Cuando seamos Tú y Yo

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Con el pago por el transporte de Gabriel que a la final resulto ser un maletín lleno de papeles en blanco, Liam los guardo en el lugar de siempre apartando un poco del mismo para aquella noche invitar a su familia a cenar, aunque lo de invitar significaba preparar su platillo especial una mezcla de muchos ingredientes apiñados en un estofado de aroma cautivador.

–¿Te puedo ayudar en algo?– pregunto su hermana asomándose por el marco de la puerta de la cocina, es una niña muy curiosa y siempre dispuesta a ayudar en lo que pudiera.

–Ya mismo esta– sorbió Liam el estofado en una cuchara –no te preocupes, si quieres ayúdame poniendo la mesa, pero con cuidado– su hermana corrió directo a los cajones del mesón donde se guardaban los platos –de paso avísale a mamá que baje a comer–

La pequeña niña corrió con los trastos entre los brazos manteniéndolos en equilibrio, desapareció como una brisa por la entrada, aunque regreso poco después con una expresión no muy alegre.

–Dice mamá que no quiere comer– acompaño con un suspiro.

–Mira, toma esto y acomódalos en la mesa con cuidado ¿si?– sonrió Liam mientras acariciaba el cabello de su hermana.

Liam bajo la llama de las hornillas, la comida estaría en poco, pero había algo que le preocupaba y le quitaba el hambre, algo que trataba de evitar a toda costa de enfrentar, pero que era hora de hacerlo, no iba a pasar toda la vida huyendo y mandando a su pequeña hermana buscando la pauta para evitarlo un día más.

La madera a sus pies crujía con cada paso, el pasillo a la habitación de su madre nunca se había sentido tan interminable.

El sonido de un toqueteo contra la puerta de madera rompió el silencio.

Nadie respondió.

Liam empujo la puerta con delicadeza la misma que tomaría para desactivar una bomba o desarmar una trampa.

–Hoy cocine tu comida favorita– dijo en voz baja.

–No tengo hambre– dijo la madre que yacía recostada sobre la cama dándole la espalda.

–Debes comer un poco para que te recuperes– Liam trato de animarla un poco.

–¿Cuánto tiempo más lo harás?– la voz de su madre era cortante, profunda y llena de tristeza.

–El tiempo necesario para mantener tener lo suficiente para tu tratamiento– respondió cortante directo a su propósito –Madre…–dijo Liam acercándose a la cama –sé que nunca te ha gustado lo que hago y que te gustaría que en este instante estuviera haciendo algo diferente, yo también lo quisiera, pero por ahora es imposible hay mucho que hacer desde que murió papá–

La madre sintió como su corazón se encogía al recuerdo, a su marido lo habían asesinado a unas cuadras de su casa, había recibido varios disparos en un robo.

Después de ese día ella no volvió a ser la misma, su marido era su alma gemela, ambos se habían conocido dos años después de que sintieron por primera vez uno del otro, después de 5 años de relación tuvieron a su primer hijo Liam y años después a la niña amada del hogar todo parecía llevarlos a una vida feliz y sencilla.

Hasta aquella noche cuando fue asesinado, ella también había sentido el terror de su esposo no dudo en salir corriendo de su casa en su búsqueda cuando escucho la detonación y dos balas acababan con la vida de su pareja, ella también los sintió atravesando su cuerpo como dos fierros al rojo vivo penetrando su ser quemándola por dentro, se desplomó en el piso mientras gritaba de dolor, un dolor perforante lleno de miedo y angustia.

En los días siguientes no se había levantado de la cama y su salud decaía poco a poco con el transcurso de los días.

Paso varios días en el hospital después de un desmayo repentino se le detectó un tumor cerebral sea por gracia o infortunio los exámenes realizados desvelaban el mal en su cuerpo, pero tenía cura se lo habían detectado con tiempo, el precio era algo inalcanzable después del funeral de su pareja los gastos del funeral y su condición de salud la impedían mantenerse en pie por lo que la responsabilidad de la casa caían en los hombros de su hijo, que había tomado la decisión de trabajar con una mujer a quien llamaba Pitonisa, repartiendo unas piedras por la ciudad, no confiaba en esa mujer y menos en lo que hacía su hijo.

–Debes comer un poco, sé que esto no te agrada, pero te prometo que pronto ya no tendré que hacer ninguna entrega ni nada por el estilo– sus palabras eran ciertas, había tomado la decisión de hacer lo que fuera por ganar la entrega con Gabriel y con el dinero retirarse de todo ello, tampoco le gustaba esa vida era peligrosa y si le pasase algo, ¿Quién cuidaría de su familia?.

–Prométeme algo– dijo la madre suavizando la voz mientras trataba de levantarse, algo que se le volvía difícil cada día.

–Lo que tú quieras madre– escucho atento.

–Prométeme que te cuidaras, ahora no estás solo, nunca lo estas aunque en esta ocasión– la madre se levantó hasta quedar sentada en la cama –estoy más que segura que ahora la sientes ¿No?– señalo al corazón de su hijo –ahora hay alguien que comparte sus sentimientos contigo y también todas sus emociones, estoy más que segura que aquella chica es la más afortunada del mundo por tenerte a ti–

Liam sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo, la impresión de que su madre este al tanto de esas emociones lo hacían dudar de las habilidades extraordinarias que tenía una madre en la intuición y la predicción.



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En el texto hay: decisiones, primer amor, destino elegidos

Editado: 10.08.2021

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