden a cerrarse en sí mismas, y creo que esa es la razón por la que se han estado mostrando tan atentos. Me dan el espacio que necesito, pero también se encargan de hacerme saber que están conmigo. Que no estoy sola como antes.

No he vuelto a saber nada de Luc desde nuestra última conversación. He evitado pasarme por el bar para no complicar las cosas. Estos últimos días los he pasado en casa, con la excusa de que necesitaba escribir cuando en realidad se me ha hecho imposible salir de mi bloqueo. Los dos primeros días fui como de costumbre a la cafetería de Ginny, pero decidí dejar de hacerlo cuando me encontré a mí misma mirando a través de la cristalera en busca de una cabellera rubia y unos ojos grises.

El vacío que siento cada vez que pienso en Luc me recuerda al duelo por el que pasé cuando perdí a mi hermano. Cuando murió tuve que acostumbrarme a la perspectiva de un nuevo mundo en el que él ya no estaba conmigo. Y aunque Luc sigue aquí, su ausencia pesa más que ninguna otra cosa. Me cuesta hacerme a la idea de que nuestras mañanas en la playa se han terminado. De que quizá ya no vuelva a ver a Kiera y a Kovu. Me es difícil aceptar que quizá, mientras yo planeaba nuevas cosas que descubrir y hacer con Luc, él estaba pensando cómo decirme que ya no podía continuar con lo nuestro.

No pensé que esto me dolería tanto. Desde el principio tuve en cuenta que algo como esto podría suceder. Sé que la vida son etapas, que las personas van y vienen, pero nunca pensé que Luc se iría tan rápido.

—Estoy segura. De verdad —añado al notar sus dudas—. ¿Por qué me miras como si estuvieras esperando a que me echara a llorar en cualquier momento?

—No te miro así.

—Ya...—Mi sonrisa tiembla cuando bajo la mirada hacia mi libro y observo las pocas páginas que he sido capaz de leer esta semana.

—Estás en todo tu derecho de estar mal, Dahila.

—Estoy bien.

Asiente con la cabeza, no muy satisfecho con mis palabras, y se vuelve hacia la escalera cuando escucha los pasos de Nina. Como siempre, está espectacular. No es solo ese vestido apretado que se adhiere a la perfección a su figura, tampoco el maquillaje que tan bien combina con su conjunto, es su sonrisa, su forma de caminar; segura y ligera.

—Veo que me has hecho caso —comento al analizar el vestido que tan bien le queda y que se negaba a utilizar en un primer momento.

Nina asiente con una sonrisa algo tímida. Esta mañana, cuando Liz nos habló de la fiesta, Nina se negó a ir. Era raro que no se animara a ir cuando estábamos a una semana de volver a Orlando, pero Nina se mantuvo firme y se inventó un par de excusas que claramente no colaron. Conozco a Nina, y con lo que ha pasado con Luc, sé que se estaba privando de ir esa fiesta para no dejarme sola. Incluso había planeado una divertida noche de películas para los tres, pero como amiga suya que soy, me negaba a que Nina continuara encerrándose en casa conmigo.

—¿Estamos listas, entonces? —pregunta Noah cuando nos levantamos del sillón.

Subo un momento a dejar mi libro en su sitio y a por mi móvil, que lo he tenido abandonado en una esquina de la habitación. Me aseguro de que tiene la batería suficiente como para jugar con él en el caso de que me aburra y bajo.

Cuando llego a la entrada, veo que Nina le está toqueteando el pelo a Noah, y este, a diferencia de otras veces, parece bastante contento. Nina se encarga de despeinarle el cabello un poco, está tan concentrada en confeccionar una obra maestra que no se da cuenta de lo embobado que se ha quedado Noah mirándola a ella. Una vez termina, sonríe con orgullo y le planta un beso a Noah en los labios. Sí, lo suyo ya es más que oficial. 

Sonrío al ver lo colorado que se ha puesto Noah y le ayudo a reaccionar dándole un suave empujoncito para salir de casa.

Tras unos minutos de trayecto, aparcamos en la zona donde nos esperan Ben y Liz. Ella nos saluda cuando nos ve llegar y yo no puedo evitar sonreír al ver los tacones que lleva puestos. Son los mismos que le compró Ben. Me alegra ver que Liz ha podido hacer a un lado su inseguridad y se ha permitido lucir esos preciosos tacones que tan bien le quedan.

No tardo mucho en diferenciar la casa donde se está haciendo esta pequeña fiesta, las luces de colores que atraviesan los ventanales iluminan la oscuridad de la calle. Tal y como nos dijo Liz, su amigo ha querido hacer una fiesta con poca gente, la justa para pasárselo bien sin armar escándalo. Cuando entramos, Liz y el anfitrión nos presentan a unos cuantos amigos y compañeros con los que pronto empezamos a jugar a diversos juegos de mesa. Me enorgullezco de mí misma, porque sé que estoy haciendo un esfuerzo por despejar mi mente y permitirme pasar un buen rato con mis amigos. Me cuesta no pensar en Luc cuando veo a Nina abrazar con fuerza a Noah o cuando lo pillo a él comiéndosela con la mirada.

Al poco rato, Liam se une a la fiesta, y tengo que evitar echarme encima de él para preguntarle por Luc. Sé que él y Nina fueron a verlo un par de días después de nuestra última conversación, pero por lo demás, no he vuelto a saber nada.