Cuando seamos Tú y Yo

***

–Feliz cumpleaños– dijo Pitonisa mientras arreglaba los amuletos en la estantería, su verdadero nombre era un total misterio prefería que la llamaran por su oficio y no por un nombre que seguramente solo ella sabría, Liam al principio bromeaba con la palabra adivina o sacerdotisa en un insistente intento para ella le dijera su verdadero nombre, un día se atrevió llamarla bruja fue la primera y la última vez que aquella palabra sonaba en el pequeño local de Pitonisa, sus ojos se clavaron en Liam como agujas apuntando a matar, es una mujer aterradora cuando se enoja.

–Olvídalo– dijo Liam que barría el piso, además de sus labores en las entregas ayudaba a mantener el pequeño local limpio, Pitonisa atendía a los clientes que llegaban por consejos y sabiduría.

–Es una edad muy especial, ya eres mayor para muchas cosas– la voz de Pitonisa cambio a un tono tentador –y eres un muchacho muy lindo– aquellos ojos reflejaban una tentación palpable mientras su mirada le recorría de arriba abajo.

–Si me tocas juro que te quemaré en la hoguera– dijo Liam en su defensa, a pesar de no poderla llamar bruja podía insinuar ciertos aspectos de forma indirecta.

–Eres un niño muy lindo– forzó un rictus ante la impertinencia.

Pitonisa tiene un pequeño local de hechicería y brujería en la zona concurrida de la ciudad rodeado de bares, cafeterías puestos de comida y tiendas varias, lo extraño era que la gente pasaba en frente del local que se adornaba estrafalaria de ventanales de cristal en su fachada cubierta de telas variopintas y un cartel en la entrada anunciaba el prometer hacer uniones de amor para quienes a cupido los ha olvidado, conjuros para traer salud y el bienestar a todos los que te rodea, y un montón de cosas en donde se venga implicado la magia.

Por alguna extraña razón los policías arrestan a los que transportan estos talismanes, al principio Liam trato de entender de que estaban hechos, rompió uno de los amuletos el primer día para cerciorarse de que no tuvieran algo dentro algo ilegal para la ley, pero al final no obtuvo nada. Eran simples trozos de madera, hueso o piedra rayados con símbolos extraños.

Por romper uno de los talismanes Pitonisa lo perdono, a pesar de que el comprador no le pago nada por los demás talismanes enviándolo con de vuelta. Los días siguientes fue lo mismo, entregar piedras rayadas a otros lugares a veces inaccesibles.

–Tener 18 te hace muy atractivo ¿Sabes? Supongo que ya debiste de haber sentido a tu alma gemela ¿no?– los ojos de Pitonisa eran coquetos.

Liam no respondió en todo el día había tratado de evitar esa pregunta o algún sentimiento relacionado, si alguien estaba atado a él lamentablemente la pasara mal aun si esa no fuera su intención, el mundo en el que vive es muy cambiante y peligroso hay días en los que ha estado a punto de ser atrapado por quienes codician las encomiendas que entrega.

–¿Cómo se siente tener un alma gemela?– dijo Pitonisa susurrándole en el oído tan cerca que podía sentir el vaho acompañado del calor de sus labios.

–No lo sé– corto Liam mientras se agachaba a recoger nada.

–No seas así, dime que sentiste o como es tener a alguien que comparta sus emociones y sentimientos, de seguro que debe ser una chica muy linda ¿Te imaginas como se vería?–

Liam se quedó en silencio mientras detenía sus acciones, a veces se fugaba en su cuerpo latidos rítmicos que no le pertenecían a él.

–No te preocupes poco a poco llegarás a sentirla, no sé cómo funciona esto de las almas gemelas es muy curioso, sabes me gustaría estudiarlo a fondo, pero no tengo un sujeto de prueba– el deje de su voz se volvió fingido algo dramático –a menos que…– sonrió mirando a Liam.

Liam se alejó de Pitonisa pasando por debajo del tocado de su vestimenta su ropa variaba siempre desde la elegancia de un vestido hasta el misticismo de un sayo que usaba en las horas de consulta.

–y ¿Tú?– dijo Liam levantándose por enfrente del mostrador a donde había ido a ocultarse –¿Dónde está tu alma gemela? O es acaso que no lo tienes–

–Claro que tengo, pero…– su voz perdió el fuego en cada palabra como si al sol le hubieran quitado su brillo, su fulgor, Liam lo notó al instante era la primera vez que escuchaba tristeza en aquella voz una que podías palpar –debe estar salvando el mundo o destruyéndolo en realidad no lo sé–

–El tiempo que he estado contigo no te he visto salir con nadie, ¿Por qué no has buscado a tu alma gemela? Acaso ¿Él no te quiere?–  Liam entendía menos, este momento parecía una mentira la mujer que siempre estaba alegre y jugaba con sus lágrimas, ahora estaba triste.

–Es muy complicado, pero espero un día poder estar juntos, él ha esperado mucho por mí– su voz no sonaba muy convencida como un anhelo que pendía de un hilo.

El tintineo de las campanas colgadas en la entrada principal cortaba el momento.

–Buenos tardes, viajero soy Pitonisa ¿En qué podría ayudarte? ¿Pócimas para el amor? O ¿La riqueza en su vida? Quizás…– Pitonisa daba su discurso para engatusar al cliente.

Liam se alejó de ellos, no le llamaba la atención los negocios que hacía Pitonisa a base de mentiras, para él las cosas relacionadas con la magia o cosas similares le parecían una mentira, pero cuando estuvo a solas en el cuarto de atrás una bodega improvisada, cerro los ojos y coloco su mano en el pecho, quería revivir aquel latido impostor.



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En el texto hay: decisiones, primer amor, destino elegidos

Editado: 10.08.2021

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