–Sé que dije que no era nada ilegal, pero te necesito– grito Gabriel esquivando varios transeúntes en su huida.
–Me vale una mierda, te dije que no me voy a involucrar en esto– grito Liam tras de él.
–¡Lo sé! Por eso me reuní con ellos, a ti no te conocen, no saben nada de ti, solo saben que alguien de confianza me está ayudando–
–¿Crees que con decirme eso me voy a sentir mejor o más seguro?–
–Tienes mi palabra de que no sabrán nada de ti, primero muerto que traicionero amigo– las palabras salían a volúmenes que su cuerpo no controlaba, centrándose en perder de vista a los policías.
Les pisaban los talones, la persecución aumentaba mientras la gente estorbaba en su huida, sea lo que sea que esté en el maletín no debía ser nada bueno.
–¡Por aquí!– señalo Gabriel a un callejón.
Ambos corrían sin parar, sus vidas siempre han sido correr o pelear, aunque a veces habían sido ambas opciones.
–¿Me vas a ayudar?– pregunto Gabriel lanzando un bote de basura que desparramo todo su contenido en el piso.
Liam no dijo nada, la duda seguía rondando su cabeza mientras se aplacaba con los latidos de su corazón.
–Te prometo que nos repartiremos el dinero a mitades y podrás ayudar a tu madre y darle una buena vida–
Gabriel sonaba emocionado como si el peligro fuese un motivo por el cual sonreír.
–¡Decide pronto!– señalo Gabriel al callejón sin salida.
Danna toco su pecho sintiendo como el corazón le latía a mil por hora. Se asustó un poco al caer en la idea de que ahora esa emoción que sentía no era suya sino la de su alma gemela.
–Dime que te asusta– musito mientras bajaba la mirada –¿Estás en peligro?–
La adrenalina se desbordó en su cuerpo, se sentía invencible capaz de poder hacerlo todo si se lo proponía, sentía como si pudiera ir al fin del mundo y regresar sin parar.
–Ten fe en ti mismo, tú puedes, no sé por lo que estás pasando, pero sé que estás asustado, pero también siento que quieres hacerlo– Danna se sentó en su cama, junto a ambas manos como si en el interior de ellas hubiera capturado una escurridiza mariposa que debía ser tratada con suma delicadeza para no lastimarla –Hazlo, tú puedes– susurra emocionada.
Liam miraba a Gabriel con ojos de ahorcarlo cuando todo esto acabase, pero afirmo que estaba dentro con el asentir de su cabeza.
–¡Salta! – grito Gabriel señalando su única vía de escape.
En un movimiento rápido ambos saltaron a un extremo de unas escaleras de emergencia que colgaban de uno de los edificios subiendo presurosos en ella, cuando ambos estaban arriba del andamio, Gabriel lanzo una patada lo que provocó que los fierros oxidados y los tornillos sueltos de la escalera cayeran, soltándola volviéndola inservible.
Los policías esquivaron los restos de escalera que caía sobre ellos.
–Juro que no te arrepentirás– sonrió Gabriel agitado.
–Juro que te mataré si tengo que hacerlo– sonrió emocionado Liam
–Debemos seguir– señalo Gabriel a falta de vocalizar palabra alguna –debemos llegar antes que los demás–